Genocidio: “acción deliberada que busca exterminar a una comunidad, grupo étnico o religioso, una civilización y/o cultura. Masacre que afecta a un gran número de individuos (pueblos o población)”. Esta es la definición del término “genocidio”, ¿pero, sabes cómo surgió? Hablamos de una palabra relativamente nueva, pese a que los crímenes contra culturas, civilizaciones o grupos están presentes en muchos episodios históricos.
El término genocidio se acuñó en una de las épocas más lúgubres de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial. Raphael Lemkin, un abogado judío que emigró de Polonia antes que el régimen nazi exterminara prácticamente a toda su familia, creó la palabra. En 1994, Lemkin fusionó los términos griegos “genos” (etnia o grupo) y “cedere” (matar) para referir a otro evento vergonzoso en la historia: el trágico final de los armenios en la Turquía de 1915.
“Me interesó el genocidio cuando me percaté de que sucedía repetidas veces. Sucedió con los armenios y, después de los armenios, con Hitler”, señaló Lemkin en una entrevista para la BBC. Desde entonces, las masacres que sólo pueden definirse con esta palabra no han dejado de suceder. Tal es el caso del exterminio de 1994 en Ruanda o la masacre de 2016 contra el pueblo rohinyá, en Myanmar.
¿Por qué los genocidios y las guerras nunca terminan?
En el siglo XX el destino de la humanidad estuvo marcado por tres grandes conflictos, además de cientos de episodios menores y mortales. De 1914 a 1918 el mundo se sacudió por la Gran Guerra. Entre 1939 y 1945 sucedió la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, de 1947 a 1991 las potencias mundiales se enfrascaron en la Guerra Fría.
Cada uno de estos conflictos dejó profundas marcas de sufrimiento y destrucción, y en varias ocasiones estuvimos al borde de un holocausto nuclear. En el período que siguió a la Guerra Fría, el nuevo orden mundial impulso nuevas guerras, campos de exterminio y genocidios. Tal como sucedió en Kosovo, Ruanda, Irak y Bosnia.
Algunos historiadores refieren al conjunto de conflictos que surgió en el siglo XX como una sola guerra o crisis del Estado-Nación. Una guerra extensa promovida por la irrupción del Estado-Nación competitivo en el escenario de las relaciones internacionales. Este periodo es característico por pausas eventuales de una paz armada y precaria, seguidas por hostilidades cíclicas, como sucedió con Japón contra China desde 1931.
El mismo fenómeno se observó desde 1936 entre italianos y etíopes. Este periodo también destacó por la destrucción de países, como Austria y Checoslovaquia ante la Alemania de Hitler en 1938. Cabe mencionar que los humanos han buscado la paz a través de diversos instrumentos internacionales. Por eso se instituyó la Sociedad de las Naciones en 1919 y la ONU tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Predilección por la guerra.
Una y otra vez se retomaron los principios wilsonianos, derivados de la propuesta de paz que hizo el presidente estadounidense Woodrow Wilson, sobre el optimismo humanista de Kant y su esperanza de una paz perpetua. El mundo quería la paz y se organizaron conferencias mundiales en la Haya, así como tratados para la prohibición permanente de la guerra, como el pacto Kellogg-Briand firmado en 1928.
Una década después todos los acuerdos se fueron al caño. En 1938, cuando Hitler invadió Austria y Checoslovaquia, el mundo reanudó una de las etapas bélicas de la extensa guerra que afectaría al siglo XX. Las guerras en este lapso innovaron respecto a los conflictos del siglo XIX. Derivado de la Revolución Industrial, las nuevas estrategias y el avance de las tecnologías posibilitaron un alto poder de destrucción.
La enorme variedad de los tipos de conflictos, muchas veces al interior de una misma guerra, las prácticas de guerrillas y las armas atómicas. La estrecha relación entre revolución y guerra, en muchos casos coincidiendo o resultando en una revolución masiva. El carácter continuo y muchas veces complementario de todas esas guerras, trazaron una línea permanente entre las primeras disputas del siglo XX hasta la conclusión de la Guerra Fría en la década de 1990.
Genocidios generalizados en el siglo XX.
Y muchas de esas guerras suscitadas en el siglo XX se vieron acompañadas por crueles prácticas de genocidio. Pero, incluso antes de la Primera Guerra Mundial, en 1904, los alemanes ya masacraban hereros y namaquas en la actual Namibia. Ya en pleno conflicto, en 1915, los turcos no tuvieron ninguna clase de piedad con los pueblos armenios del antiguo Imperio Otomano.
Durante la Segunda Guerra Mundial los judíos, gitanos, testigos de Jehová, homosexuales y enfermos mentales fueron víctimas del genocidio sistemático más grande que haya visto la humanidad: el Holocausto.
Sin embargo, aquel horror no resultó suficiente para evitar que se repitiera. Tras la guerra de Vietnam en la década de 1970, el régimen instaurado por Pol Pot en Camboya orquestó el exterminio de casi 2 millones de personas. El genocidio volvió a manchar la historia de la humanidad en 1991, cuando los pueblos de la antigua Yugoslavia (croatas, serbios y bosnios musulmanes) se mataron entre sí.
¿Paz?
Durante una década, entre 1991 y 2001, los punteros del reloj del fin del mundo se alejaron de la temible medianoche atómica. Era otro mundo, un nuevo orden mundial basado en la supremacía blanca, anglosajona y capitalista sintetizada en el unilateralismo de Bush y los llamados neoconservadores.
Pero, incluso antes de que llegara el nuevo siglo ya se vislumbraba otro conflicto mundial. En 1993, con el estallido de la primera bomba contra el World Trade Center, en Nueva York, y los terribles atentados del 11 de septiembre de 2001, el mundo volvía a la guerra. Las condiciones para un nuevo conflicto mundial eran propicias, y así se desató la Guerra Internacional contra el Terrorismo. Un episodio ampliamente justificado por un esquema que muchas veces raya en el racismo cultural. Actualmente, no hay buenos pronósticos para un período de paz ni a corto ni a largo plazo.
Cortesia del Tortero Comunista
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