martes, 1 de mayo de 2018

Bajau, los “nómadas marinos”

Los Bajau, un pueblo que habita algunas regiones de Indonesia, presentan una interesante mutación genética que les permite desarrollar bazos de mayor tamaño, de forma que pueden nadar con toda libertad a profundidades de hasta 70 metros. Esto de acuerdo con un estudio publicado en la revista científica Cell que contó con la colaboración de científicos de la Universidad de Copenhague, Universidad de California y personal de la Universidad de Cambridge.

Nómadas marinos


La adaptación al buceo.

Cuando se retiene la respiración y se sumerge el rostro, el organismo desencadena automáticamente una respuesta cardiovascular a la inmersión en agua: la frecuencia cardíaca se reduce, mientras que los vasos sanguíneos y el bazo se contraen. Es un mecanismo de protección que tiene como objetivo ayudar a economizar energía mientras se dispone de una cantidad limitada de oxígeno.
En el pasado se manejaba la hipótesis de que el bazo posiblemente jugaba algún papel importante al posibilitar a los humanos sumergirse libremente en el agua durante largos periodos de tiempo. Sin embargo, la relación entre el tamaño del bazo y la capacidad de buceo jamás fue estudiada desde una perspectiva genética.
Pero, ahora se tienen pruebas de que una adaptación genética de esta clase realmente sucedió en algunos seres humanos, mismos que poseen capacidades de buceo superiores a las del hombre promedio.
Bajau buceando

Los Bajau.

Los Bajau son conocidos popularmente por el mote de “nómadas del mar” o “gitanos del mar”, y es que durante más de mil años viajaron por el litoral del sudeste asiático en casas flotantes, alimentándose de los recursos que provee el océano a través de la cacería con lanzas.
Actualmente instalados en las islas de Indonesia, son particularmente famosos entre los locales por sus extraordinarias habilidades de buceo y capacidad para retener la respiración. Los Bajau son capaces de sumergirse a profundidades de hasta 70 metros portando nada más que un conjunto de pesos y anteojos.
Dado que jamás llevan a cabo esta actividad como una forma de competencia, se desconoce por completo la resistencia máxima que pueden alcanzar bajo el agua, pero al menos uno aseguró a la investigadora Melissa Ilardo que había sido capaz de bucear durante 13 minutos consecutivos.
Ilardo, líder de esta investigación, guardaba ciertas sospechas respecto a que los Bajau podían contar con bazos genéticamente adaptados a un estilo de vida marino, basándose en algunos descubrimientos realizados en otros mamíferos. El mejor ejemplo se encuentra en la foca de Weddell (Leptonychotes weddellii) que posee un bazo enorme que no guarda proporción con su cuerpo. Y esto mismo podría aplicar cuando hablamos de seres humanos.
Bajau casa mar


El estudio.

Cuando el bazo se contrae, se produce una eyección de glóbulos rojos en el torrente sanguíneo que promueve un aumento en los niveles oxígeno. Algunos estudios estiman que dicha reacción incrementa los niveles de oxígeno hasta en un 9%, prolongando de esta forma el tiempo que podemos mantenernos sumergidos.
Con el fin de recabar evidencias para el estudio, Ilardo se instaló durante varios meses en la localidad de Jaya Bakti, en Indonesia, para recolectar muestras genéticas y realizar exámenes de ecografía a los bazos de aquellos miembros que pertenecen al pueblo Bajau y sus vecinos más cercanos en tierra, los Saluan.
Los resultados no dejan lugar a dudas: los Bajau presentan, en promedio, un bazo hasta 50% más grande que los Saluan. Mejor aún, el órgano aumentado también se encontraba entre aquellos individuos Bajau que no se dedicaban al buceo.
De esta forma, el grupo de investigación desestimó la posibilidad de que el aumento en el tamaño del bazo se tratara simplemente de una respuesta plástica al buceo constante y empezaron a profundizar en los datos genéticos de los Bajau. Encontraron que este pueblo presenta un gen llamado PDE10A que no pudo encontrarse en los Saluan. Y creen que el PDE10A es responsable por los niveles de la hormona tiroxina.
Bajau pescando
Dicha adaptación genética promueve un incremento en los niveles de esta hormona de la tiroides lo que, en consecuencia, se traduce en un aumento al tamaño del bazo. En investigaciones con ratones de laboratorio, se eliminó la hormona tiroxina a través de la alteración genética y se produjo una reducción en el tamaño del bazo.
Se trata de la primera vez que se identifica una adaptación genética al buceo en seres humanos.

La hipoxia.

Los hallazgos del estudio también tienen importantes implicaciones para la investigación médica. La reacción que presenta el cuerpo humano cuando es sumergido se parece mucho a las condiciones de hipoxia aguda donde los tejidos corporales experimentan un acelerado agotamiento del oxígeno. En las salas de emergencia de los hospitales, este fenómeno figura como una de las principales causas de muerte por complicaciones.
Los Bajau podrían aportar información relevante para entender el mecanismo de la hipoxia en el cuerpo humano.
Bajau estilo de vida

Un pueblo amenazado con valor cultural y científico.

Esto sirve como pauta para llevar a cabo investigaciones en otras comunidades nómadas marinas, tales como el pueblo tailandés de los Moken o las Haenyeo, mujeres buceadoras de la isla surcoreana de Jeju. Estudiar a estos grupos de personas tan particulares podría arrojar más luz sobre la naturaleza de la relación entre la fisiología humana y las adaptaciones genéticas a los estilos de vida extremos. Además, se trata de un objetivo algo urgente, pues muchas de estas tradicionales formas de vida se encuentran amenazadas en diversas comunidades.

“El estudio es sólo un ejemplo del valor que puede tener el estudio de estas pequeñas poblaciones que viven en condiciones extremas”, menciona el profesor Eske Willerslev, colaborador de Ilardo. “Muchas se encuentran amenazadas y no sólo serían una pérdida cultural y lingüística, sino también genética, médica y para las ciencias en general. Aún resta colectar mucha información sobre estas poblaciones tan poco estudiadas”.