La manipulación psicológica de las sectas que permite sumar miembros a su causa, a menudo es muy poderosa. Lo suficiente como para influenciar a las personas en la adopción de ideologías y comportamientos peligrosos. En Marcianos ya presentamos casos de lavado cerebral por parte de sectas que terminan en las peores tragedias.
Sin embargo, la mayoría de los que terminan alienados a las ideologías de estas sectas son personas normales, completamente saludables e inteligentes. Su talón de Aquiles es la fe ciega, impulsada por tácticas de manipulación psicológica de las sectas, cultos y organizaciones ideológicas extremistas. ¿El fin? Reclutar y controlar a sus miembros.
Un guía de manipulación psicológica de las sectas.
A continuación, conocerás cuatro pasos de manipulación psicológica de las sectas que posibilitan un efectivo lavado de cerebro. Si alguna vez te descubres en medio de uno de los siguientes escenarios, lo más saludable sería escapar.
Paso #1: elección del objetivo.
Bajo determinadas condiciones, la mayoría de los seres humanos somos susceptibles a terminar en las redes de alguna secta o culto. En 1993, un estudio publicado en la revista Psychological Reports concluyó que las personas más susceptibles a ser reclutadas por sectas son aquellos que viven bajo constante estrés. Los individuos emocionalmente vulnerables, con poca o nula relación familiar y los que atraviesan condiciones socioeconómicas adversas son el objetivo principal de las sectas.
Las universidades son sitios de reclutamiento por excelencia, toda vez que los jóvenes apenas empiezan a formar su identidad y se han separado recientemente del hogar. Las personas que sufrieron violencia o fueron abusadas en la infancia también son fáciles de reclutar, sobre todo por la necesidad de aprobación que se les negó cuando eran pequeños.
Curiosamente, los reclutadores suelen evitar a toda costa a los enfermos mentales. Lo último que quieren entre sus filas son miembros que exhiban un comportamiento impredecible. Son preferibles las personas mentalmente estables que pueden contribuir a la causa (con trabajo o dinero).
Así, la mayoría de los que terminan involucrados con sectas son personas saludables que atraviesan épocas estresantes.
Pasó #2: sembrar en el objetivo el afecto y comprensión.
Cuando los reclutadores de la secta identifican al objetivo vulnerable, inmediatamente lo bombardean con afecto, aceptación y toda clase de cumplidos. Ronald N. Loomis, un investigador especialista en el estudio de cultos y sectas, dice que los reclutadores acostumbran a cazar estudiantes en los campus universitarios. «Hacen hasta lo imposible para que el estudiante se sienta único y especial».
«Rápidamente buscan que los consideren sus mejores amigos. Y llegan a fingir intereses mutuos para generar la falsa impresión de que tienen mucho en común», señala Loomis.
En mayo de 1999, el investigador publicó un testimonio donde describe un culto que entrenó específicamente a sus reclutadores para actuar en las universidades. Tenían especial interés por los alumnos que salían de las reuniones de asesoría. Generalmente, estos estudiantes presentaban problemas y los reclutadores ofrecían el alivio que debían buscar en terapia psicológica.
Paso #3: aislar al objetivo.
Una vez que el objetivo es cautivado por la promesa de que el universo y la vida finalmente lo comprenderán, el reclutador procede a retirarlo de la sociedad. Muchas veces, este aislamiento es disfrazado de un «retiro espiritual» que se extiende por algunos días. En este lapso, buscan sembrar en el individuo toda la ideología de la secta.
Estos retiros implican que los objetivos se distancien de amigos y familiares, las únicas personas que podrían hacer contrapeso para regresarlos a la realidad. Por si fuera poco, no es raro que les prohíban bloquear toda clase de información externa, incluyendo periódicos, televisión e Internet. Esto es una garantía de que la única «verdad» en la mente de la persona será la ideología del culto.
Paso #4: control.
La próxima etapa consiste en mantener el control sobre el objetivo. Una de las técnicas más socorridas por las sectas es mantener al individuo en un balance entre el amor y el miedo, haciéndolo pasar constantemente por estos dos sentimientos.
«Cuando tenemos miedo, no simplemente escapamos de él, sino que buscamos un puerto seguro, alguien en quien confiar (generalmente una persona por la que sentimos cierto apego). Pero, cuando este puerto también se convierte en la fuente de ese miedo, refugiarse en esa persona es una estrategia fallida, provocando que la persona con miedo quede atrapada entre un acercamiento y el rechazo», señala la psicóloga Alexandra Stein.
El equilibrio de este proceso garantiza la dependencia de los miembros de la secta hacia el líder del culto, quien posee el control. Ese estado de «acercamiento y rechazo» termina rebasando a los miembros de la secta y afectando su capacidad para pensar de forma crítica respecto a la ideología que comulgan.
Escapar de ese congelamiento requiere de un aliado. Puede ser un miembro de la secta que ya está harto de la dinámica, o bien una influencia externa. Cuando los individuos de una secta se ven atrapados por una narrativa predominante, cualquier voz disidente puede ser un ancla para que el individuo abandoné el flujo de la corriente ideológica que le sembraron.