El Rey Arturo es una de las figuras más conocidas en la historia de la caballería; sin embargo, más allá de la ficción y las leyendas tenemos a otros personajes como Eduardo de Woodstock, el Príncipe Negro, cuyas hazañas increíbles lo hicieron trascender en la historia. Por otro lado, también existieron miles de individuos que rigieron sus vidas por un estricto Código de Caballería a lo largo de la Edad Media. Y muchos realizaron actos heroicos aunque, tristemente, no les alcanzó para evitar que los olvidaran. Hoy, te presentamos cinco grandes caballeros de los que probablemente nunca has escuchado.
Guillermo de Warenne II.
El 2º Conde de Surrey fue hijo de uno de los barones más allegados a Guillermo I de Inglaterra, mejor conocido como Guillermo el Conquistador. En un principio, Guillermo se rehusaba a servir a su rey, Enrique I. Sin embargo, tras la invasión a Inglaterra encabezada por Roberto II de Normandía en 1101, Guillermo terminó comandando los esfuerzos de defensa contra los invasores.
Para 1110 ya se había convertido en uno de los confidentes más cercanos a Enrique I, y solía acompañarlo en la corte frecuentemente. En 1119, durante los roces con Francia, Guillermo terminó jurando realdad eterna a su rey: “no hay nadie que pueda persuadirme a traicionarlo”, prometió.
Gilbert de Clare, VI conde de Hertford.
Gilbert De Clare, apodado “The Red Earl” (probablemente porque era pelirrojo), descendía de los reyes Guillermo I de Inglaterra y Roberto I de Escocia, por lo que podemos imaginarlo como el típico caballero inglés.
En abril de 1264, en el marco de la Segunda Guerra de los Barones, encabezó la masacre de los judíos en Canterbury. Ese mismo año, le otorgaron el título de conde y en el mes de mayo participó en la Batalla de Lewes. Lo excomulgaron, cambió de bando durante la Batalla de Evesham y todavía alcanzó a participar en la invasión del País de Gales, en 1228.
Andrew Harclay.
El 1er Earl de Carlisle dedicó gran parte de su vida a pelar contra los escoceses en la frontera con Inglaterra. En 1315 logró derrotar a Roberto I de Escocia durante un sitio al Castillo de Carlisle. Al poco tiempo, los escoceses lo tomaron prisionero y únicamente lo dejaron en libertad tras el pago de un jugoso rescate.
En 1322 logró su mayor conquista al enfrentarse a su otrora aliado Tomás Plantagenet. Conservando su lealtad al rey, Harclay logró derrotar a Tomás en la Batalla de Boroughbridge y lo presentó para que lo ejecutaran.
Tomás Plantagenet.
Este noble inglés, Conde de Lancaster y Leicester, resultó figura protagónica durante las Ordenanzas de 1311 mediante las que se impusieron fuertes restricciones a la autoridad del rey Eduardo II de Inglaterra, su primo. En 1314, tras la Batalla de Bannockburn, Eduardo quedó sometido a la voluntad de Lancaster, y éste se convirtió en el auténtico gobernante de Inglaterra.
En 1321 se reveló contra la familia Despenser. Tras su derrota en la Batalla de Boroughbridge, se le juzgó y fue decapitado en su propio castillo.
Enrique de Grosmont.
Este caballero era tan valiente y temido como su tío, Tomás Plantagenet. En 1341, celebraba la Navidad disputando un combate sin armadura que resultó en dos muertos y un herido de gravedad, aunque el buen Enrique salió completamente ileso del conflicto.
Después, ya como teniente logró protagonizar importantes victorias contra los franceses, en Bergerac y Auberoche. Además de un excelente soldado, Grosmont fue un reconocido político y diplomático de su época. Gracias a su intervención, Inglaterra pudo mantener un periodo de paz con Francia. En 1351, por los servicios prestados a la Corona, se convirtió en el primer Duque de Lancaster.