Cropsey es el coco por el que los niños tienen miedo de ir al baño en la madrugada, el ente que tu madre aseguraba te llevaría si no te comportabas. Es el nombre que susurran aquellos que ingresan a una casa abandonada, y también un demente armando con un garfio que asesina por nada más que puro placer. Aquel al que llaman Cropsey es una leyenda, una entidad terrorífica que se niega a morir y parece alimentarse del miedo que provoca en los humanos.
En el distrito de Staten Island, al interior de la populosa Nueva York, la leyenda urbana de Cropsey es una de las más populares. Según los relatos vigentes, este personaje habría escapado de la custodia judicial mientras cumplía condena en un hospital psiquiátrico, pues se consideraba un maniático extremadamente peligroso al que mantenían completamente aislado en una celda de donde jamás debió salir.
El Hospital Seaview.
La leyenda dice que escapó del Seaview Hospital, un sanatorio de tuberculosis en Staten Island clausurado en 1974 tras varias denuncias de sobrepoblación y negligencia. Los pacientes del Seaview enfrentaban condiciones inhumanas: desnudos, con raciones limitadas de comida y en un completo estado de abandono. Muchos de estos enfermos fueron confinados a pequeñas celdas de tres metros cuadrados donde se mantenían día y noche en completa oscuridad.
Probablemente la historia de Cropsey no pasaría de una leyenda urbana, como las que se inventan en todas las culturas del mundo para asustar a los pequeños. Sin embargo, un sujeto llamado Andre Rand aseguraba que Cropsey era responsable de los actos perversos que se le imputaban.
Andre Rand y la Escuela Willowbrook.
Andre Rand, cuyo verdadero nombre era Frank Rushan, solía trabajar como celador en la Escuela de Willowbrook, una institución estatal enfocada en menores problemáticos que se ubicaba a unos cuantos kilómetros del Seaview Hospital. A lo largo de las cuatro décadas que estuvo en funcionamiento, Willowbrook fue escenario de múltiples historias desagradables relacionadas con el abuso de menores. Pese a los rumores de golpizas y violaciones, jamás se encontró evidencia concreta y mucho menos denunciantes de los actos.
Aunque próximas y acusadas de trato inhumano, la Escuela Willowbrook y el Seaview Hospital funcionaban como instituciones independientes. A Willowbrook llegaban niños de programas que los retiraban de las instituciones educativas tradicionales por considerarlos un riego para sus compañeros.
Geraldo Rivera, un presentador de televisión, logró infiltrarse a Willowbrook en el año de 1972 para realizar filmaciones sobre las condiciones del lugar que después se presentaron ante el gran público. Después que las imágenes mostraran a los menores siendo esposados y reprendidos por los empleados, el escándalo no se hizo esperar. La escuela fue clausurada, los estudiantes reubicados en otras instituciones y los empleados despedidos o enviados a prisión.
Un loco en el bosque Greenbelt.
Andre Rand, que en aquella época se desempeñaba como celador de Willowbrook, solicitó permiso para quedarse en el lugar después de la clausura. Lo aceptaron como vigía encargado de cuidar las instalaciones, darles mantenimiento y mantener a los intrusos a raya. El terreno quedó totalmente cercado y Andre se dedicó a cuidar el patio del edificio principal, una zona que se deterioró rápidamente hasta quedar en ruinas.
Para varias personas, Andre Rand debía estar en prisión junto con los demás empleados condenados por el maltrato en Willowbrook. Varios exalumnos acusaron directamente a Rand de llevar a cabo numerosos actos de crueldad y violencia. Incluso se le llegó a acusar de tortura, faltas que presuntamente perpetró en el cobertizo donde vivía.
Independientemente de la veracidad de estas acusaciones, Andre Rand jamás recibió una acusación formal por su conducta en la institución. Aislado del resto de la sociedad, simplemente siguió viviendo en aquel mismo cobertizo. Era una persona extraña sin amigos o familiares cercanos. Solía matar el tiempo recorriendo el terreno de aquella escuela abandonada para recolectar toda clase de objetos abandonados.
También lo vieron acampando en Greenbelt, un denso bosque que rodeaba Willowbrook. Diversos testigos relataron que Andre Rand solía hablar solo y conversar con individuos imaginarios, a quienes podía insultar con toda clase de improperios o reír a carcajadas. La gente solía evitar a este hombre enorme y mal encarado.
Desapariciones en Staten Island.
