Los “productos naturales” no necesariamente provienen de la acción exclusiva de la naturaleza. De hecho, desde la antigüedad los humanos han logrado intervenir la naturaleza para domesticar plantas y animales, generando nuevas especies o sacando mayor provecho a las ya existentes. Muchas veces, damos por sentado que cosas tan comunes como la vainilla, el brócoli o el olor del gas siempre estuvieron allí, pero la realidad es muy diferente y sin la intervención humana estas cosas serían completamente distintas.
1 – Las infames “abejas asesinas”.
Las abejas africanas, a quienes Hollywood ha creado una terrible fama de asesinadas, jamás hubieran existido sin la intervención del hombre. Pues en el año de 1957, por un descuido humano, 26 enjambres que estaban en cuarentena terminaron escapando y cruzándose. Las temibles abejas asesinas son el resultado de una cruza entre abejas melíferas europeas y africanas.
El biólogo Warwick E. Kerr propiciaba la cruza de abejas mientras intentaba desarrollar una especie que se adaptara mejor a un hábitat tropical y produjera más miel. Instaló las colmenas en una zona de Sao Paulo, en Brasil, y colocó pantallas de aislamiento para evitar que las reinas salieran.
En octubre de 1957, un apicultor visitante que se paseaba por el colmenar notó que las pantallas de aislamiento impedían el flujo óptimo de las abejas obreras, así que las retiró provocando que 26 enjambres quedaran completamente libres en la naturaleza. Posteriormente, las abejas que fueron liberas en Brasil se extendieron por toda la cuenca del Amazonas, pasaron a Centroamérica y posteriormente llegaron a México. En el camino, terminaron cruzándose con otras abejas europeas.
Para la década de 1970, la existencia de una especie invasora de abeja recibió una amplia cobertura mediática propiciando que el cine estadounidense tomara el recurso para incluirlo en filmes de terror. Aquel error de 1957 fue pionero en propiciar los debates sobre la forma en que los humanos podemos influir en los ecosistemas. Hasta la fecha, las estadísticas contabilizan más de mil muertes por abejas africanas, insectos tan agresivos que pueden perseguir a sus víctimas por varios cientos de metros.
2 – El fértil Amazonas.
La cuenca del Amazonas, contrario a lo que sugiere la intuición, no es fértil por naturaleza. De hecho, gracias a los indígenas y la invención de una súper composta con capacidad para propagarse, renovarse y mantener la tierra fértil durante miles de años, al menos 10% de la cuenca del Amazonas se convirtió en tierra fértil.
En el imaginario popular, el Amazonas es un denso bosque verde que sustenta una amplia variedad de flora y fauna, y resulta complicado asimilar que una parte de la cuenca del mismo fue producto de la acción humana. Pero así es. Durante miles de años, los humanos han dado forma a la selva amazónica y los nativos jugaron un papel importantísimo en la creación de la diversidad que distingue a esta región en nuestros días, situación que se supo hace algunos años a través de diversas investigaciones arqueológicas.
El área del Amazonas ha estado habitada por humanos desde hace aproximadamente 13 milenios, lapso en el que lograron domesticar las casi 9 mil variedades de plantas que crecen en estas tierras. Otro hecho que confirma la acción de los humanos en la creación de la selva amazónica es la “terra preta”, un tipo de suelo oscuro y muy fértil proveniente de la mezcla de hueso, carbón y estiércol con la tierra estéril común que predominaba en la región. Las comunidades agrícolas tendieron esta súper composta entre el año 450 d.C. y 950 d.C., cubriendo alrededor del 10% del área total. Cada año, este suelo es capaz de renovarse y aumentar su grosor un centímetro.
3 – Los pavos.
Los famosos pavos blancos de doble pechuga, aves que representan casi el 99% de los animales consumidos durante festividades como el Día de Acción de Gracias y Navidad, se logran gracias a la inseminación artificial pues son incapaces de aparearse naturalmente.
Dado que las aves perdieron su capacidad para reproducirse de forma natural desde hace décadas, los pavos blancos de pechuga ancha son completamente domesticados. Eligen esta variedad pues es la que mayor cantidad de carne produce a un menor costo. La producción de huevos fértiles se logra a través de inseminación artificial, y el animal no logra pasar más de un año con vida.
