En el devenir histórico, los eventos importantes no se acuerdan para que sucedan en determinada fecha. Simplemente suceden, a veces con tan mala suerte que terminan opacados por otros hechos más relevantes. Por ejemplo, si eres un escritor medianamente famoso al que le gustaría ser recordado u homenajeado el día de su muerte. Lo peor que te podría pasar es morir el mismo día que George R. R. Martin.
En casi cualquier otro día, los eventos de esta lista hubieran acaparado los titulares y dominado la atención del público. Pero, ocurrieron casi al mismo tiempo que cosas mucho más importantes que terminaron robándoles protagonismo. Llevándolos de titulares a simples notas al pie.
La liberación de Roma en la Segunda Guerra Mundial.
Pocos saben que la liberación de Roma, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, resultó un episodio sobresaliente del conflicto. Con Benito Mussolini fuera de la jugada, en 1943 los italianos firmaron un armisticio con los Aliados. Sin embargo, los alemanes tomaron el control de la zona norte y centro de Italia.
La liberación de Roma requirió de casi diez meses de intensos combates. El 4 de junio de 1944, esta icónica ciudad italiana se convirtió en la primera capital en escapar de la bota nazi con ayuda de los Aliados. Esta victoria levantó la moral de las tropas; sin embargo, apenas tuvieron tiempo para disfrutarla. El mundo entero dirigió su atención a un evento mucho más dramático y relevante.
El famoso Día D, la invasión marítima más grande en la historia de la humanidad, sucedía en Normandía apenas dos días después de la liberación de Roma. El inédito despliegue militar orquestado por los Aliados buscaba la liberación de toda Francia.
La protesta Olímpica.
Durante los Juegos Olímpicos de 1968, celebrados en la Ciudad de México, la ceremonia de premiación de los 200 metros planos se volvió polémica. Tommie Smith y John Carlos, dos atletas estadounidenses, levantaron sus manos para ejecutar el saludo del Poder Negro. La imagen de los atletas empuñando sus manos en el aire se hizo automáticamente icónica. Sin embargo, lo que sucedió en los siguientes Juegos Olímpicos de verano en Múnich terminaría superándolo por mucho.
El guion de la historia era el mismo: dos atletas afroamericanos, Vince Matthews y Wayne Collett, compitieron en la carrera de 400 metros planos haciéndose con las medallas de oro y plata, respectivamente. Después, durante la ceremonia de premiación y mientras sonaba el himno nacional de los Estados Unidos, Matthews y Collet se reunieron en el podio del primer lugar para conversar casualmente. Y mientras jugueteaban con sus medallas daban la espalda a la bandera.
El Comité Olímpico Internacional consideró que la protesta de los atletas era una falta de respeto, por lo que les prohibió participar en Olimpiadas futuras. Pero, aquellos Juegos Olímpicos de 1972 no son recordados por esta protesta, sino por la Masacre de Múnich. Septiembre Negro, una organización terrorista con sede en Palestina, irrumpió en la Villa Olímpica durante la segunda semana de competencias. En el ataque perecieron 11 miembros del equipo olímpico de Israel, así como un oficial de policía de Alemania Occidental.
El ataque a Clark Field.
¿Qué se te viene a la mente al escuchar sobre un ataque sorpresa de Japón a instalaciones estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial? La mayoría responderá que el ataque a Pearl Harbor. El ataque a Clark Field es otro evento que sucede bajo las mismas circunstancias. El 8 de diciembre de 1941, casi diez horas después de los ataques aéreos en Pearl Harbor, en Hawái, la base aérea Clark Field sufría el asedio del Servicio Aéreo de la Armada Imperial Japonesa.
Ubicada en la isla Luzón, en Filipinas, esta instalación recibió fuego aéreo menor a lo largo del día. Con estas acciones los nipones buscaban neutralizar la fuerza aérea enemiga antes de la invasión a Filipinas. Las bajas y los daños sufridos en Clark Field resultaron menores que los de Pearl Harbor, motivo por el que casi nadie recuerda el evento.
Lo más extraño fue el actuar de los generales a cargo y las consecuencias de su ineptitud. A sabiendas del ataque que se suscitó en Pearl Harbor, en Clark Field no activaron protocolo alguno de defensa. Douglas MacArthur y Lewis Brereton se culparon el uno al otro, pero el evento no tuvo mayor repercusión en sus carreras. Mientras tanto, a los oficiales de Hawái los obligaron a abandonar las fuerzas armadas.
La muerte de dos escritores británicos.
Históricamente, tenemos un montón de ejemplos de famosos cuyas muertes pasaron desapercibidas porque alguien incluso más famoso que ellos murió el mismo día. Aunque esta vez se trata de un caso especial, cuando la muerte de dos grandes escritores británicos quedó eclipsada por un evento mucho más relevante.
C.S. Lewis figuró como académico en las universidades de Oxford y Cambridge. Sin embargo, se le recuerda más por escribir Las Crónicas de Narnia, la saga literaria que daría lugar a las películas homónimas. El otro es Aldous Huxley, un prolífico escritor que publicó más de 50 obras y resultó nominado en nueve ocasiones al Nobel de Literatura. Sin lugar a dudas su libro más famoso es Un mundo feliz, una novelada distópica de ciencia ficción.
Resulta que tanto C.S. Lewis como Aldous Huxley murieron el 22 de noviembre de 1963, el primero por insuficiencia renal y el segundo por complicaciones derivadas del cáncer. Sin embargo, sus partidas apenas recibieron atención mediática. A tal punto que, años después, la revista New York los declaró ganadores del “trofeo a la muerte inoportuna”. Y es que fallecieron el mismo día que asesinaban a John F. Kennedy.
La beatificación del Papa Juan Pablo II.
Quizá no lo recuerdes, pero el proceso que siguió Juan Pablo II para llegar a beato recibió cobertura mediática durante años. Y este proceso culminó el 1 de mayo de 2011, cuando el mundo católico celebraba la vida de un hombre. Aquella fecha, el Papa Juan Pablo II resultó beatificado y canonizado en la Basílica de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano. Hablamos de un evento majestuoso en el que se dieron cita docenas de jefes de estado y otros dignatarios. Sin embargo, prácticamente quedó en el olvido al día siguiente.
Unas cuantas horas después del histórico evento, un equipo de fuerzas especiales de los Estados Unidos asaltaba un complejo en Pakistán donde se encontraba Osama bin Laden. Tras más de una década siendo el hombre más buscado del mundo, el terrorista terminó muerto. Esa noche, el presidente Barack Obama hizo el anuncio oficial, aunque la noticia ya circulaba por todo Internet y no se hablaba de otra cosa en el mundo.
Automáticamente, la beatificación de Juan Pablo II pasó a segundo lugar. Aunque algunas personas, como el presidente de Perú, intentaron reorientar la atención al extinto Papa afirmando que la muerte de Bin Laden era su milagro.
Cortesia de Chucky peleonero
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