En nuestros días, el tejido de punto es una actividad ampliamente asociada con las mujeres. Sin embargo, en la Edad Media se convirtió en un oficio exclusivamente para hombres.
Convertirse en un tejedor profesional requería mucha dedicación. Se debía ingresar a un gremio de tejedores y pasar aproximadamente seis años aprendiendo. Eventualmente, aprobar un riguroso examen.
Hasta el siglo XVI, los tejedores profesionales pertenecientes a un gremio, confeccionaron cantidades impresionantes de ropa. El oficio cayó en desuso con la invención de la máquina de tejer. En esa época, los hombres abandonaron la actividad y las mujeres la adoptaron como pasatiempo.
En los últimos años, el tejido de punto volvió a estar en tendencia. Gracias a las redes sociales, personas de todas partes del mundo se unen para compartir y promocionar sus últimas creaciones. En Internet se divulgan ideas y solicita apoyo para reproducir toda clase de patrones con nada más que hilo y agujas de tejer.
Aunque se sigue viendo como un pasatiempo propio de la mujer, cada vez más hombres vuelven a las agujas de tejer. Sé que parece extraño, sobre todo si se vive en una sociedad machista. Pero, si consideramos que durante siglos el tejido de punto figuró como un oficio varonil, no hacen más que volver a sus raíces.
Las raíces del tejido de punto.
Hablando de raíces, se cree que los primeros tejidos confeccionados por la humanidad salieron de la mente y manos de pescadores ingeniosos. Solo imagina que eres un pescador que debe alimentar a una familia enorme o a toda una aldea. Sacar un pescado a la vez con una sola línea requiere de mucho tiempo y esfuerzo. Por eso, la hipótesis es que antiguos pescadores tejieron cuerdas para formar redes. Y luego emplearon esas redes para maximizar la pesca, originando lo que hoy conocemos como tejido.
Cuando se habla de telas confeccionadas en los términos de la definición que conocemos (empleando agujas para convertir hilo en una sola pieza), la evidencia más antigua son unos calcetines egipcios. Dichas prendas, de las que apenas sobran fragmentos, presentan intrincados patrones que parecen sugerir no fueron los primeros en su tipo. Y que para el 1000 a.C., la técnica ya estaba perfeccionada.
El tejido de punto en Europa.
El tejido europeo se introdujo a mediados del siglo XIII, y solo la clase alta se permitía la confección de prendas con tejido de punto. En algunas tumbas de la realeza española se localizaron artículos hechos con esta técnica. Y muchas insignias religiosas de España también se confeccionaron con tejido de punto.
Estas prendas no solo se vestían, estaban destinadas a contener las reliquias de los santos. Para el siglo XV la actividad alcanzó tanta relevancia que, a menudo, ilustraban a la Virgen María tejiendo. En ese mismo siglo se establecieron los gremios para aprender el oficio y arte de tejer.
Dichas organizaciones también regulaban los precios y mantenían un control de calidad. En los gremios de tejedores solo se permitían hombres, y el proceso para ingresar era tan riguroso como el que debía seguirse para unirse a un gremio de herreros.
El camino para convertirse en maestro tejedor.
Cualquier hombre que buscara ingresar al gremio de los tejedores tenía seis años de aprendizaje por delante. Transcurrido ese tiempo podía solicitar un examen para convertirse en tejedor oficial. La mitad del tiempo la invertía en su formación aprendiendo de uno de los maestros del gremio, y la otra mitad se la pasaba viajando.
Y es que un aprendiz de tejedor no solo debía aprender las técnicas y estilos de su país. También debía conocer las puntadas, patrones y técnicas empleadas en otros países por los maestros tejedores. Al final, el hombre realizaba una especie de examen de ingreso al gremio. Generalmente le solicitaban que confeccionará una serie de productos: una camisa, calcetines, un sombrero y, con mayor frecuencia, una alfombra.
Y no creas que estas últimas eran piezas sencillas de un solo color. En el Museo de Victoria y Alberto, en Londres, se exhiben algunas de esas exquisitas alfombras confeccionadas en intrincados patrones. Los tejedores también acostumbraban a confeccionar escenas extraídas de la Biblia.
Si demostraba su talento, un maestro tejedor podía convertirse en el tejedor oficial de la familia real que dirigía al país. Era lo máximo a lo que podía aspirar alguien con este oficio.
La invención de la máquina de tejer en la era victoriana.
Durante la era victoriana, el tejido de punto pasó de ser un oficio exclusivo para hombres a un pasatiempo dominado por mujeres. Cuando se inventaron las máquinas de tejer, los comerciantes ya no vieron necesidad de invertir tanto tiempo y esfuerzo para confeccionar toda clase de productos maravillosos.
Para 1880, la idea de que una mujer pudiera tejer bufandas, guantes y calcetines para su amado era una noción completamente romantizada por la sociedad. De hecho, en la era victoriana dichas habilidades domésticas aumentaban el valor de la mujer como esposa.
Así, el tejido de punto se convirtió en un pasatiempo profundamente asociado con las mujeres. A partir de esta época, en el imaginario popular los tejedores dejaron de ser hombres para convertirse en abuelas confeccionando prendas pacientemente en una silla mecedora.
Cortesia de Doña Naturella la pulguera de los blogs
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