Albert Dekker participó en más de 100 películas durante toda su carrera, compartiendo escenario con actores de renombre como John Wayne y Clark Gable. Era un hombre respetado en el medio artístico, un actor que encontró el equilibrio entre el drama y la comedia al punto de convertirse en una referencia para Hollywood entre las décadas de 1930 y 1960. Sin embargo, las extrañas condiciones que rodearon su muerte tomaron por sorpresa a la comunidad cinematográfica estadounidense de la época.
Actor y político.
Además de una versatilidad que lo hizo merecedor de papeles memorables, como el del mentor criminal en The Killers o el Dr. Alex Thorkel en Dr. Cyclops, en la década de 1960 Dekker se involucró con las presentaciones en Broadway. Buena parte de su carrera interpretó papeles que externaban un sentido de responsabilidad y moralidad, por lo que aprovechó su pulida imagen en las pantallas para desarrollar su carrera política de 1940.
Además de hacerse con un escaño en la Asamblea del Estado de California, Dekker recurrió a su popularidad para hacer propaganda de los ideales demócratas, convirtiéndose en uno de los críticos más duros del senador Joseph McCarthy y su McCarthismo, que impulsó la utilización de noticias falsas como táctica de difamación en las contiendas electorales. Albert Dekker participó en la Asamblea hasta 1946, fecha en que entregó el cargo.
La impecable vida privada de Albert Dekker.
Además de una sólida carrera profesional, la imagen pública respecto a su vida personal apuntalaba todavía más la construcción de un hombre casi perfecto. Contrajo matrimonio con la actriz Esther Guerini, una relación sin escándalos ni infidelidades que se extendió durante casi 25 años. Además de la fama de buen marido, se esforzó por construir la figura de un buen padre.
Tuvo dos hijos, John y Benjamin, quienes lo acompañaban a toda clase de eventos sociales, y la pequeña Jan, la única hija de la pareja. Acompañado de los niños, Dekker apareció en numerosas grabaciones, entrevistas y actividades del día a día. Y el apoyo de la sociedad a este padre ejemplar se hizo más intenso en abril de 1957.
Marcado por la tragedia.
En esa época, John tenía 16 años y buscaba instalar un silenciador a un rifle calibre 22 que le había obsequiado su padre. Accidentalmente, el joven se disparó y terminó muerto. La tragedia recibió amplia difusión por parte de la prensa estadounidense, y Dekker recibió todo el apoyo de la industria cinematográfica por su enorme pérdida.
Para 1968, Albert Dekker recién culminaba las filmaciones de la película The Wild Bunch cuando desapareció del radar de sus conocidos en Los Ángeles. Para ese momento tenía una relación con la modelo Geraldine Saunders, pero ni siquiera ella fue capaz de localizarlo. Desesperados, sus otros amigos le dejaban correspondencia bajo la puerta, esperando una posible respuesta que nunca llegó.
La extraña y trágica muerte de Albert Dekker.
El 5 de mayo de ese año, Saunders convenció al administrador del edificio de abrir la puerta para verificar que Dekker no estuviera en su apartamento. Al ingresar, la pareja encontró al otrora célebre actor en una escena dantesca. A los 62 años de edad, Albert Dekker murió vestido dentro de su bañera, tenía una mordaza en la boca, los ojos vendados con una colorida bufanda y las manos esposadas.
Además de estos extraños artículos, un cinturón de cuero colgado de la bañera lo asfixió hasta la muerte. Sus tobillos fueron atados con una cuerda y todo su cuerpo estaba repleto de dibujos hechos con lápiz labial. En torno a uno de sus pezones dibujaron un sol, el aparato reproductor femenino de una mujer sobre el abdomen y la palabra “látigo” en una de sus mejillas, así como otras obscenidades esparcidas por sus extremidades.
Pese a las enormes sospechas de un asesinato, el forense y la policía local concluyeron que se trató de una asfixia auto-erótica. Un proceso en que el actor se indujo la interrupción de la circulación sanguínea para alcanzar el clímax y, accidentalmente, terminó perdiendo la vida ante su incapacidad para soltarse.