Inevitablemente, los amantes del café alguna vez se preguntaron: “¿puedo morir si tomo mucho café?”. En la literatura médica encontramos múltiples registros de muertes adjudicadas a la ingesta excesiva de cafeína. Por eso, si eres una persona que bebe mucho café o bebidas energéticas, probablemente te interese conocer la cantidad límite de ingesta al día. O la cantidad aproximada de cafeína necesaria para matar a un ser humano promedio.
Entonces, no hay información específica que revele la cantidad específica de cafeína necesaria para quitar la vida a un ser humano promedio. Pero, la pregunta que sirve como título de esta publicación es un tema muy interesante que vale la pena profundizar.
La dosis letal de cafeína.
De lo que sí disponemos para intentar despejar esta duda es de información proveniente de estudios poco éticos y cuestionables. Sólo así los médicos logran comprender lo que sucede al organismo humano ante una sobredosis de cafeína. Y es a través de esta misma información que pueden hacer un estimado de la dosis fatal para el humano promedio.
Dejando en claro que la dosis exacta es prácticamente imposible de determinar cuando hablamos de un individuo en específico, se tiene la certeza de algunas cosas. Por ejemplo, sabemos que la dosis más alta de cafeína a la que sobrevivió un humano fue de aproximadamente 100 gramos.
Tal vez no parece demasiado, pero esa cantidad de cafeína cruda es la que se encuentra en más de 1,000 tazas de café. Dosis menores de cafeína, de entre 5 y 10 gramos, ingeridas en un corto periodo de tiempo ya son suficientes para poner en peligro de muerte a un ser humano. Es difícil encontrar esta cantidad de cafeína en bebidas energéticas o café, pero un puñado de píldoras dietéticas con cafeína fácilmente puede rebasar esos gramos de cafeína.
Sin embargo, estas cifras tampoco pueden considerarse como un mínimo en la letalidad de la sustancia. Hay casos de personas que ingirieron dosis significativamente menores de cafeína y terminaron muertas, y viceversa. Existen informes de sobrevivientes donde el resultado más lógico sería la muerte. Por ejemplo, un informe médico publicó el caso de una pequeña de un año de edad que sobrevivió tras ingerir accidentalmente algunas píldoras dietéticas que consumía su madre. Según las estimaciones del reporte, la dosis total de cafeína que ingirió la niña ascendía a 3 gramos.
Aunque la pequeña tuvo secuelas significativas, como problemas cardíacos y convulsiones inmediatamente después del episodio, sobrevivió a la sobredosis y a largo plazo no padeció problemas mayores. Esta concentración de cafeína en un organismo humano es la más alta documentada en la historia, pues la niña era muy pequeña.
Todo con moderación.
Como puedes observar, hay múltiples factores en juego cuando se trata de determinar la dosis definitiva de cafeína que mataría a una persona. Y cuando hablamos de tazas de café o bebidas energéticas, en la mayoría de las personas es una cantidad enorme. Por supuesto siempre hay excepciones, como aquellos individuos que padecen enfermedades cardíacas y similares, a los que siempre se recomienda evitar dosis significativamente más pequeñas.
La medicina convencional recomienda evitar una ingesta de cafeína que supere los 500-600 mg al día, no necesariamente porque te vas a morir, sino porque podría resultar perjudicial para tu salud. Y existen múltiples razones para esta recomendación, sobre todo si la ingesta de cafeína es regular.
Una vez que conoces las recomendaciones de los expertos, pasemos a las referencias reales: en promedio, una taza de café contiene entre 40 y 150 mg de cafeína. Es responsabilidad del consumidor vigilar la cantidad de cafeína que consume al día pues, generalmente, el café comercial no expone la cantidad en miligramos que se obtienen por cada taza. Como regla general, los médicos recomiendan evitar beber más de tres tazas de café al día.
