Estados Unidos acusa a China de desarrollar “armas de control cerebral”. Argumento que el Departamento de Comercio de EE.UU. utilizó como justificante para prohibir las relaciones entre empresas estadounidenses y algunas organizaciones chinas.
Siendo más específicos, 34 de las 37 organizaciones que ingresaron a la lista de negocios prohibidos tienen sede en China. Y una docena de estas empresas están bajo sospecha de crear armamento para el control cerebral.
La frenética carrera de nuevas tecnologías para uso militar.
La prohibición para hacer negocios con estas corporaciones se impone en territorio estadounidense al considerar que dichas entidades representan una amenaza para la seguridad nacional. Esto significa que, sin una autorización expresa del gobierno, las empresas estadounidenses no pueden entablar ningún tipo de relación con las organizaciones referidas.
Según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, estas empresas chinas están desarrollando armas de control cerebral y promoviendo la edición genética para generar súper soldados. Según el gobierno estadounidense, los dispositivos de control cerebral se desarrollarían a la par de manipulaciones genéticas para “aumentar el rendimiento humano”. Proyectos parecidos al polémico Neuralink, donde se establecen vínculos entre el cerebro y las máquinas.
La organización que destaca en la lista prohibida es la Academia de Ciencias Médicas Militares de China (AMMS), pues arrastra a 11 de sus institutos de investigación. En el comunicado especifican que la AMMS y sus institutos se incluyeron en la lista por “utilizar procesos biotecnológicos en apoyo a militares chinos y clientes finales, como el supuesto armamento de control cerebral”. “Estas actividades van contra los intereses de la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”, declaró el Departamento de Comercio.
“¡Acúsalo con tu mamá!”.
De forma anónima, otro empleado del Departamento de Comercio señaló en una entrevista para The Financial Times que los chinos empleaban biotecnología con fines militares. Cosas como las “mutaciones genéticas”, armas de control mental y aumento en el rendimiento humano. El año pasado, The Wall Street Journal publico una op-ed de John Ratcliffe, ex director de Inteligencia Nacional de los Estados Unidos. En este artículo, el político acusó abiertamente a China de realizar “pruebas en humanos”. Empleando elementos del ejército, según Ratcliffe, buscaban desarrollar soldados con “capacidades biológicamente superiores”.
El Ejército Popular de Liberación promueve diversos proyectos de investigación militar, algunos en el ámbito de la neurología. Y lo cierto es que ni siquiera buscan ocultar dichos estudios. En 2018, en la revista Chinese Journal of Traumatology se publicó una investigación sobre la influencia que tendrá la neurociencia en guerras futuras. En el documento se habla desde medicamentos innovadores hasta el uso de tecnologías de control cerebral para mejorar el desempeño de los soldados. De hecho, los investigadores chinos especularon sobre los efectos negativos que podrían causar en el cerebro del enemigo empleando tecnología.
China vs Estados Unidos.
Gina Raimondo, secretaria de comercio, dice que “el desarrollo de la biotecnología y la innovación médica pueden salvar vidas. Desafortunadamente, el gobierno chino emplea estas tecnologías para controlar a la población y reprimir a los miembros de minorías étnicas y religiosas”. Raimondo señala que Estados Unidos no puede permitir que esta nueva tecnología y software se destine a este tipo de actividades. Principalmente porque va contra los intereses de la seguridad nacional estadounidense.
La secretaria no solo acusó a los chinos. También señaló a Irán por “emplear herramientas, que pueden ayudar a la humanidad a prosperar, en creaciones que amenazan la seguridad y estabilidad mundial”. El gabinete de Seguridad Industrial del Departamento de Comercio estadounidense también toma medidas contra las organizaciones que desvían productos nacionales a los programas militares de Irán.
“Estas acciones dejan en claro la política del gobierno estadounidense. Hacer negocios con China representa un conflicto de intereses con la seguridad nacional y externa de los estadounidenses”, señaló Steven Okun, de la empresa de consultoría estratégica McLarty. “Los líderes empresarios promoverán nuevas prohibiciones a la inversión de las organizaciones estadounidenses en China y en entidades chinas, especialmente cuando se trate de tecnología”, prevé el consultor.
El nuevo Pearl Harbor.
Irónicamente, los estadounidenses desarrollan desde hace tiempo un programa de control cerebral propio. Llamado BrainSTORMS, es un desarrollo tecnológico del Pentágono a cargo de DARPA. Pero, es evidente que los chinos están ganando la carrera de nuevas tecnologías para fines militares. Actualmente, las revistas científicas de prestigio están inundadas con artículos de investigadores chinos. Destacan en áreas como la genética, inteligencia artificial, física cuántica, aeronáutica, etc.
Ante la desorganización y desinterés del Pentágono hacia la industria militar estadounidense, algunos especialistas en la materia auguran un nuevo Pearl Harbor.
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