También llamados pesebres o belenes, los Nacimientos tienen su origen en los “montajes vivientes” que recreó San Francisco de Asís hace casi 800 años. Hoy, son parte importante de la decoración navideña en México.
En el seno familiar, la decoración navideña presenta tres tendencias fundamentales: la de aquellos que han tomado como propias las tradiciones de otros pueblos, con pinos y esferas, incluyendo los Santa Claus; la que combina los elementos propios y extraños; y la de quienes siguen la tradición de los Nacimientos, aunque de una manera un tanto mestiza.
Sin embargo, es en los templos e iglesias donde los Nacimientos son obras extraordinarias por su tamaño, forma y representaciones iconográficas. Es en estos espacios (las iglesias) es donde se conserva la costumbre de “acostar al niño” el día de su “nacimiento”, una tradición que vive desde hace cientos de años.
¿Cuál es el origen de los nacimientos?
De acuerdo con la leyenda, el origen de los nacimientos se remonta a la época de Giovanni Bernardone (1182-1226), mejor conocido como San Francisco de Asís, quien fue el primero en instalar un nacimiento viviente para ejemplificar el nacimiento de Jesús. La fecha exacta es desconocida, pero pudo haber sido en 1223.
Ya habiendo fundado la orden franciscana, él recorría las poblaciones de su natal Italia con el fin de predicar la palabra. En ese invierno de 1223, mientras andaba cerca de Rieti, lo sorprendió la Navidad en la ermita de Greccio, donde se inspiró y reprodujo el nacimiento del niño Jesús.
Ayudado por otros clérigos, construyó una casita de paja, un portal y un pesebre e invitó a todos los lugareños a integrarse en una escena viviente, con José y María, el niño recién nacido, los pastores, y hasta un buey y un burro para mayor veracidad.
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