Tal vez le tocó convivir en la época equivocada o quizás la sociedad condenó a una mujer con poderes sobrenaturales capaces de llevarles malestar a quien ella quisiera. Pero el caso de Agnes Sampson ocurrido en el siglo XVI aún se si sigue recordando por ser una de las tantas "brujas" que azotaron en Escocia y terminaron en la hoguera.
Lo que tiene de especial de Agnes es que ella se dedicaba a curar a los enfermos o inclusive ayudar en el poblado, aún así fue castigada.
Para finales del siglo XVI en Escocia nació una mujer llamada Agnes Sampson. La dama en cuestión era una conocida partera y curandera, y poseía grandes sapiencias sobre hierbas medicinales con las que ayudaba a todo aquel que lo necesitara. Fue tal su fama que se le atribuyeron poderes psíquicos y de médium.
No obstante, a pesar de sus buenas obras y conocimientos, la envidia de unos pocos puso a la pobre Agnes en el ojo del huracán y la acusaron de ser una bruja, una hereje que había vendido su alma al diablo. En esos tiempos el fervor extremista religioso había pisado ya el suelo de las Tierras Altas, convirtiendo a sus pobladores en personas muy supersticiosas.
Agnes fue apresada por ser supuestamente una bruja, su fama la convirtió en presa fácil. La arrestaron junto con otros 100 sospechosos quienes también fueron condenados por practicar la hechicería, en North Berick. La mujer negó vehemente sus cargos, pero esto no fue suficiente para probar su inocencia
El rey Jacobo VI, tenía un interés particular en los juicios, en especial por el caso de Agnes Sampson: supuestamente, Agnes junto con su aquelarre habían intentado hundir el barco donde se encontraba el Rey y su esposa.
Como se podrán imaginar nadie creyó en la palabra de la curandera, quien a pesar de las torturas siempre juró su inocencia. Dichas torturas incluían ser rasurada totalmente, desnudada, atada a una pared y torturada con un horrible instrumento conocido como la brida de las brujas. De acuerdo con las fuentes, este instrumento de hierro con cuatro dientes afilados colocados en la boca, dos de los cuales presionaban contra las mejillas y dos contra la lengua, impidiendo cualquier movimiento de la boca y cualquier habla.
Pasó días y días sin comer o poder hablar, siendo humillada por crímenes que jamás había cometido. Los guardias al ver tal resistencia la sometieron a otro tipo de males: ataron un torniquete para cortar su circulación y también pusieron una soga alrededor de su cuello. La mente de la sabia se quebrantó y “confesó” los cargos que le impusieron.
Tuvo el mismo destino que cualquier condenada por magia, muerte en la hoguera, Agnes Sampson murió quemada y denigrada.
En la actualidad, en el Castillo de Holyrood (sitio donde fue torturada Agnes), los empleados que trabajan en el lugar cuentan que en más de una ocasión han visto el espíritu de la mujer vagando por los pasillos del lugar, asustando a los visitantes, siendo un alma errática que no ha podido encontrar su descanso.
Cortesía del Enanito Maromero Rick
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