Quienes viajan a India no pueden dejar de visitar la localidad de Ajantā, en el estado de Maharashtra, donde se puede apreciar un conjunto arquitectónico de cavernas que guardan multitud de esculturas y pinturas rupestres. Sin lugar a dudas, uno de los registros ininterrumpidos más importantes sobre la historia religiosa del budismo en un periodo que abarca casi los 700 años.
Cuando el budismo empezó a menguar, todas estas cavernas fueron abandonadas poco a poco, siendo re-descubiertas varios siglos después cuando los británicos buscaban oro y especias. Ignorando el valor histórico y cultural de estos recintos, los invasores incluso llegaron a hacer estallar varias de estas cavernas.
Como un testimonio continuo de la historia religiosa del budismo durante un período que se extendió por más de siete siglos, a poco más de dos horas de viaje desde la antigua ciudad de Aurangabad, hoy podemos encontrar uno de los destinos turísticos más importantes de la India: las famosas grutas de Ajantā, un conjunto arquitectónico integrado por 32 cavernas que fueron talladas sobre las colinas por trabajadores que únicamente emplearon cincel y martillo.
Con una dedicación admirable, estos artesanos fueron desgastando meticulosamente la roca con sus herramientas hasta esculpir fantásticas obras de arte no sólo sobre la roca volcánica de basalto, también sobre los techos y las paredes.
Gracias a Ajantā, que se declaró Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1983, hoy es posible conocer las diversas facetas que tuvo la vida antigua en la India, desde las creencias religiosas que prevalecían en esa época, pasando por el trabajo artístico de los artesanos, la vestimenta que utilizaba el pueblo y hasta la posición política y económica de los que gobernaban.
Sobre acantilados casi verticales es posible observar una serie de columnas que ocultan grabados maravillosos, tallados en granito, y que señalan el ingreso a los Chaityas (templos budistas) y los Viharas (monasterios o sitios de descanso).
El lugar es tan impresionante que termina emocionando a las personas que lo visitan por primera vez. Hay pinturas cubriendo casi todas las paredes. Las que se ubican cerca de los santuarios ilustran representaciones de Buda, mientras que las más lejanas, en los pasillos principales, ilustran diversos jakata (cuentos populares) de vidas pasadas. Resulta verdaderamente emocionante admirar el realismo de las expresiones y emociones capturadas en los rostros, y entender que estos artistas desconocidos, empleando nada más que herramientas rudimentarias, ya sabían hacer una descripción admirable de la perspectiva y profundidad en sus obras.
Una historia muy difundida es que estas milenarias Chaityas se parecen mucho a las catedrales cristianas, sobre todo por los pilares decorados, los techos en bóveda, las vigas de madera que se cruzan en nervaduras destacando en el centro (donde la iglesia cristiana suele instalar su altar) una gran imagen de Buda. Evidentemente, esto hace surgir la duda de si estas cavernas sirvieron como fuente de inspiración para los grandes arquitectos de la Edad Media.
Independientemente de la respuesta, lo importante es que tenemos la oportunidad de poder viajar en esta majestuosa cápsula del tiempo.