Puede que la explicación apeste, pero todo lo que comemos y bebemos nos causa gases. De hecho, es normal producir 1.9 litros de gas -de 15 a 20 petardos- al día.
La flatulencia especialmente fétida, sin embargo, proviene de colonias bacterianas alojadas al final del tracto intestinal, las cuales forman parte de la microbiota normal del colon.
Mucho de lo que comemos también es aprovechado por estos microorganismos, los cuales asimilan los nutrientes de los alimentos, liberando en el proceso sulfuro de hidrógeno y metano, mismos que se mezclan con dióxido de carbono y amoniaco. Esta mezcla de gases forman la composición final del flato, y es la responsable de su olor desagradable, que recuerda al de los huevos podridos.
Al igual que los niños, estas bacterias tienen predilección por los alimentos dulces, de donde asimilan la mayor cantidad de azúcares disponibles. Así, el tipo de carbohidrato presente en la leche, frutas y leguminosas es el que provoca mayores flatulencias.
Por otra parte, una elevada concentración de parásitos protozoarios intestinales, también repercute en el número normal de flatos diarios… ¡Pffff!
Cortesía de Don Pedos
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