En 1864, Maximiliano I de México se dirigió a diversas poblaciones del Estado de Guanajuato, entre ellas a la villa de Dolores, la misma en donde dio el grito de insurrección contra la dinastía Bonaparte el cura Hidalgo.
El emperador quiso celebrar el inició de la guerra civil que concluyó con la independencia de México, dando el siguiente discurso, en español, la noche del 15 de septiembre desde el balcón de la casa que habitó el cura Hidalgo:
“Mexicanos:
Más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido desde que en esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano, resonó la gran palabra de independencia, que retumbó como un trueno del uno al otro océano por toda la extensión del Anáhuac, y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo de centenares de años. Esta palabra, que brilló en medio de la noche un relámpago, despertó a todo una nación de un sueño ilimitado a la libertad y a la emancipación; pero todo lo grande y todo lo que está destinado a ser duradero, se hace con dificultad, a costa de tiempo. Años y años de pasiones, combates y luchas se sucedían: la idea de la Independencia había nacido ya, pero desgraciadamente aún no lo ve la nación. Peleaban hermanos contra hermanos; los odios de partido amenazaban minar lo que los héroes de nuestra hermosa patria habían creado. La bandera tricolor, ese magnífico símbolo de nuestras victorias, se había dejado invadir por un solo color, el de la sangre.
Entonces llegó al país, del apartado Oriente, y también bajo el símbolo de una gloriosa bandera tricolor, el magnánimo auxilio; una águila mostró a la otra el camino de la moderación y de la ley. El germen que Hidalgo sembró en este lugar, debe ahora desarrollarse victoriosamente, y asociando la independencia con la unión, el provenir es nuestro. Un pueblo que, bajo la protección y con la bendición de Dios, funda su independencia sobre la libertad y la ley, y tiene una sola voluntad, es invencible y puede elevar su frente con orgullo. Nuestra águila, al desplegar sus alas, caminó vacilante; pero ahora que ha tomado el buen camino y pasado el abismo, se lanza atraída y ahoga entre sus garras de fierro la serpiente de la discordia; mas al levantarse nuestra patria de entre los escombros, poderosa y fuerte, y cuando ocupe en el mundo el lugar que le corresponde, no debemos olvidar los días de nuestra independencia ni los hombres que nos la conquistaron. ¡Mexicanos, que viva la independencia y la memoria de sus héroes!”
El discurso no gustó a los conservadores porque sostenía la visión victimista del Partido Liberal sobre el virreinato, a pesar de que S.M.I. ya había leído la "Historia de México" de Lucas Alamán (Fundador del Partido Conservador). Tampoco gustó a los liberales y nacionalistas que despreciaban la manera en que se exponía a los franceses como salvadores de México. Y por último había desagradado a los propios habsbuguistas, seguidores de la familia imperial de Maximiliano I en Europa, que había gobernado a la Nueva España por casi 200 años.
Contrario a la creencia popular, la celebración del "Grito de Independencia" nunca se llevó a cabo el 16 de septiembre y Porfirio Díaz no lo tuvo que mover de fecha para celebrar su cumpleaños.
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FUENTES:
- "México desde 1808 hasta 1867" (1871) de Francisco de Paula de Arrangoiz.
Nota Cortesía de la Mona Estudiosa (Já, ja, Já)
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