Nació mortal y terminó como dios. Había nacido en Tesalia, una antigua región de Grecia. Fundó la ciudad de Janícula, acogió a Saturno, quien había sido desterrado por Júpiter. En recompensa, Saturno le otorgó el don de conocer el pasado y el futuro. Se llamaba Jano o Janus, y desde los tiempos del imperio romano, enero estuvo dedicado a él.
Por esos dotes de clarividencia que le habían otorgado, en la mitología
quedó como la divinidad que miraba hacia atrás pero también hacia adelante. De
ahí que su rostro se lo representa doble: uno anciano, con barba y otro joven.
Gracias a sus dotes, se lo designó para que diera inicio al nuevo año.
Claro que no siempre la nochevieja se celebró el 31 de diciembre.
Dos mil años antes de Cristo, para las civilizaciones que poblaban la Mesopotamia, el nuevo año comenzaba en marzo y aún en abril, con las nuevas cosechas. El inicio de la primavera daba lugar a la fiesta llamada Akitu, que duraba días, cuya finalidad era la de renovarse espiritualmente.
También se pedían por cosechas abundantes, por fecundidad y por prosperidad a través de banquetes que abrían la puerta a todo tipo de excesos, sin importar la condición social.
Julio César decidió que el 1 de enero fuera el comienzo del año.
Dos años antes de ser asesinado Julio César realizó
su más perdurable reforma: la del calendario romano. Para
ello contó con el asesoramiento del astrónomo Sosígenes de Alejandría:
reemplazó el calendario lunar por el solar de 365 días y un cuarto. El nuevo
calendario, implementado a partir del 1 de enero del 45 Antes de Cristo, mantuvo
su vigencia hasta 1582, cuando fue mejorado por el papa Gregorio XIII.
Entonces, en los tiempos del imperio romano, se
reunían familiares y amigos en comidas donde abundaban la miel, los dátiles,
pasas, pasteles e higos para darle la bienvenida al nuevo año de la forma más
dulce posible.
Las
fiestas saturnales eran sinónimo de festejos descontrolados.
Pero los festejos terminaron siendo una
prolongación de las Saturnales, fiestas romanas paganas realizadas en honor a
Saturno, que se desarrollaban entre el 17 y el 23 de diciembre. Sinónimo
de desenfreno, se celebraban cuando finalizaban las cosechas. Los esclavos no
trabajaban, festejaban junto a sus amos en interminables banquetes, en un
ambiente de gran permisividad. Eran meses de mucho
descontrol, y cuando llegó el cristianismo se propuso ordenar las cosas. Fue
durante el papado de Julio I que fijó la Navidad el 25 de
diciembre, como un recurso para cortar con tanto paganismo. También impusieron tres días de ayuno al comienzo
del año. Las Saturnales tuvieron lugar hasta el siglo VI.
Las doce uvas de la suerte y otras tradiciones
Los siglos pasaron y cuenta la tradición que en el
año 1909 los productores de uva de Alicante no sabían qué hacer con el
excedente de la cosecha. A alguien se le habría ocurrido venderlas como “las
uvas de la suerte” y fue ahí cuando se popularizó la costumbre
de comer doce uvas con cada una de las campanadas, donde cada una
de ellas simbolizaba un mes del nuevo año.
De todas las costumbres para despedir el año y darle la bienvenida al
nuevo, la de comer 12 uvas es la más difundida.
Las costumbres varían. En
algunos países se comen lentejas para atraer la abundancia. También posee un
significado el color de la ropa interior. Si se viste con algo rojo es para
atraer el amor -besarse a las 0 horas también tendría el mismo efecto- si es
amarillo se busca tener dinero y si es verde, se espera buena salud.
Estaban los que salían a correr con valijas, como un deseo de tener un
año con muchos viajes. Otros procuran arrojar por la ventana hacia la calle
agua, representando que se desechan las malas ondas del año que se va; también
romper platos, o procurar a la medianoche tener dinero en los bolsillos y en
los zapatos para asegurarse prosperidad.
Desde la década del en países como Argentina, Perú entre otros países, la costumbre de quemar muñecos, en los primeros minutos del año que comienza. Para esta ocasión, arderán representaciones que simbolizan al coronavirus, si es que salen de sus casas para seguir la tradición
Habría que preguntarle a Janos, que conoce el futuro, el dios que sabe
lo que viene, qué nos deparará el 2021.
Queridos amigos:
Que despidan bien éste año que agoniza y empiecen un Año Nuevo 2021 lleno de prosperidad, amor, pero sobre todo mucha salud.
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