En definitiva, el infame dictador Adolf Hitler dejó de existir en el año de 1945, en Berlín, tras ingerir cianuro o por el daño que le provocó una bala en la cabeza, así lo concluye un estudio realizado por un grupo de investigadores franceses que tuvo privilegiado acceso a los fragmentos dentales del fhürer.
El estudio, en el que participaron otros cuatro investigadores, fue publicado hace algunos días en el periódico científico European Journal of Internal Medicine.
El análisis de las piezas dentales dañadas y de las numerosas prótesis dentales terminó revelando depósitos de sarro y ningún vestigio de carne. “El dictador llevaba una dieta vegetariana”, afirma Charlier.
Los huesos de Hitler.
Entre marzo y junio de 2017, por primera vez desde 1946, el servicio secreto ruso autorizó a un equipo de investigadores examinar los restos óseos del dictador. El equipo francés fue capaz de echar un vistazo a un fragmento cráneo que, les aseguraron, pertenecía al führer. El fragmento presentaba un agujero en el lado izquierdo, probablemente causado por el impacto de una bala.
Sin embargo, al equipo de investigación no se le permitió extraer muestras de los restos. Pese a esto, la morfología de este fragmento era “totalmente coincidente” con las radiografías del cráneo de Hitler que, según la investigación, se hicieron un año antes de su muerte.
El estudio viene a confirmar la versión oficial de que Hitler habría muerto el 30 de abril de 1945, en Berlín, junto a su compañera Eva Braun, y también arroja algo de luz sobre las causas exactas de la muerte del dictador. “No sabemos si utilizó una ampolleta de cianuro para matarse o se disparó en la cabeza”, agrega Charlier.
Los análisis a las piezas dentales no revelaron la presencia de pólvora, lo que indica que no se trató de un tiro de revólver en la boca, sino probablemente en el cuello o en la frente. De la misma forma, los depósitos azulados en las prótesis dentales pueden apuntar a una “reacción química entre el cianuro y el metal de las prótesis”, afirma el investigador.
Philippe Charlier, especialista en antropología médica y jurídica, también participó en el análisis del corazón momificado de Ricardo Corazón de León.