La primera desaparición de un infante en el bosque Greenbelt tuvo lugar en 1972, cuando Alice Pereira, de apenas 5 años de edad, desapareció sin dejar rastro mientras jugaba con su hermano. Supuestamente, la niña se había escondido en un túnel que pertenecía a Willowbrook. Los lugareños organizaron varias operaciones de búsqueda, pero no tuvieron éxito. En esa época Rand fue interrogado por los detectives, pero no lo consideraron sospechoso.
Nace un asesino serial.
Casi una década después, en 1981, una pequeña de siete años llamada Holly Ann Hughes se extravió tras dirigirse a un mercado para comprar una barra de jabón. Ese día, Andre Rand fue visto merodeando por las calles de la ciudad, actividad que no solía hacer con mucha frecuencia. Aproximadamente 30 minutos antes de que la pequeña desapareciera, unos testigos ubicaron a Rand en el mismo mercado.
Tras el fracaso de la búsqueda inicial, los padres de Holly Ann empezaron a repartir carteles con la imagen de la pequeña y de Rand preguntando si los habían visto juntos. Tres testigos aseguraron haber visto a un sujeto con las características de Rand acompañado por una menor, pero dos no lograron identificar al antiguo celador en la estación de policía. La policía llevó a cabo una búsqueda exhaustiva en las inmediaciones de Willowbrook, pero no encontró nada.
Dos años después, mientras regresaba de una cafetería una pequeña de 11 años llamada Tiahese Jackson también desapareció. La última vez que la vieron fue el 14 de agosto de 1983 cerca del Mariners Harbor Motel en Staten Island, y casualmente Andre Rand había salido de prisión el día 2 del mismo mes. Rand fue detenido bajo la justificación de que era buscado en otro estado, pero la acusación era falsa. Lo interrogaron, pero nada sugería que fuera culpable.
El auto azul marino.
Para 1984, un joven de 22 años de edad llamado Hank Gafforio desapareció cerca del bosque Greenbelt. Hank tenía discapacidad intelectual, y algunos testigos afirmaron haberlo visto acompañado por un sujeto mal encarado que le dio un aventón en un automóvil oscuro. En ese tiempo, Rand había adquirido un auto azul marino con el que solía pasear por los barrios marginales de Staten Island.
Un grupo de locales se organizó y presentó directamente en Willowbrook para exigir a Rand que confesara. La policía terminó evitando que lo lincharan y lo llevaron a la estación para interrogarlo. Cuando allanaron el cobertizo encontraron prendas de niño ocultas en el fondo de un armario, y aunque algunos sugirieron que pertenecían a las pequeñas desaparecidas, los padres lo desmintieron.
La leyenda urbana de Cropsey.
En esa época Rand era un personaje muy conocido en Staten Island, una figura que acompañaba las historias sobre un demente llamado Cropsey. Los padres solían recurrir a la leyenda del maniático para desalentar a los pequeños que pasaban sus días en la calle. Se llegó al punto de publicar carteles en el área de Staten Island donde se advertía que el bosque Greenbelt era peligroso.
Jennifer Schwiger, una niña de 12 años con Síndrome de Down, desapareció en 1987. Una pareja relató haberla visto sobre la banqueta mientras conversaba con un sujeto que manejaba un automóvil azul marino. El día que desapareció, Jennifer llevaba un suéter rojo y la pareja la identificó por este detalle, además que identificaron a Rand como el hombre del auto cuando la policía les mostró una foto. Más de 300 elementos, incluida la Guardia Nacional, peinaron cada rincón del bosque Greenbelt.
Algo siniestro reside en Willowbrook.
Tras varios días de búsqueda, un bombero jubilado descubrió el acceso a un túnel oculto que se conectaba al sistema de alcantarillado de la Escuela Willowbrook. Al ingresar al túnel, los exploradores descubrieron diversos accesos cuidadosamente ocultos y una serie de pinturas grotescas sobre las paredes al interior. Entre aquellos garabatos distinguieron una figura armada con garfios y cuchillos que perseguía y mataba a los niños. La palabra “Cropsey” se repetía varias veces acompañada de majaderías y amenazas: “Cropsey matará a los mocosos”, “Cropsey destripará a los pequeños hijos de…”, “Cropsey les arrancará los ojos y el corazón”.
La búsqueda se extendió a un complejo sistema de pasajes subterráneos, muchos bloqueados con escombros. En uno de estos pasajes, los oficiales encontraron una bolsa que contenía artículos personales de Andre Rand. A esas alturas, el hombre había sido despedido de su trabajo como celador y vivía en la indigencia. Cerca del bolso también encontraron los restos de Jennifer Schwiger, quien había sido ultrajada y sofocada con cordones.