Evidentemente, existen pavos (dicen que mucho más deliciosos) capaces de reproducirse naturalmente y también descienden de pavos silvestres domesticados; sin embargo, los favoritos para la industria son los blancos de doble pechuga que representan el 99% de los pavos que se comercian en territorio estadounidense.
4 – El brócoli.
El brócoli existe gracias a una cría selectiva de col silvestre que inició en torno al siglo VI. Al igual que los limones, esto lo convierte en un alimento diseñado por la mano del hombre y no por acción de la naturaleza.
Los niños de hace dos mil años no tenían que preocuparse por comer brócoli, pues ni siquiera existía. En aquella época, los horticultores empezaron por seleccionar las plantas de col silvestre que daban brotes más grandes, reproduciéndolas una y otra vez. En torno al siglo XVI, la innovación fue adoptada por agricultores italianos y hasta entonces se volvió un alimento popular. Para 1720 arribó a Inglaterra y mucho después vendría al continente americano.
Respecto a los limones: son una cruza entre naranja agria y cidra. Se cree que inicialmente fueron cultivados en la región noreste de la India, Birmania o China. Sin embargo, la popularidad del fruto despegó en el siglo XV cuando empezaron a cultivar limones en el continente europeo. De hecho, antes de esto solían utilizarlos como plantas de ornato en los jardines islámicos.
5 – El olor del gas natural y el gas LP.
Como ambos gases carecen de olor, se hace necesario agregar un líquido de olor muy peculiar para que la nariz humana pueda detectar las fugas. De verdad, ese hedor tan molesto y penetrante del gas proviene de un líquido llamado etanotiol (etilmercaptano), un subproducto menor del petróleo. De no ser por la presencia de este elemento en el gas comercial, cualquier fuga de gas LP o gas natural podría convertirse en una auténtica trampa mortal.
Para reducir el riesgo de explosión y prevenir la inhalación de dióxido de carbono, el gas natural también se mezcla con otros compuestos como el tert-butiltiol y otras variedades de tioles.
6 – Las perlas.
Obviamente que las perlas provienen de las ostras, pero desde hace mucho la obtención de estas piezas dejó de involucrar a la suerte. En la actualidad, el 99% de las perlas que se comercializan han sido cultivadas por granjeros en condiciones controladas.
Cuando un parásito o animal acuático ataca el contorno de la concha del molusco, puede terminar dañando el tejido interno y se produce una perla. Estas son las “perlas naturales” formadas por cuestiones de puro azar, pero son tan escasas que apenas representan el 1% de las que se comercializan en el mundo.
Empleando grupos de moluscos bivalvos (ostras de agua salada o mejillones de río de agua dulce), los granjeros cultivan perlas bajo condiciones completamente controladas. Se trata de recolectar varias conchas que son cortadas en cubos para posteriormente darles forma esférica. La recolección de tejido del manto se hace con ostras o mejillones y se dispone en otro ejemplar junto con la concha. La segunda ostra es regresada al agua, y transcurridos entre 2 y 7 años, la perla es recubierta con nácar. Las perlas de colores se producen al agregar tintes naturales a la concha del molusco.
7 – La vainilla.
Sin intervención humana, la vainilla simplemente no puede crecer. De hecho, las plantas de vainilla tienen que ser polinizadas a mano, pues la polinización natural con abejas tiene tasas de éxito muy pobres. Muchos productos relacionados con la vainilla contienen vanilina, un compuesto producido sintéticamente a partir de la lignina, un polímero encontrado en la madera y subproducto en la producción de papel.
Las orquídeas de vainilla son nativas de México y la planta puede ser polinizada por abejas de las orquídeas; sin embargo, esta especie sólo puede vivir en México, e incluso en el área donde mantienen su hábitat los indicies de polinización exitosa apenas alcanzan el 1%. Por eso, en todo el mundo la vainilla se poliniza a mano. A partir de su floración, los agricultores disponen de aproximadamente 12 horas para polinizar cada flor. Con un tallo de hierba o algo parecido se levanta una porción del estigma llamada rostelo de forma que la antera pueda introducirse para liberar el agente polinizador. Una plantación de vainilla puede mantenerse activa durante 12 años.