Las salas rojas del Internet son el epicentro de relatos perturbadores y rumores extraños.
Como nunca antes en la historia de la humanidad, hoy disponemos de acceso inmediato a un Universo de información. Es cierto que la era de la información impulsa avances importantísimos en nuestra vida. Pero, nadie puede negar que el mundo informático terminó impregnado con el lado oscuro de los humanos.
Era lógico. Los individuos sin escrúpulos y deseosos de perversión florecen en cada una de nuestras culturas. Algo tan amplio y poderoso como el Internet no podía estar libre de estos entes malignos. Para comprender el origen de las salas rojas, antes debemos asimilar el funcionamiento de la Deep Web.
La Deep Web.
A este Inframundo virtual no se puede acceder mediante buscadores convencionales. Además, se requieren ciertas herramientas para que los navegadores resulten funcionales en la Deep Web. Muchos utilizan el océano como analogía, donde el Internet se ubicaría en aguas superficiales completamente accesibles para cualquiera. Por otro lado, el material prohibido que alberga la Deep Web (lo correcto es Dark Web) reside en abismos insondables del océano profundo.
En esos recónditos sitios de la red se comparten toda clase de archivos y herramientas específicas para su visualización. A menudo, esos unos y ceros repletos de atrocidades y perversión sirven como tarjeta de presentación para negociaciones oscuras, acuerdos asquerosos y contratos criminales. En ese lugar del Internet circula lo peor de lo peor, lo más repulsivo y desagradable de la raza humana. Entre canales ocultos de los que la mayoría ni siquiera sospecha.
Tráfico humano, espionaje, venta de órganos, prostitución, secretos industriales y toda clase de negociación ilícita se encuentra en ese lugar. Si vemos al Internet como un océano de aguas azules, la Deep Web seria un abismo a donde nunca llega un rayo de luz. Zonas en penumbras donde habitan monstruos de la peor calaña.
Salas rojas en la Deep Web.
Y como sucede con las profundidades del océano, en la Deep Web hay zonas casi inaccesibles. Sitios mantenidos por personas que se expresan sin el menor pudor sobre prácticas de canibalismo, asesinato y abuso sexual. También funcionan como bastión de todos aquellos que venden información delicada al mejor postor.
Es precisamente en esa clase de sitios oscuros donde se exhiben las salas rojas. Lugares tan perturbadores y peligrosos de donde difícilmente se sale con vida. El término “sala roja” se acuñó por primera vez en la película Videodrome, una producción canadiense de 1983. La trama relata la existencia de un canal de televisión con transmisiones clandestinas de tortura en una sala iluminada de rojo.
El Internet al servicio del horror.
Pero, en la Deep Web las salas rojas ofertan mucho más contenido para satisfacer la perversión de sus clientes. Se dice que en esta red de transmisiones no existen límites éticos o legales. Las 24 horas del día transmiten asesinatos, violaciones, torturas y toda clase de horrores indescriptibles. El público está integrado por individuos con la mente retorcida y apetito extremo de perversidad.
Al pagar la cantidad acordada, el cliente disfruta de una selección de horrores indescriptibles. De hecho, si desembolsa dinero extra pasa de observar con pasividad a dirigir los acontecimientos. Estas participaciones se convierten en órdenes transmitidas en tiempo real. Se dice que estas producciones son requeridas y observadas por suscriptores en todo el mundo. Desde la comodidad de sus hogares, estas personas promueven la realización de sesiones de tortura a través de un pago en moneda virtual, generalmente Bitcoin.
El paraíso de los pervertidos.
Supuestamente, estas agencias clandestinas también permiten la participación presencial en estas películas. Claro, siempre y cuando el cliente deseoso de perversiones extremas pueda pagarlas. La dinámica de estos eventos asemeja a lo que vemos en películas como Hostel. El contrato implica que el interesado viaje a una localización secreta donde encontrará un auténtico «parque de diversiones» para pervertidos. También se incluye el lugar, herramientas y víctimas previamente seleccionadas.
El concepto de las salas rojas es algo completamente siniestro, amenazador y hasta alarmante. Por eso, muchos creen que se trata de relatos exagerados o simples leyendas urbanas. De hecho, muchos están convencidos de que las salas rojas no son más que una historia inventada del Internet. Una fantasía alimentada por los más bajos instintos humanos. Pero, los relatos sobre esta clase de lugares horripilantes no sólo existen, también crecen de forma alarmante.
Evidencia sobre la existencia de Salas Rojas.
Apenas en 2020, la policía de Países Bajos decomisó una serie de contenedores acondicionados como salas de tortura. Supuestamente, el hallazgo se produjo antes de que estas cámaras se utilizaran. En el lugar encontraron pasamontañas, ropa de policía, chalecos antibalas, tijeras de podar, bisturís y múltiples herramientas de tortura.