Staten Island se convirtió en el escenario de una cacería humana que tenía como objetivo a un solo hombre: Andre Rand. Lo encontraron vagando por una calle y rápidamente lo presentaron en la estación de policía, lugar donde fue abordado por una muchedumbre que pretendía lincharlo de una vez por todas.
La confesión de Andre Rand.
Durante un extenso interrogatorio, Rand enfrentó estas nuevas acusaciones y los antecedentes de su reclusión en 1969 como sospechoso por la violación de una joven. Negó su participación en el crimen hasta el cansancio y, aunque admitió haber dibujado los garabatos en las paredes de los túneles, negaba ser Cropsey. Sin embargo, tras varias horas de presión constante, Rand se quebró y empezó a relatar una historia extraña, por decir lo menos.
Aseguraba que Cropsey era un ex interno del Seaview Hospital, un sujeto que vivía oculto en los túneles y que había conocido quince años antes. De hecho, relató que mientras era paciente del Seaview Hospital, Cropsey sufrió un terrible accidente que le desfiguró el rostro. Rand dijo que solía llevar comida a este hombre pues sentía pena, aunque sospechaba que era el responsable de las desapariciones, pero que nunca llegó a denunciar pues temía que nadie creyera la historia.
Todos los túneles fueron revisados y se encontraron múltiples cámaras ocultas, algunas con objetos supuestamente extraídos de las ruinas del Seaview Hospital y de la Escuela Willowbrook. Las paredes de una de estas cámaras fueron cubiertas en su totalidad con bandejas metálicas. En otro recinto, múltiples cadenas fueron clavadas sobre las paredes y un colchón inmundo presentaba toda clase de dibujos obscenos. Sin embargo, no había rastro de otra persona como lo había asegurado Rand.
El retrato hablado de Cropsey.
En las paredes de esos túneles se repetía una y otra vez la misma imagen: un sujeto enorme y aterrador que perseguía niños para asesinarlos. Las representaciones eran tan asquerosas que algunos detectives la pasaron realmente mal. Desafortunadamente, no lograron encontrar ningún otro rastro de los desaparecidos.
Pese a todo esto, la fiscalía sabía perfectamente que las acusaciones contra Rand no eran lo suficientemente sólidas. Por eso, optaron por acusarlo sólo del asesinato de Jennifer Schweiger. Durante el juicio, la defensa de Rand llegó a declarar que un personaje apodado Cropsey se encontraba suelto en Staten Island, y que éste era el único responsable del crimen.
Es más, la defensa ordenó que se hiciera un retrato hablado de Cropsey siguiendo la descripción de Rand y aquel dibujo recorrió prácticamente todo el país. Cropsey fue descrito como un hombre de aproximadamente dos metros de altura, de piel pálida, completamente calvo y con el rostro desfigurado por cicatrices de quemaduras. Presentaba problemas del habla y arrastraba un pie cuando se desplazaba.
Según Rand, tenía un odio irracional por los niños pues cuando era pequeño se burlaban de su forma de hablar. No tenía remordimiento alguno en quitarles la vida, cosa que hacía con sus propias manos al estrangularlos para después sepultarlos en cuevas del bosque Greenbelt.
La conclusión del caso.
Tras varias sesiones en el polígrafo, Rand obtuvo resultados no conclusivos. El peritaje en el cadáver de la pequeña Schweiger no encontró evidencia que vinculara al sospechoso. De hecho, Rand aceptó someterse a una hipnosis y, según los investigadores, durante el trance proporcionó detalles de sus conversaciones con Cropsey. Algunos señalaron que este supuesto maniático era una personalidad fabricada por Rand, y que el abogado buscaba que lo declararan demente.
El juicio llegó a su fin en 1988. Andre Rand recibió una condena de 25 años en prisión acusado de secuestro en primer grado. El jurado no pudo determinar su participación en el homicidio de Jennifer Schweiger. En reclusión, Rand se volvió un prisionero ejemplar que juraba inocencia y solicitaba la anulación de su sentencia por falta de pruebas. Cada una de sus solicitudes terminó rechazada.
Cuatro años después que se convirtiera en un candidato a libertad condicional, la fiscalía lo acusó por el homicidio de Holly Ann Hughes, la pequeña que había desaparecido 23 años antes. Se presentó nueva evidencia y el jurado terminó convencido de que tenían al culpable. Lo sentenciaron a 25 años más en prisión, y solamente podrá solicitar la libertad condicional hasta 2037. Las desapariciones de Hank Gafforio, Alice Pereira y Tiahese Jackson siguen sin resolverse. Aunque Rand es el principal sospechoso, jamás se encontraron pruebas para vincularlo con estos crímenes.