Durante la Gran Guerra, los rusos tuvieron la osadía de construir el Tanque del Zar, un vehículo militar como el mundo nunca lo había visto antes. Sin embargo, esta especie de triciclo gigante tenía un pequeño problema.
La era de los tanques de guerra.
Por si fuera poco, toda clase de innovaciones militares eran financiadas para que salieran del papel. De forma simultánea, varios países presentaron su concepto de tanque – como “el tanque de agua”, término acuñado por los británicos para ocultar el propósito real del vehículo artillado que estaban desarrollando.
La mayoría de los tanques que surgieron durante la Primera Guerra Mundial siguen un diseño parecido: una carcasa protectora motorizada con orugas para desplazarse por cualquier terreno y hacer las veces de escudo para las tropas. Algunas de las primeras versiones incluyeron ametralladoras y cañones para agregar habilidades ofensivas y poder realizar ataques a posiciones enemigas.
Toda clase de diseños y propuestas fueron considerados. Sin embargo, uno de los conceptos más inusuales en esta nueva era de la tecnología militar fue el Tanque del Zar de los rusos. Con una altura que superaba los 9 metros y un peso de 60 toneladas, esta máquina monstruosa asemejaba más a un triciclo que a un tanque de guerra. Estaba equipado con dos ruedas gigantescas que, en teoría, permitirían superar cualquier obstáculo.
Netopyr, el Tanque del Zar.
También conocido con el nombre de Netopyr, este monstruo surgió en la mente de Nikolay Lebedenko, un ingeniero militar ruso que trabajó en el diseño original junto con Nikolai Zhukovsky, Boris Stechkin y Alexander Mikulin.
El Tanque del Zar era realmente enorme, incluso para los estándares actuales. Tenía poco más de 9 metros de largo y 4 metros de ancho. Se trataba de un vehículo armado en forma de T con una torreta principal erizada por ametralladoras. En los laterales también presentaba ametralladoras para cubrir los requerimientos de ofensiva. Un total de 10 operarios se encargaban de manipular el vehículo.
Cada una de sus ruedas era impulsada por un motor de 250 caballos de fuerza, mismos que fueron adaptados a partir de motores de zepelines alemanes capturados. En suelo firme, el Tanque del Zar alcanzaba una velocidad máxima de 18 kilómetros por hora. En la retaguardia, un pequeño rotor metálico le proporcionaba estabilidad, dotando a este vehículo militar con la apariencia de un triciclo con esteroides.
Nicolás II.
El Tanque del Zar heredó el nombre de Nicolás II, el gobernante de Rusia. Mostró especial interés en el proyecto después que Lebedenko le mostrara una versión funcional a escala en 1915. Lo probaron en el piso sorteando una variedad de obstáculos como libros y otras barreras, cosas que el modelo miniatura superó con facilidad.
Nicolas quedó realmente impresionado con el concepto y proporcionó a Lebedenko un financiamiento de 250,000 rublos. La construcción del vehículo se llevó a cabo bajo un secretismo increíble. Cada una de las piezas para el Tanque del Zar se produjeron como si estuvieran destinadas para naves de batalla o máquinas industriales, por lo que muy pocos sabían sobre el proyecto.
La primera y última prueba del Tanque del Zar.
El 27 de agosto de 1915, el Tanque del Zar hizo su primera prueba de campo. Lo condujeron por un camino marcado con leños sobre una zona pantanosa. En determinado momento pasó por encima de un tronco y se salió del camino dirigiéndose directamente a una zona inundada. Y fue ahí donde se quedó.
Las ruedas se atascaron y el Tanque del Zar no pudo salir del fango. El peso del vehículo era demasiado para la parte trasera, por lo que el rotor trasero se hundió fácilmente. A pesar de los enormes motores, aquellas dos grandes puedas no tenían poder suficiente para sacar al tanque del atasco.
El proyecto fue abandonado y el vehículo se quedó en el fango hasta 1923, cuandolo rescataron para venderlo como chatarra.
Los historiadores militares han debatido desde hace mucho sobre la efectividad del Tanque del Zar en el campo de batallas si su diseño hubiera sido refinado. Sin duda alguna, el simple hecho de ser un vehículo tan enorme hubiera intimidado a los soldados enemigos, especialmente en aquella época donde los tanques aún eran algo relativamente desconocido.
Sin embargo, el impresionante tamaño del Tanque del Zar resultó ser su talón de Aquiles, además que la artillería pesada hubiera podido dañar con suma facilidad sus ruedas.