lunes, 9 de mayo de 2022

interesante dilema moral

la vida que puedes salvar(1)

 Imagina lo siguiente: ingresas a una piscina pública y encuentras a un niño ahogándose. Con su último aliento, el pequeño pide auxilio y saltas inmediatamente al agua para salvarlo. En el proceso arruinas el smartphone de más de 10 mil pesos que llevas en el bolsillo. Sin embargo, entiendes que es una cantidad insignificante cuando se compara con el valor de una vida humana. Entonces, ¿por qué no haces un donativo por la misma cantidad para salvar a un niño que se está muriendo de hambre en otra parte del mundo?

Hacer bien al prójimo, literalmente.

En África, todos los días los niños mueren de hambre. En el tiempo que te tomará leer los dos primeros párrafos de esta publicación probablemente ya murió otro. Para efectos de un buen raciocinio, hagamos de lado factores como el temor a que tu dinero termine en las manos equivocadas. Y abordemos este problema desde el punto de vista de la distancia.

El filósofo utilitarista australiano Peter Singer considera que la diferencia geográfica no es más que un sesgo de percepción. Y que la gran mayoría opta por salvar a lo que tiene más cerca y lo que está lejos que se las arregle como pueda. Si te parece familiar esta dicotomía moral, quizá sea porque lo leíste en experimentos para cuestionar la realidad.

Algunas personas consideran que, en este abordaje, titulado “la vida que puedes salvar”, se involucra un aspecto visual. Pues, aunque se tienen a dos pequeños que requieren asistencia inmediata, el hecho de que uno esté gritando justo frente a tus ojos hace la diferencia. Ni siquiera lo piensas y reaccionas por impulso.

La satisfacción de que te reconozcan.

Ahora imagina que hay una institución de caridad a unas cuadras de tu casa y otra en Kenia. Bajo esta suposición no tienes a un pequeño gritando frente a ti. Entonces, ¿a cuál ayudarías? La mayoría optaría por donar a la que está en su propia comunidad. Quizá con cierto sentido del patriotismo o para ayudar a “uno de los nuestros”. ¿Pero, acaso una vida en tu país vale más que otra vida en otra parte del mundo? ¿Eso no cae en el racismo?

Bueno, ahora imaginemos una institución de asistencia a unas cuadras de tu casa y otra un poco más lejos, en la ciudad vecina. Considero que la mayoría seguiría aportando a la de su localidad. ¿Por qué?

Tal vez por la posibilidad de “atestiguar” los efectos de su benevolencia. Experimentar la satisfacción de que le agradezcan y se sientan orgullosos en su propia comunidad. Pero, ¿acaso esa satisfacción personal es un criterio válido que justifica la elección? ¿Dónde quedo eso de “haz el bien sin mirar a quién”?

Y si pensabas que este humilde blogger resolvería esta cuestión tan existencial al final de esta publicación, estabas equivocado. Hoy, cuando vayas a la cama y te prepares para dormir piensa en lo que harías. Las cuestiones morales y éticas siempre resultan las más complicadas.



Por cierto, Peter Singer es experto en especismo, la discriminación hacia determinados seres basada en que pertenecen a cierta especie. Ahí la cosa se complica todavía más, pues ahora hay que filosofar sobre rescatar a niños o perros.


Cortesia de Don Ramon



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