La única especie tecnológicamente avanzada que conocemos es la humana, no tenemos ningún tipo de certeza sobre la existencia de otra similar o superior en la inmensidad del Cosmos. Sin embargo, muy pocos han explorado la posibilidad de que nuestro planeta, a lo largo de sus 4,500 millones de años, haya albergado más de una civilización industrializada.
El término “Silurian” fue acuñado originalmente por la serie Doctor Who, una producción británica de ciencia ficción, donde hace referencia a una raza reptiliana que habría existido sobre la Tierra millones de años antes que apareciera nuestra especie.
Las marcas del pasado.
Publicado a inicios de mes en el International Journal of Astrobiology, en el artículose describe el tipo de rastro que una especie tecnológicamente avanzada puede dejar. Schmidt y Frank tomaron los rastros observables del Antropoceno, la era vigente en la que la actividad humana influencia determinados procesos planetarios, el clima y la biodiversidad, como una guía de lo que podríamos esperar de otras civilizaciones parecidas.
Es importante recordar que resulta muy improbable que cualquier tipo de estructura firme haya sido preservada a través de las decenas de millones de años de actividad geológica – algo que aplica tanto para la civilización humana como para cualquier posible percusor “siluriano” en nuestro planeta.
Rastros imperceptibles.
La propuesta de este par de científicos es procurar señales mucho más sutiles, tales como subproductos del consumo de combustibles fósiles, materiales sintéticos, episodios de extinción masiva, contaminación plástica, sedimentación interrumpida por el desarrollo agrícola o la presencia de isótopos radiactivos potencialmente causados por detonaciones nucleares.
“Se tiene que indagar en muchos campos diferentes y reunir lo que se pueda ver”, dice Schmidt. “Hablamos de geología, química, sedimentología y muchas otras disciplinas. Es realmente fascinante”, complementa.
La ecuación de Drake.
En la publicación de Schmidt y Frank se vincula la hipótesis siluriana con la ecuación de Drake, un abordaje probabilístico obra del astrónomo Frank Drake que tiene como objetivo determinar el número de civilizaciones avanzadas en la Vía Láctea. Una de las variables más importantes de esta ecuación es el tiempo que las civilizaciones tienen capacidad de transmitir señales detectables.
Pasando al tema de civilizaciones tecnológicamente avanzadas en el universo, una de las proposiciones para que aun no hayamos logrado establecer contacto con una especie alienígena es que esta variable de “duración de tiempo” puede ser extremadamente corta – ya sea porque las civilizaciones tecnológicamente avanzadas terminan autodestruyéndose o porque aprenden rápidamente a vivir de forma sustentable en sus planetas.
“Resulta plausible que este periodo detectable de una civilización sea mucho más corto que su longevidad real, porque [los humanos] no podemos demorar demasiado tiempo haciendo la misma clase de cosas”, explica Schmidt. “Nos detenemos porque arruinamos todo o aprendemos a no hacerlo. De cualquier manera, la explosión de las actividades, el desperdicio y las cantidades masivas de rastros suceden, de hecho, en un período muy corto de tiempo”.
“Quizás esto sucedió mil millones de veces en el universo”, agrega, “pero sí apenas dura 200 años cada vez, jamás llegarás a observarlo”.
La hipótesis siluriana.
La misma lógica se aplica a cualquier civilización que pudo haber surgido en la Tierra, simplemente para entrar en colapso o aminorar las actividades que amenazaban su vida útil. No hay duda, existen algunas lecciones no tan sutiles que la humanidad puede obtener de este camino bifurcado que es, a fin de cuentas, una versión industrial del viejo mantra evolutivo: adaptarse o morir.
Este es uno de los temas nucleares de la hipótesis siluriana. Si fuéramos capaces de hacer una reflexión sobre la probabilidad de que no hayamos sido los primeros terrestres en construir una civilización tecnológicamente avanzada, quizás tendríamos una mejor apreciación sobre la precariedad de nuestra situación actual.
Descentralización humana.
“La idea sobre nuestro lugar en el universo ha sido ese distanciamiento progresivo de nosotros mismos del estudio”, dice Schmidt, citando algunas creencias obsoletas, como el modelo geocéntrico del universo. “Pareciera un retiro gradual de una visión totalmente auto centrada, y [la hipótesis siluriana] no es más que otra forma de hacer esto”.
“Debemos ser objetivos y abiertos a todo tipo de posibilidades”, agrega, “de forma que podamos entender lo que el universo tiene para ofrecernos”, culmina.