Tras la colisión del asteroide que diezmó a los dinosaurios, el 25% de las especies que habitaban la Tierra resistió a la extinción.
Los investigadores desconocen las razones por las que la extinción resultó más severa en el hemisferio norte que en el sur. Sin embargo, una serie de fósiles localizados en Dakota del Norte, EE. UU., podrían contribuir a resolver el enigma.
Robert DePalma, un estudiante de doctorado, anunció en 2019 que localizó una serie de fósiles de peces y tortugas. Junto a su equipo, DePalma concluyó que estos animales murieron el mismo día del impacto. La evidencia era sólida y los investigadores continuaron analizando el sitio donde se localizaron los fósiles. Situado en Dakota del Norte, es un yacimiento fósil que lleva por nombre «Tanis«.
Un impacto en el peor momento para el hemisferio norte.
Ahora, en un nuevo artículo publicado por Robert DePalma en Scientific Reports se proporcionan más detalles sobre los fósiles. Por ejemplo, reveló que las tortugas, peces y dinosaurios allí enterrados se encontraban en su mejor fase de crecimiento cuando el asteroide responsable del cráter de Chicxulub impactó con la Tierra. Dicho de otra forma: previo al invierno de varios años en el que se sumió la Tierra a causa de la colisión, en el hemisferio norte ya estaba bien instalada la primavera.
Al establecer un cronograma del impacto es posible deducir las consecuencias que tuvo el evento de extinción para las especies. En la última fase del Cretácico, Tanis se encontraba próxima a la costa del Mar Interior Occidental. Un mar gigantesco que en esos tiempos dividía América en dos partes. El análisis de los fósiles sugiere que los animales se ahogaron en cuerpos de agua confinados o semi-confinados creados por la actividad sísmica resultante del impacto. Al poco tiempo, estas zonas quedaron completamente sumergidas.
Los fósiles de peces, como el esturión o pez espátula, localizados en el sitio eran muy jóvenes y debieron eclosionar poco antes de su muerte. Asumiendo que los peces que habitaron zonas templadas durante el Cretácico presentaban los mismos ciclos reproductivos que los actuales, los investigadores concluyeron que sus muertes acontecieron en la primavera o muy al comienzo del verano.
Evidencia fósil.
Para corroborar la hipótesis, analizaron los huesos de peces más viejos. Pues en base al esqueleto de estos animales es posible conocer sus años de crecimiento. “En el hueso aparece una capa oscura que corresponde a los meses de primavera y verano, época en que los animales incrementan el consumo de alimentos y aumentan su ritmo metabólico”, señalan. Además, los isótopos de oxígeno y carbono también varían con el cambio de estaciones.
Al analizar los huesos de los peces más antiguos en Tanis, encontraron que correspondían con las estaciones más calidad. Y a la misma conclusión llegaron tras analizar insectos y plantas leñosas de la zona. En primavera, un desastre de esta magnitud resultaría mucho más perjudicial en cuanto a la extinción de especies. Por otro lado, en otoño muchas plantas ya liberaban sus semillas en preparación para continuar el ciclo la primavera siguiente.
Suponiendo que el invierno se instaló durante casi una década en nuestro planeta, algunas semillas todavía eran viables y aseguraron la supervivencia de las especies que se salvaron. Con este nuevo hallazgo, el estudio apunta a que el hemisferio sur registra menos extinciones que el hemisferio norte, aunque esta hipótesis exige mucha más investigación.
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