¿Vives arrepentido de algo? Seguramente muchos desearían tener el poder de regresar el tiempo para realizar algo que terminaría cambiando de forma significativa sus vidas. Y es que los arrepentimientos más duraderos son aquellos que nos conducen a la incapacidad de vivir según nuestro “yo ideal”. Así lo concluyó una nueva investigación encabezada por científicos de la Universidad Cornell.
Nuestros tres “yo”.
La investigación partió de una idea donde el sentido de identidad de un individuo está compuesto por tres elementos: el “yo real” (quien eres), el “yo ideal” (quien te gustaría ser) y el “yo conveniente” (quien deberías ser).
Los atributos que una persona cree poseer constituyen al “yo real”. El “yo ideal” está representado por aquellos atributos que una persona desearía poseer; por ejemplo, las aspiraciones, metas, expectativas o deseos. Mientras que el “yo conveniente” es aquello que una persona cree debería ser basándose en sus responsabilidades, obligaciones y deberes.
“Evidentemente, vivir según nuestro “yo conveniente” conlleva ciertos fracasos que pueden resultar extremadamente dolorosos y atormentar a una persona de por vida. Es tan cierto, que muchas obras de la ficción suelen recurrir a este hecho. Sin embargo, para la mayor parte de los individuos esta clase de arrepentimiento resulta mucho menor respecto a los fracasos del yo ideal”, dice Gilovich.
Vayamos al ejemplo para arrojar un poco más de luz en la conclusión: dado que tu “yo conveniente” te indica la persona que crees deberías ser, podrías considerar un fracaso no hacer ejercicio si piensas que deberías convertirte en una persona más saludable. Un fracaso del “yo ideal” generalmente tiene mayor amplitud y profundidad, como no haber terminado la carrera que te gustaba.
La inacción vs la acción.
Este nuevo estudio se desarrolló a partir de investigaciones previas realizadas por Gilovich en la década de 1990, donde se encontró que los humanos tendemos a arrepentirnos más de aquellas cosas que no hicimos, en lugar de las cosas que hicimos. “En el corto plazo, los individuos tienden a sentir un mayor arrepentimiento de las acciones que de las inacciones. Pero, a largo plazo las inacciones son arrepentimientos más duraderos”, sintetiza Gilovich.
Apoyados en estos resultados, Tom Gilovich y su colega Shai Davidai formularon la hipótesis de que aquellos remordimientos más duraderos en la vida se generan en las discrepancias entre el “yo real” y el “yo ideal”. “El fracaso al convertirte en tu ‘yo ideal’ generalmente es resultado de la inacción. Es ‘desperdiciar’ el tiempo y nunca aprender a tocar un instrumento musical”, ejemplifica Gilovich.
Los resultados del estudio.
En el transcurso de media docena de estudios que describían las diferencias entre el yo conveniente, real e ideal, los científicos solicitaron a los voluntarios hacer una lista de sus arrepentimientos y ordenarlos por categorías. Las personas mostraban arrepentimiento sobre su “yo ideal” con mucho más frecuencia respecto al “yo conveniente” (un 72% contra 28%).
Más del 50% de los voluntarios hizo mención de una mayor cantidad de arrepentimientos ideales que de arrepentimientos coincidentes con sus obligaciones cuando les solicitaron la lista de sus remordimientos.
Pero, cuando los voluntarios tuvieron que mencionar el arrepentimiento más grande de sus vidas, un 76% refirió un arrepentimiento vinculado al “yo ideal”.
Idealizando y arrepintiéndose.
¿Por qué los fracasos de nuestro “yo ideal” se convierten en arrepentimientos duraderos?
Según Gilovich, “los individuos tienen más disposición a tomar acciones para corregir aquellos arrepentimientos relacionados con el “yo conveniente”, por lo que este tipo de arrepentimiento es más propenso a ser archivado como resuelto y, en consecuencia, se hace menos incómodo con el paso del tiempo”.
Además, las expectativas del “yo conveniente” suelen ser más concretas e implican reglas muy específicas, por lo que son más fáciles de cumplir, como ir al gimnasio. Pero aquellos arrepentimientos relacionados con el “yo ideal” suelen ser más generales y de significado poco claro: ser un buen hijo, un buen padre, etc. ¿Cuál es el significado real de estas ideas? Gilovich dice que “no existen pistas concretas. Y siempre puedes hacer más”.
Simplemente hazlo.
De acuerdo con estos investigadores, sus hallazgos tienen implicaciones prácticas. En primer lugar, solemos creer que alcanzar nuestro “yo ideal” implica cierta inspiración antes de poder hacer el esfuerzo. Sin embargo, diversas investigaciones psicológicas revelan que esto no es verdad.
Como lo dice Shia Labeouf en su discurso motivacional: ¡sólo hazlo! No esperes a que te llegue la inspiración, eso es una excusa. La inspiración surge de tu participación en la actividad.
Es frecuente que muchas personas no logren alcanzar sus metas pues se preocupan por asuntos relativos a la apariencia. Por ejemplo, no faltan aquellos que anhelan aprender a cantar pero se limitan por la vergüenza de que a otros puedan parecerles malos.
“Las personas son más caritativas de lo que creemos, además que no nos notan tanto como pensamos. Si esto es lo que te limita – el temor a lo que otras personas puedan pensar -, entonces piensa más en que simplemente debes hacerlo”, termina el investigador.