viernes, 20 de abril de 2018

Las cejas podrían estar tras el éxito evolutivo de nuestra especie (se va a creer mucho el pope)

Un nuevo estudio sobre selección natural encontró que esas vellosidades encima de nuestros ojos resultan esenciales a la hora de transmitir emociones – y para construir lazos entre humanos. Los Homo sapiens no se distinguen precisamente por ser una especie pacífica. Pero resulta imposible negar que ese inventó llamado civilización convenció, al menos a unos cuantos, de resolver las disputas a través del diálogo, y no a golpes.

Frida kahlo

La evolución e importancia de las cejas.

Prueba de lo antes mencionado es un artículo científico publicado hace unos días en la revista Nature. Un grupo conformado por tres arqueólogos de la Universidad de York encontró que, a medida que los seres humanos empezaron a depender de las relaciones sociales para subsistir, la selección natural favoreció a aquellos individuos con cejas expresivas y repletas de músculos, mismas que les otorgaban la capacidad de revelar emociones útiles a través de una simple mirada.
Desde hace algunas décadas ya sabíamos que nuestros ancestros, especies como el Homo erectusy/o el Homo heidelbergensis, exhibían unas cejas arqueadas de tamaño considerable, mismas que eran apoyadas por estructuras óseas visibles en los fósiles. Muchos evolucionistas argumentaban que se trataba de un efecto secundario anatómico de otras características relevantes en el cráneo del primate, como la mandíbula fuerte y el posicionamiento de los ojos.
El investigador portugués Ricardo Godinho y sus colaboradores emplearon una simulación por computadora para modificar el tamaño de las súper cejas en nuestros ancestros y comprobar (o no) dicha hipótesis. Encontraron que aquella frente poderosa de los homínidos prehistóricos no tenía ningún tipo de influencia biomecánica sobre la fuerza de la mordida o la posición de los globos oculares.

Selección natural.


Era hora de modificar el enfoque: en lugar de hacerse pedazos, los antepasados humanos que superaron la carrera evolutiva lo hicieron porque eran buenos en dialogar y pedir ayuda. Y en esto, esas vellosidades que tenemos encima de los ojos resultan fundamentales.
“Un movimiento rápido con las cejas hacia arriba es una señal de reconocimiento y apertura para la relación presente en todas las culturas”, aseguró a través de un comunicado Penny Spikins, que también forma parte del estudio. “Movimientos sutiles con las cejas también resultan fundamentales para evaluar la confiabilidad de un individuo. Y ya se ha comprobado que aquellas personas donde el botox impide el movimiento de esta región de la frente resultan menos capaces de expresar emociones a otros”.
Según esta inusual interpretación, a lo largo de los últimos 100 mil años – ya con el Homo sapiens muy próximo a alcanzar su forma anatómica contemporánea – las grandes cejas empezaron a disminuir de forma drástica y, según los investigadores, hace apenas 20,000 años las presiones evolutivas por la socialización se vieron acentuadas con la adopción de la agricultura de forma que los cráneos se fueron haciendo absolutamente idénticos a los actuales.

Antecedentes de la relación entre cejas y el éxito evolutivo del Homo sapiens.

Homo heidelbergensis
Já Kabwe 1 (el fósil de Homo heidelbergensis propiedad del Museo de Historia Natural de Londres que fue utilizado para la simulación) presentaría cejas más grandes por razones opuestas: para parecer más masculino y aparentar mayor agresividad ante sus adversarios.
Charles Darwin ya había hablado sobre esto. En el libro La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, hace énfasis en la importancia de las cejas. En el capítulo 12, donde se abordan las reacciones de terror y miedo, dice: “la atención se manifiesta a través de la discreta elevación de las cejas, y a medida que dicho estado avanza hacia la sorpresa, estas se hacen más elevadas, con los ojos y la boca bien abiertos”.

Para el padre de la biología moderna nunca hubo duda de que la selección natural no sólo forjó nuestros cuerpos, sino también nuestras emociones.