Un día llegó a oídos de Zeus que los hombres se habían vuelto malvados y corruptos, y que ya no honraban a los dioses. En seguida bajó a la Tierra para comprobarlo. Lo que vio era peor de lo que había imaginado: los viajeros eran desvalijados por sus anfitriones, las mujeres daban veneno a sus maridos, los hijos ya no respetaban a sus padres... Zeus, horrorizado, abandonó las ciudades y se dirigió al campo, donde esperaba encontrar algo más de humanidad. Cuando llegó al lejano país del rey Lycaon, éste le ofreció un banquete dónde se le sirvió carne humana. Fue la gota que colmó el vaso. Zeus encolerizó de tal modo que tomó una decisión: tachar a todo ser humano de la faz de la Tierra.
El Titán Prometeo, que yacía encadenado a una montaña cercana al Olimpo, oyó los planes terroríficos de Zeus y por medio de un sueño advirtió a su hijo Deucalión y a su esposa Pirra que se refugiaran a tiempo en una nave de madera repleta de alimentos, de la que no salieron hasta que Zeus, comprendiendo que eran seres puros, retiró las aguas. Solos en la primera mañana del mundo, el matrimonio llegó al monte Parnaso, donde crearon un pequeño templo en el que rezaron a Zeus, porque no soportaban aquella dolorosa soledad.
En un primer momento, Zeus pensó en lanzar sus rayos, pero temiendo que el humo profanara el Olimpo, decidió volcar los descomunales odres de los Cíclopes contra la tierra y llamó a Bóreas, el irascible dios del viento Norte, para que con su soplo la tormenta fuese tan violenta como su carácter. No obstante, a pesar del ímpetu de ésta, Zeus pidió a su hermano Poseidón que con su tridente quebrara desde los océanos los cimientos de la Tierra, lo cual provocó que unas imponentes olas inundaran el mundo y fuese esta acción la que diera lugar a los implacables tsunamis y un diluvio que dura nueve días y nueve noches. La Tierra se transformó así un un vastísimo mar que arrasó con toda la vida que había en ella, a excepción del Arca de Deucalión y su esposa Pirra.
El Arca de Deucalión transita la Tierra ya convertida en mar, mientras hombres y animales morirán ahogados.
Finalmente, cuando la tempestad cesó y los cielos comenzaron a mostrar los rayos del sol, el Arca se detuvo en la montaña más alta de Grecia, el Parnaso, que no había sido ahogado por las aguas. Marido y mujer salieron de su refugio, pero lejos de alegrarse de estar con vida, lloraron al observar desolada la Tierra. Pirra se dirigió al templo de Temis para pedir ayuda y poblar el mundo lo más rápido posible. El Oráculo le respondió: “Busca los huesos de tu madre y arrójalos a tus espaldas”.
Aún más entristecida, se negó a profanar los restos de su madre, pero la clarividencia de Deucalión advirtió que el Oráculo había hablado de forma alegórica y no literalmente. En efecto, pensó que “madre” refería a la Tierra madre y que los “huesos” no eran otra cosa que las piedras que yacían en la tierra. Así lo hicieron, recogieron grandes piedras y las lanzaron hacia atrás, por encima de sus hombros. De esta forma, las piedras lanzadas se ablandaban y se transformaban lentamente en hombres, si partían de la mano de Deucalión, y en mujeres, si lo hacían del brazo de Pirra.
Así fue cómo Zeus hizo renacer al hombre, Sin embargo, arrepentido de semejante sentencia, decidió no arremeter nunca más contra la humanidad .
Cortesía del Enano RuckyObsesionado
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