martes, 25 de enero de 2022

La Malinche y su relación con la Llorona

 


Todo comenzó cuando el conquistador Cortés recibió como regalo una veintena de esclavas como regalo para intentar apaciguar su furia contra los indígenas, pero nunca imaginó que una de ellas no sólo lo impactaría sino que sería la madre de uno de sus hijos.

Conocida en lengua náhuatl, la que hablaban los aztecas, como Malintzin o Malinalli, la mujer, que después sería identificada como «La Malinche», nació a finales del siglo XV.

Presuntamente fue hija de un cacique, como primogénita le correspondía heredar los dominios de su padre, pero al fallecer, su madre, Cimatl, se casó con otro jefe indígena con el que concibió un varón, quien finalmente se quedó con lo que le correspondía a Malintzin. 

De niña, Malintzin habría sido regalada a otros indígenas y así se empezó a esparcir el rumor de que había muerto. La menor fue vendida como esclava y comprada por un cacique de Tabasco, quien después la regaló a Cortés para tratar de apaciguar su furia contra el pueblo maya en ese estado después de la batalla de Cintla, en la que resultó victorioso.

El concubinato era aceptado en aquellos tiempos, pero únicamente con mujeres bautizadas por lo que después de ser regalada al conquistador, Malintzin recibió la fe católica y el nombre de Marina. 

En un principio Cortés la había entregado a uno de sus capitanes, Alfonso Hernández, pero al descubrir que le sería útil por entender el náhuatl y el maya, la hizo su amante cuando ella tenía 15 años.



La mujer fue cobrando importancia durante la travesía de Cortés hacia la capital azteca, Tenochtitlán, como parte de su plan para derrotar al imperio.

Las crónicas de Bernal Díaz del Castillo la describen como una mujer «entrometida y desenvuelta» que mandaba a todos los indígenas en la Nueva España. 

Algunos señalan que al enamorarse perdidamente de Hernán Cortés, empezó a defender los intereses de los españoles en lugar de los de los indígenas de su misma raza, quienes fueron masacrados por los conquistadores, de ahí que en México se conozca como «malinchistas» a quienes desprecian sus raíces.



De la relación entre Malintzin y Hernán Cortés nació Martín Cortés, el primer mexicano mestizo al que se le conoce con nombre y apellido. 

Sin embargo, Cortés regresó a España y se llevó al hijo de ambos, dejando a su amante sola y despreciada por los de su misma raza.

Según el historiador mexicano Efraín Franco Frías, en la época de la Colonia (1521-1821) empezó cobrar fuerza la historia de que «La Llorona», esa mujer a la que en distintos lugares se le escucha por las noches llorar por sus hijos, era una indígena conocida como «Malinche». 



El nombre de ‘Malinche’ significa traidora, y los indígenas veían en esta la encarnación de la traición y a raíz de que pierde a su hijo, para el pueblo mexicano se convierte en un símbolo de la maternidad, pero de la maternidad triste, ofendida y humillada por el papel triste de entregar a su hijo y ella jamás lo vuelve a ver».

A partir de la entrega de su hijo, la mujer fue duramente criticada por no haber hecho nada para que no se lo llevarán y a partir de entonces «La Llorona» empieza a tener un significado diferente.

La Iglesia Católica modificó la historia para darle un significado de que si eres mujer y te entregas a los amores prohibidos (como la Malinche), no cumples con los deberes tradicionales de madre, «vas a estar condenada al sufrimiento y a estar vagando por el inframundo. 





Nota Cortesía de Chilango Atalaya




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