El caso de Peter Scully.
El nombre de Peter Gerald Scully está asociado con una sórdida historia sobre las salas rojas. Las autoridades filipinas encontraron a este hombre culpable de violación y asesinato en ese país. Tras sentirse acorralado, cooperó con la justicia revelando un montón de información a cambio de un mejor trato. Los crímenes de Peter Scully empiezan en 2011, cuando el sujeto comanda una gigantesca red internacional de pedofilia desde la isla de Mindanao.
Según la información divulgada por el gobierno, Scully empleaba una dirección en la Deep Web donde convocaba a degenerados de todo el mundo y les facilitaba la divulgación de material criminal. Además, estos monstruos compartían información sobre sus víctimas. En aquella sala roja también se orquestaron negocios, cambiaron víctimas e incluso subastaron a menores. Cada socio pagaba una mensualidad para acceder al asqueroso contenido.
En 2015, cuando la policía filipina atrapó a Scully, en la investigación salió a relucir el caso de una pequeña desaparecida llamada Rosie. Diversos testimonios anónimos confirmaron que la niña apareció en videos de la sala roja que mantenía Peter. Es probable que, tras una sopa de su propio chocolate, Scully confesara el asesinato de Rosie y llevara a los agentes hasta el sitio donde la sepultó. Sin embargo, la sala roja cayó y tanto los registros como los nombres de todos los involucrados terminaron perdidos.
El rumor de El Circulo.
En 2017, surgió un siniestro rumor sobre un grupo denominado «El Círculo». Supuestamente, se trataba de un club donde miembros de todas partes del mundo pagaban una mensualidad para observar sesiones de tortura mediante streaming. Aquel año, El Circulo salió de las sombras tras divulgarse que capturaron a un grupo de guerrilleros del Estado Islámico.
Se dice que ofrecían a sus miembros la oportunidad de elegir el método de tortura que infligirían a cada una de las víctimas. El rumor se hizo tan fuerte que la Interpol levantó una investigación, pero nunca se encontraron pruebas sobre la existencia de El Círculo.
Salas Rojas: entre el mito y la realidad.
Si has navegado lo suficiente por Internet, sabrás que las imágenes sobre asesinatos y suicidios filmados en vivo no son una posibilidad ajena a este mundo. Existen muchas personas interesadas en esta clase de material e individuos dispuestos a satisfacer ese morbo. Por otro lado, los expertos señalan que la Deep Web y sistemas como Tor no disponen de suficiente velocidad para posibilitar un streaming. Y la verdad es que muy pocas veces surge evidencia sobre esta clase de operaciones. Pese a la constante vigilancia de policías cibernéticas en el mundo entero, se desconoce algún proceso legal donde presentaran esta clase de material como prueba del ilícito.
Sin embargo, otros están convencidos que las salas rojas son reales y operan en este preciso instante. Y no sólo disponen de recursos tecnológicos para operar y soportar a su horripilante audiencia. También idearon mecanismos para eliminar cualquier registro en caso de una intervención. Medidas que eliminan archivos enteros sin dejar rastro alguno apenas alguien intenta copiarlos sin autorización. Quizá este es el principal motivo por el que las salas rojas nunca salen a la luz.
La leyenda urbana.
El concepto de las salas rojas quizás se apoye en una leyenda urbana que se popularizó en Japón a principios de la década del 90. Se dice que cuando una persona visitaba cierta dirección de la Deep Web, saltaba un pop-up con la siguiente pregunta: «¿Quieres conocer una sala roja?«. Si el internauta hacía clic sobre el anuncio, lo dirigían a un sitio plagado por contenido horroroso.
Si accedía a uno de esos videos, la página mostraba una lista con los nombres de las personas que vieron el material. La historia señala que la simple visión de este material provocaba una serie de acontecimientos negativos que iban desde la locura hasta la muerte. De hecho, decían que el video se filmó en el propio infierno y allí mostraban una sesión de tortura en el mismísimo averno.
A medida que la leyenda urbana se popularizó aparecieron otras versiones. En la más famosa, las imágenes traumatizantes de aquel sitio provocaban que el visitante se suicidara. En otras versiones, el internauta desarrollaba una obsesión enfermiza por el tema. La necesidad de observar las horripilantes escenas eventualmente le provocaba el deseo de participar en las sesiones de tortura. En una de las versiones más inquietantes, las personas que aparecían en la lista final terminaban desapareciendo y protagonizando otras versiones del video. Para muchos, esta leyenda urbana es responsable por la popularización de las salas rojas en la Deep web.
Cortesia del pervertido de los blogs
No hay comentarios:
Publicar un comentario