En las bebidas energéticas la situación es diferente, pues muestran con precisión la cantidad de cafeína que contienen. Por ejemplo, una lata de Monster Energy contiene alrededor de 160 mg de cafeína. Si llegaste a este punto tal vez te preguntes cómo es que la cafeína puede matarnos.
Los efectos de la cafeína en el cuerpo humano.
La cafeína pertenece a un grupo de sustancias denominadas “xantinas”. Estos compuestos son famosos por estimular el sistema nervioso central (SNC). Hablando específicamente de la cafeína, se puede encontrar en más de 60 especies de plantas conocidas. Por eso, no es de extrañar que sea la segunda sustancia psicoactiva más consumida por los humanos. En México, aproximadamente el 85% de la población consume de una a tres tazas de café por día.
La ingesta de cafeína en dosis bajas proporciona múltiples beneficios que ayudan en diversos aspectos como la retención de líquidos, control del dolor, el estado de alerta y una sensación general de bienestar. Y entre mayor es la dosis, más pronunciada es la reacción. Pero, a medida que incrementamos la ingesta de cafeína los riesgos superan a los beneficios.
Como sucede con la mayoría de los estimulantes del SNC, una sobredosis puede generar nerviosismo, ansiedad, dolor de cabeza, dolor en el pecho, presión arterial alta, deshidratación y una dependencia capaz de perjudicar el estado de ánimo si no se sigue consumiendo. En dosis tóxicas la cafeína puede desencadenar una baja presión sanguínea, convulsiones, fallas en el ritmo cardíaco y acidosis láctica.
Sobredosis de cafeína.
Hasta ahora no existe un consenso general sobre la forma en que las xantinas, como la cafeína, promueven las reacciones observadas. Se sospecha que estas sustancias son antagónicas de los receptores de adenosina en la mayoría de las células. La adenosina se encuentra en todas las células de nuestro cuerpo y promueve el correcto funcionamiento de las mismas al mezclarse con otros productos químicos.
Estos compuestos necesitan unirse a los receptores para afectar a las células. Existen cuatro grupos principales de receptores de adenosina en nuestro organismo y sus efectos se clasifican en cuatro categorías. De forma general, los compuestos de adenosina contribuyen a incrementar los niveles de oxígeno en las células, protegen contra los daños que genera la falta de oxígeno, ayudan a desencadenar la respuesta antiinflamatoria natural del cuerpo y participan en la creación de vasos sanguíneos.
Como la cafeína y adenosina tienen una composición química similar, la primera puede terminar uniéndose a los receptores de adenosina evitando que las células funcionan normalmente. El resultado es una estimulación en el CNS, alteración de la frecuencia cardíaca, relajación de los músculos lisos y un efecto diurético en los riñones que puede terminar con una deshidratación.
Es así que una alta dosis de cafeína se vuelve tóxica. Y cuando se une a los receptores de adenosina provoca convulsiones. En sobredosis mayores, la cafeína también inhibe una enzima conocida como fosfodiesterasa, y promueve la liberación de neurotransmisores vinculados al reflejo de lucha o huida. A consecuencia de esto el corazón se acelera, los vasos sanguíneos se dilatan y la presión sanguínea caen. También disminuyen los niveles de potasio que pueden causar una frecuencia cardíaca letal, descomposición de los azúcares en el hígado y un incremento en los glóbulos blancos.
La sustancia siniestra.
Por sí solos estos efectos ya son muy graves, pero también generan problemas secundarios. Uno de los más graves es la acidosis láctica, fenómeno en el que los tejidos del organismo no reciben oxígeno suficiente debido a la baja presión arterial. Las convulsiones se agravan, los niveles de oxígeno en las células caen y la liberación de calcio en el retículo endoplásmico conducen a algo denominado rabdomiólisis: una ruptura en los músculos que provoca la liberación de fibra muscular al torrente sanguíneo. La orina se vuelve oscura y los riñones se obstruyen.
Parece obra del mismísimo demonio, pero recuerda que estamos hablando de una sobredosis y estas reacciones jamás se observan en niveles de consumo normales de cafeína.