La ciudad de Évora, en Portugal, atestiguó una serie de eventos inexplicables. El 2 de noviembre de 1959, tras el supuesto avistamiento de un OVNI, filamentos blancos y gelatinosos cayeron por toda la ciudad. En cuestión de horas, una densa capa de ese extraño material cubría buena parte del territorio. El gobierno ordenó a los habitantes quedarse en casa y evacuó a todo el personal de oficinas y escuelas.
El organismo de Évora.
Investigadores de la Universidad de Lisboa acudieron para recolectar muestras del extraño organismo de Évora. Mientras tanto, las fuerzas armadas de Portugal aseguraban la zona para ofrecer protección a la población. Tras analizar el material, los científicos concluyeron que la extraña sustancia blanquecina estaba compuesta por organismos unicelulares de alguna clase. Es decir, algún tipo de vida microbiana.
Ahora, la gran incógnita era averiguar su origen. Y es que en los exámenes de laboratorio observaron que el microorganismo tenía extrañas características que no estaban presentes en otra forma de vida en Évora.
Joaquim Guedes do Amaral, director de una escuela, está concentrado en sus actividades diarias cuando sus colegas le advierten que un extraño objeto sobrevuela los cielos de Évora. Pese a que el objeto era visible a simple vista y el cielo estaba despejado, Guedes monta su telescopio para observarlo a detalle.
El OVNI con forma de medusa.
Aproximadamente una hora después del avistamiento del primer OVNI, aparece otro que el profesor Joaquim logra enfocar con su telescopio. Describió al objeto como una especie de medusa, mismo que se desplazaba a gran velocidad con una trayectoria ondular. Señaló que se detenía súbitamente y retomaba la marcha media hora después.
Simultáneamente, sobre Évora se precipitaban millones de filamentos blanquecinos similares a telarañas. Esta lluvia extraña se mantuvo durante 4 horas, y los alumnos llegaron a manipular y jugar el material en el patio de recreo. Tras indicar a los jóvenes que no tuvieran contacto con la sustancia, Joaquim organizó a los maestros para recoger este material con el objetivo de analizarlo en el laboratorio.
Más tarde, un amigo de Joaquín llamado Eugenio e Silva le contó que su hijo, Conceiçao, ejecutaba unas pruebas de aviación en la base de Sintra cuando observó el mismo fenómeno. Es un dato importante, pues se trataba de una confirmación hecha por militares. Años más tarde, Conceiçao e Silva se convertiría en jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Militar de Portugal.
Joaquim acordó un encuentro con su amigo Eugenio, que también pertenecía a la sociedad astronómica de Francia, para analizar la extraña sustancia. Al colocar este microorganismo en las tradicionales diapositivas de microscopio, encontraron una resistencia al aplastamiento. En ese momento, Eugenio propuso a Joaquim elaborar un informe con todo lo que observaran.
Los informes del incidente Évora.
Gracias a este informe se supo que el microorganismo de Évora tenía 4 mm de grosor. El extraño ser estaba formado por un núcleo de tentáculos y reaccionó contra las diapositivas del microscopio. En pruebas posteriores observaron que sus tentáculos soportaban hasta 350 gramos de presión.
“La preparación observada al inicio presentaba diversas coloraciones: una envergadura central amarilla, color huevo, mientras sus tentáculos revelaban un rojo intenso. Eventualmente se produjo una clara alteración de estos colores, al grado que desaparecieron los contrastes dando lugar a un tono marrón amarillento, que se hacía cada vez más oscuro”.
“Los tentáculos están constituidos por filamentos paralelos, unidos entre sí gracias a una sustancia gelatinosa. Cada filamento es transparente, y en su interior se observa un número de corpúsculos que tiende a aumentar con el tiempo […], estos filamentos proyectan fuerza sobre la diapositiva de cristal, dibujando sobre la superficie una línea perfectamente definida […], al centro del cuerpo se observa una abertura en forma de boca, en torno a la cual se perciben finos patrones, tal vez correspondientes a fisuras o pliegues existentes la sustancia que lo compone […]. También se observan manchas oscuras y redondas que trazan una forma pentagonal que se hace cada vez más regular”.
Las observaciones se realizaron a lo largo de dos años. Hasta que los tentáculos, y posteriormente el cuerpo central, se desintegraron y deshilacharon progresivamente.
¿Qué era lo que cayó sobre la ciudad de Évora?
Una de las primeras hipótesis era que se trataba de larvas de medusa, aunque resulta imposible dada la resistencia que opusieron al aplastamiento. También se dijo que podría tratarse de una clase de extremófilo que habita en la atmósfera terrestre y que los humanos desconocen hasta la fecha.
Sin embargo, una tercera propuesta resulta más intrigante. Algunos científicos e investigadores han señalado que el microorganismo de Évora podría ser totalmente ajeno a la biología terrestre. Aventurándose a sugerir que podría tratarse de la primera evidencia de vida extraterrestre.
El incendio que destruyó la evidencia.
Joaquim Amaral donó las muestras que conservaba a la facultad de ciencias de Lisboa. A pesar de que muchos investigadores intentaron frenar, socavar y menospreciar su investigación. De hecho, el dictador António de Oliveira Salazar impidió que se divulgara la noticia sobre este hallazgo. Posiblemente gracias a una carta firmada por un grupo de profesores que buscaban frenar a toda costa la publicación del informe.
En 1978, un terrible incendio en la Facultad de Ciencias de Lisboa aniquila las muestras que quedaban del microorganismo de Évora. Misteriosamente, los bomberos determinaron que las llamas iniciaron muy cerca del lugar donde se almacenaban los restos del microorganismo. En esa catástrofe también se perdieron todos los informes escritos sobre el tema.
Otros relatos sobre una lluvia blanca.
Existen registros históricos de una extraña sustancia que las personas referían como “gelatina de estrellas” en el siglo XIV. Las descripciones que sobreviven la refieren como una gelatina blanca translúcida o grisácea. Actualmente, este fenómeno es atribuido a los meteoritos que tienden a evaporarse tras impactar con la Tierra. Pero, en el pasado las personas creían que era producto del celo de los ciervos.
Argentina.
Guillermo Aguilera, un investigador chileno, asegura haber presenciado en múltiples ocasiones un fenómeno como el de Évora. “Mi experiencia con el extraño fenómeno sucedió varias veces en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la mejor de todas aconteció en Belgrano, un barrio cerca del centro de la ciudad, allá por 1972. Presencié una lluvia real de estos elementos, incluso tomé con mis manos un poco. Al tacto se sentían cálidos, casi sin peso. Si los dejas donde caen no desaparecen tan rápido, pero si los manipulas se desvanecen. Tampoco producen esa molesta sensación de las telarañas”.
Colombia.
Existen más relatos donde se asocia la lluvia de estos microorganismos con el avistamiento de un OVNI. Además del caso de Évora, uno de los episodios más inquietantes sucedió el 7 de diciembre de 1997. Aquella fecha, un grupo de amantes de la ufología se reunió como de costumbre en el cerro de la Huaika, en la región del Tabio. Según los testimonios proporcionados por los miembros del grupo, aproximadamente a las 23:45 horas percibieron una llovizna.
“Lo increíble de aquella experiencia es que sentimos la lluvia y no nos mojamos, lo que caía no era agua, sino un tipo de energía en forma de algodón. Al poco tiempo apareció un objeto tubular fosforescente a unos 1,500 metros de altura y la supuesta lluvia continuó alrededor de 25 minutos”.
Obviamente, como cualquier otro testimonio de curiosos, esto no queda exento de dudas.
Cortesia de Mongolin de la O
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