Durante la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX, los estudios fotográficos solían utilizar una estrategia para retratar niños pequeños sin que se movieran en el proceso de hacer el retrato, (que tardaba considerablemente más que en la actualidad) esta era que la mamá se sentara en una silla, cubierta por una tela para que apareciera solo el bebé y pudiera mantenerlo tranquilo con su cercanía.
Algunas fotos parecen siniestras o grotescas, pero la mayoría no estaban destinadas a aparecer tal cual las vemos ahora, sino que llevaban marcos ovales de papel que reducían la visibilidad de la madre para lograr el efecto de una foto individual.
Retratarse en esta época era un momento solemne, perpetuar un recuerdo en una era de alta mortalidad.
Nota Cortesía de Doña Mona
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