Estos días se nos están haciendo largos a todos, los segundos parecen horas y las semanas meses. La percepción del tiempo no es solo un concepto filosófico, sino un proceso neuronal todavía no resuelto por los científicos. Las horas “pasan más rápido” según cumplimos años y no sabemos el porqué. Sin embargo, todos sabemos que nuestro reloj no nos miente y que, por mucho que parezcan horas, un segundo es un segundo, ¿cierto? Bueno, eso es discutible. Veamos qué es un segundo.
La medida del tiempo, que ahora podemos hacer con precisión de 0,000000000000000001 segundos usando relojes atómicos, ha estado siempre muy ligada a la observación de los cielos. Los egipcios usaban la primera aparición de la estrella Sirio sobre el horizonte después de haber estado oculta durante meses para comenzar su año. Coincidía aproximadamente con las inundaciones del Nilo, extremadamente importantes para la agricultura y la vida en su ribera. Los mayas usaron los ciclos de la Luna y el Sol para elaborar un calendario ultrapreciso, mientras que en el calendario chino los meses están regidos por los ciclos lunares.
El tiempo que hoy medimos con relojes atómicos está basado en un sistema, el sexagesimal, que se inventó hace alrededor de 5.000 años
La unidad internacional del
tiempo es el segundo. Un segundo es cada una de las 86.400 partes que
dividen un día, 24 horas; cada hora son 60 minutos y cada minuto 60
segundos. Nos enseñan esto cuando somos bien pequeños. Pero esa no es
una definición completa, habría que definir un día para rematarla.
Antes de abordar qué es un día, podemos preguntarnos sobre el porqué de los números 24 y 60. Empezamos por el 60, que es más fácil. Como diría Javier Cansado en Ilustres Ignorantes, esto lo inventaron los sumerios. Y después se lo pasaron a los babilonios. Parece mentira, pero el tiempo que hoy medimos con relojes atómicos está basado en un sistema, el sexagesimal, que se inventó hace alrededor de 5000 años. Según la teoría más aceptada, nuestra vida se rige por múltiplos de 60 porque a los sumerios les era fácil contar hasta 12 usando una mano y hasta 60 con dos. Mientras que con el pulgar de la mano izquierda se contaban las falanges de los otros 4 dedos restantes (3 falanges por dedo), con los dedos de la derecha contaban las manos completadas (es decir, cada vez que contaban 12, las 3 falanges de los 4 dedos). Como una mano tiene 5 dedos, esto les daba para contar hasta 60 (12x5). Da la casualidad de que este sistema es también muy apropiado para realizar un calendario, ya que existen aproximadamente 12 ciclos lunares (de unos 30 días, una fracción sencilla de 60) en uno solar, que dura poco más de 360 días (6 veces 60).
Raro lo de tener horas que no duran lo mismo, ¿no? Pues no está tan alejado de lo que hoy seguimos usando. Llegamos ya a la definición de segundo, que deriva de la definición de día. Un día es el tiempo que tarda la tierra en girar sobre sí misma. Para medirlo hacemos como los bailarines al girar, nos fijamos en la posición del Sol en un punto concreto y empezamos a contar hasta que el Sol regresa a ese mismo punto. Eso son 24 horas de tiempo solar, y cada una de las 86.400 partes iguales en las que podemos dividir un día es un segundo (solar).
Como ven, algo tan básico como un segundo no es fácil de medir de manera absoluta. El problema para definir el tiempo en sí se complica mucho más cuando tenemos en cuenta la Teoría de la Relatividad. De nuevo el problema del sistema de referencia. Parafraseando la afirmación que atribuyen a Einstein, no es lo mismo una hora paseando por el campo que confinado en casa luchando contra el coronavirus.
Nota cortesía:
Fuente de información:
No hay comentarios:
Publicar un comentario