Las ratas topo lampiñas (Heterocephalus glaber) son animales cuyas peculiaridades van mucho más allá de su apariencia. Poseen una súper resistencia al cáncer, soportan un altísimo umbral de dolor, aguantan 20 minutos sin oxígeno y desafían el proceso natural de envejecimiento. Es difícil encontrar estas características en una misma especie, por eso se diferencian de otros mamíferos.
Colonias de ratas topo lampiñas.
Sin embargo, desarrollaron un comportamiento malvado que los hace un poco detestables. La rata topo lampiña posee la terrible costumbre de secuestrar bebés ajenos de su misma especie. Y lo peor es que los vuelven esclavos. Aunque son animales pequeños que rara vez superan los 10 cm de longitud, estas ratas viven en grandes colonias.
Forman una sociedad altamente cooperativa en la que existen hasta 300 ratas obreras. Como sucede en una colonia de hormigas o abejas, la mayoría son incapaces de concebir. De hecho, estos mamíferos también emulan el comportamiento de esos insectos. Entre uno y tres machos se aparean con una sola reina, que se elige en una disputa y es la única capaz de reproducirse.
La rata reina posee el dominio absoluto sobre la colonia. Y en cada alumbramiento es capaz de parir hasta 30 crías sostenidas por las subordinadas. Estas ratas nodrizas alimentan a los bebés con excremento rico en hormonas.
Secuestro de crías por ratas topo lampiñas.
En 1990, un estudio reveló que la consanguineidad no era un factor determinante para la formación de estas colonias. Entonces, para analizar el comportamiento de los roedores en otras colonias, los investigadores liberaron algunas ratas topo lampiñas en colonias ajenas. Posteriormente, hicieron un seguimiento de los animales y el comportamiento observado.
Por alguna extraña razón las colonias empezaron a expandirse. Y ese crecimiento no tenía nada que ver con la reproducción de la reina. Al analizar más de cerca el comportamiento de los individuos, notaron que invadieron colonias vecinas para secuestrar a las crías.
“Al principio detectamos la expansión de las colonias, pero había que ver si este crecimiento era causado por las camadas”, señaló el biólogo Stan Braude. Tras realizar un análisis genético de los tejidos, encontraron que algunas crías fueron secuestradas de colonias próximas. Aunque este comportamiento también se ha observado en primates, los investigadores señalan que tiene mayor fuerza en las colonias de insectos. Es común que rapten larvas y pupas de otras especies y las críen como obreras.
Es un caso muy llamativo de evolución convergente, un fenómeno en el que la presión evolutiva produce características físicas o comportamentales semejantes, aunque no exista vínculo alguno entre las especies. Secuestrar crías es una forma de ayudar a los miembros de una colonia en la recolección de recursos, particularmente en medios hostiles.
Además, una mayor cantidad de ratas obreras se traduce en una expansión sustancial del terreno dominado por la colonia. Allí construyen intrincados recintos subterráneos que se extienden por kilómetros. “El hecho de que pudiéramos documentar este fenómeno con nuestros métodos, sugiere que el comportamiento es mucho más común de lo que imaginábamos. Además, demuestra que es un factor relevante de socialización en estas colonias de mamíferos”, concluye Braude.
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