Para todos queda claro que el matrimonio no es de las cosas más fáciles en este mundo. No importa si eres un romántico empedernido que siempre soñó con la vida en pareja o un Casanova que, por razones del destino, terminó cayendo en el foso de la unión eterna, los escenarios son semejantes: hay que hacer algunos sacrificios para que la relación sea exitosa. Mejor aún, la ciencia tiene algunas recomendaciones para ayudarte en este desafío.
Los hijos pueden esperar.
En un estudio realizado por la Universidad de Iowa, en los Estados Unidos, se entrevistó a un grupo de matrimonios antes y después del nacimiento de su primer hijo. De la misma forma, otro grupo de parejas que decidió no concebir tan pronto proporcionó los correspondientes testimonios. En los resultados se observó una tendencia muy clara: aquellas parejas casadas y con hijos presentaron un descenso en los niveles de satisfacción conyugalcomparadas con aquellos matrimonios que no procrearon.
Siempre “nosotros”, jamás “yo”.
Quienes emplean pronombres personales como “nuestros” y “nosotros” durante una discusión con su media naranja tienen conflictos menos duraderos y desgastantes (y en consecuencia, una vida más tranquila) que aquellas parejas que suelen emplear los “yo”, “tu”, “mío” y “tuyo”. Un grupo de investigadores llegó a esta conclusión tras observar las conversaciones de 154 parejas. Los discursos individualistas, especialmente entre aquellas parejas que estaban juntas desde hacía más tiempo, eran un fuerte indicio de que la relación no iba bien.
Busca pretendientes con buena autoestima.
Casarse con una persona que no tenga buena autoestima puede resultar contraproducente, al menos es lo que concluyó una investigación de la Universidad Estatal de Nueva York, en los Estados Unidos. Los investigadores se enfocaron en realizar una serie de pruebas a jóvenes recién casados, y encontraron que cuando una de las partes tiene muy baja autoestima, presenta una tendencia a la codependencia y no cumple con las expectativas del cónyuge. En estos casos, lo más común es que la relación empiece a deteriorarse apenas al año de matrimonio.
Si eres mujer, busca un hombre rico.
Los hombres económicamente estables tienden a ser padres más presentes lo que, además de propiciar un clima estilo “comercial de lácteos” en casa, es bueno para el cerebro de los niños: así lo concluyó un grupo de investigación en el Reino Unido, donde los hijos de padres ricos tienden a desarrollar coeficientes intelectuales más altos. Pero la cosa no se detiene allí pues, de acuerdo con otro estudio británico, los hombres con cuentas bancarias gordas dan más orgasmos a sus esposas.
Si eres hombre, busca una mujer más atractiva que tú.
Un escenario con esta configuración tiende a producir más felicidad en las personas involucradas. Así lo revela un estudio de la Universidad de Tennessee, en Estados Unidos. En las pruebas se constató que ambas partes en un matrimonio se declaran más satisfechas sobre la relación cuando la esposa es más atractiva que el esposo.
Sé un buen compañero, pero no demasiado.
Otra vez investigadores de la Universidad de Iowa, encontraron que un excesivo compañerismo (como frecuentemente dar consejos que el otro no solicitó) resulta mucho más nocivo para una relación que adoptar la posición del “conyugue neutral”. Según las conclusiones de los expertos, a las personas les gusta saber que pueden echar mano de otra persona, pero cuando esa persona pasa a cuidar demasiado nuestras vidas, se pierde el sentido de la individualidad y la relación se echa a perder.
Huye de las mujeres cuyos padres se divorciaron.
Puede parecer un consejo altanero y hasta injusto, pero es bastante claro: “las mujeres cuyos padres se divorciaron son más propensas a involucrarse en matrimonios con menos compromiso y confianza sobre el futuro de la relación, incrementando el riesgo de una separación”. Es lo que concluye un estudio realizado en la Universidad de Boston, en los Estados Unidos, donde se pusieron a prueba las expectativas de 265 parejas que acababan de unirse en matrimonio.