Hace un par de días se popularizó la noticia de que la NASA descubrió evidencia de un universo paralelo en la Antártida. ¡Que no cunda el pánico! De ninguna forma hablamos de un portal hacia otro mundo. De hecho, el tema gira en torno a un rayo cósmico que alcanzó un detector en esta zona de una forma peculiar, lo que también es sorprendente.
En Marcianos amamos la clase de ciencia ficción que divulgó Asimov. Sin embargo, siempre procuramos distinguir la realidad de la imaginación. Por eso, hoy te explicaremos lo que realmente sucede en esa parte del mundo.
Los peculiares neutrinos.
Como señalamos en una publicación anterior sobre «partículas fantasmas«, lo esencial es comprender el concepto de neutrino. Sabemos que la materia se constituye de átomos. Por ejemplo, nuestro cuerpo contiene átomos de hidrógeno, oxígeno, carbono. Simultáneamente, estos átomos poseen un núcleo conformado por protones y neutrones.
Y esos protones y neutrones se constituyen por partículas todavía más pequeñas: los famosos quarks. Para no hacer la teoría más larga, un quark es algo más pequeño que la cosa más pequeña que tu mente te permita imaginar. Un quark es tan diminuto que no se puede dividir.
Partículas fundamentales.
Existen otras partículas situadas en la misma categoría que los quarks. Es decir, partículas fundamentales que no se constituyen de otras partículas. Hasta ahora se conocen 17, y algunas están más cerca de lo que imaginas. Por ejemplo, los electrones que circulan constantemente por el tendido eléctrico sobre tu cabeza.
También están los fotones, las partículas producto de la radiación electromagnética. Gracias a estos últimos es que podemos disfrutar de televisión, telefonía, radio y una conexión de datos.
El “modelo estándar de la física de partículas” contiene las descripciones de estas 17 partículas fundamentales, así como las fuerzas (igualmente fundamentales) que reaccionan a la interacción entre ellas. En esencia, todo aquello que puedes ver o tocar se explica en el modelo estándar. En otra categoría se encuentran las partículas teóricas.
Con permiso, voy a pasar.
Pero, en un pequeño rincón del modelo estándar encontramos a los neutrinos. A diferencia de los quarks, electrones y fotones, los neutrinos no resultan tan relevantes para nuestra existencia. Y lo atraviesan absolutamente todo. ¿Has visto esas placas de plomo de hasta 10 cm de espesor utilizadas en los bunkers para protegerlos de la radiación? Si recurrieras al plomo para impedir el paso de un haz de neutrinos, el espesor de esa placa tendría que ser de dos años luz.
Pese a esto, los neutrinos tienen capacidad para hacer una serie de “trucos”. Por ejemplo, cuando un neutrino de muy alta energía viaja al interior de un medio, como el hielo, alcanza una velocidad superior a la de la luz en ese medio. En este punto empezarás a dudar de la veracidad de esta publicación pues, hasta donde recuerdas, nada es más rápido que la luz, sobre todo porque lo dijo Einstein.
Sin embargo, la realidad es que nada es más rápido que la luz en el vacío, donde alcanza una velocidad de 299 millones de metros por segundo. En el hielo, la luz “sólo” alcanza los 229 millones de metros por segundo. Y es bajo estas condiciones que un neutrino de alta energía puede ganar la carrera.
¿La NASA descubrió evidencia de un universo paralelo? Es culpa del efecto Askaryan.
Cuando el neutrino rebasa a la luz en el hielo (como sucede en la capa de 2 km de hielo que cubre a la Antártida), se produce un fenómeno conocido como efecto Askaryan.
El efecto Askaryan es la forma elegante de referir al alboroto que produce en otras partículas el neutrino extremadamente veloz. Imagina una canica impactando a toda velocidad otro grupo de canicas en reposo. Esto produce radiación electromagnética (luz si las ondas tienen una longitud que los humanos pueden observar, o radio y microondas cuando esta longitud es superior).
La famosa ANITA.
En la Antártida existe un dispositivo llamado ANITA (Antarctic Impulsive Transient Antenna), cuya misión es detectar esas ondas de radio o microondas que produce un neutrino de altísima energía al atravesar el hielo antártico produciendo el efecto Askaryan. El escenario más común es que un neutrino llegue desde el espacio y penetre el hielo. Por eso, la ANITA flota a 35,000 metros de altura con la ayuda de un globo de helio.
Desde las alturas, el dispositivo es capaz de detectar las ondas electromagnéticas que emanan de la superficie helada en la Antártida. Partiendo de estas ondas, los científicos pueden estimar la energía del neutrino y la dirección del universo desde donde llegó.
Si te preguntas cuál es el objetivo de hacer un retrato hablado de los neutrinos de altísima energía que golpean la Tierra, para allá vamos. “Los neutrinos son creados por colisiones entre rayos cósmicos y los fotones de radiación cósmica de fondo que permea el universo”, señalan los expertos de la Universidad de California en Irvine.
Rayos cósmicos y neutrinos.
En resumen, un rayo cósmico es un pedazo de átomo (protón o núcleo atómico) que atraviesa el universo a velocidades próximas a la de la luz. Estos se generan en sitios calientes y explosivos, como nuestro Sol, o en fenómenos todavía más poderosos como las supernovas.
Esos rayos cósmicos tienen capacidad de interactuar con la radiación cósmica de fondo. Hablamos de una radiación electromagnética muy sutil y tenue, probablemente los remanentes del origen de nuestro universo, en la que se encuentra inmersa nuestro mundo. La interferencia que ves en una televisión analógica es producto de esa radiación cósmica de fondo.
En estas interacciones, los rayos cósmicos generan neutrinos de alta energía. Los mismos que penetran el hielo y generan la radiación electromagnética por el efecto Askaryan. Y sólo entonces la ANITA los detecta. Aunque de forma indirecta, este dispositivo de la NASA tiene la capacidad de detectar rayos cósmicos.
El misterioso evento de la Antártida.
El 12 de diciembre de 2014, una situación extremadamente inusual sucedió en la Antártida. La ANITA detectó un rayo cósmico que alcanzó la Tierra y provenía del interior. Imagina que entró por Siberia, atravesó el núcleo de nuestro planeta y salió por la Antártida, en lugar de llegar directamente desde el espacio como generalmente acostumbran los rayos cósmicos.
Esto podría ser un indicio de que el rayo cósmico se generó en una supernova. La muerte de una estrella es un fenómeno tan poderoso que, en teoría, sería capaz de producir un rayo con energía suficiente para atravesar nuestro planeta y salir por el otro extremo. Sin embargo, existen explicaciones menos ortodoxas. Por ejemplo, que este fenómeno es evidencia de la existencia de una partícula aún desconocida por el modelo estándar.
La realidad es que todavía no se dispone de información suficiente para asegurar tal cosa. Mucho menos sobre la existencia de un universo paralelo donde el tiempo corre al revés, teoría que está muy lejos de posicionarse entre las posibles explicaciones. Es una posibilidad tan loca, que ni siquiera la citaron en el artículo original. En resumen: es falso que la NASA descubrió evidencia de un universo paralelo en la Antártida.