¿Estarías dispuesto a vender tu rostro? Aunque no lo creas, hay empresas dispuestas a comprarlo. Evidentemente que no venderás tu piel, sino los derechos para que se explote comercialmente tu imagen. Al menos una empresa en Japón compra los derechos sobre el rostro de las personas para vender máscaras hiperrealistas.
Se trata de Kamenya Omoto, una empresa con sede en Tokio que paga 40 mil yenes (alrededor de 390 dólares estadunidenses) a los curiosos que quieren ver sus rostros transformados en máscaras. Si ponderas las posibles consecuencias el dinero no es mucho, pero la oferta es aprovechada por los japoneses.
Las máscaras.
En promedio, la empresa obtiene US$ 940 por la venta de cada máscara. Es un amplio margen de ganancia si tomamos en cuenta lo que pagan al donador del rostro. Sin embargo, cuando una máscara se vuelve popular, la empresa adquiere los derechos de imagen a perpetuidad y ofrece un porcentaje de las ventas al donador.
Para ampliar su catálogo de máscaras, empezó a anunciarse en diversos medios de comunicación. Bajo el slogan “That Face”, Kamenya Omoto se volvió tendencia en algunos medios japoneses. Según la empresa, su misión es “crear un ambiente de ficción científica en una época donde la privacidad y los datos personales son más importantes que nunca”.
A primera vista, lucrar con el rostro de una persona puede parecer una situación oscura para muchos. Sin embargo, dado el éxito en la convocatoria de la empresa una buena parte no ve nada malo en vender su imagen. Pero, no todos tienen la “suerte” de inmortalizar sus facciones en una máscara y ganar dinero por ello.
Kamenya Omoto posee un detallado proceso que empieza por la inscripción de los participantes. Todos deben tener más de 20 años de edad y vivir en Tokio. Finalmente, el rostro pasa por un proceso de selección al interior de la empresa. Cuando una persona resulta seleccionada, firma un contrario.
Éxito rotundo.
En las cláusulas de ese contrato se especifica que el seleccionado no puede revelar su identidad. Al mismo tiempo, el fabricante promete guardar sus datos personales. Aunque es un programa que se limita a Tokio, un éxito inesperado en la campaña resultó en solicitudes de otros países. Debido a esto, la empresa modificó el proceso de selección y ahora somete a sorteo la selección de rostros extranjeros.
En 2011, la empresa REAL-f intentó hace negocio vendiendo máscaras en tercera dimensión. Sin embargo, el precio por unidad era exorbitante. Cada máscara podía llegar a costar US$ 4,000. La empresa no despegó y Kamenya Omoto retomó la idea con precios más moderados. Hasta la fecha, la propuesta es todo un éxito.
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