El 1 de mayo de cada año se conmemora el Día Internacional del Trabajador, pero ¿Cuál es el origen de esta celebración? El Primero de Mayo se produce el mismo ritual de todas las organizaciones sindicales del país que salen a la calle para celebrar la fiesta del Trabajo.
"Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa", ésta era la reivindicación que miles de obreros solicitaban el 1 de mayo de 1886, cuando iniciaron una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir a los empresarios una jornada laboral de ocho horas. Pedían que su gremio fuera incluido en la Ley Ingersoll firmada por el presidente Andrew Johnson en 1868 y que establecía una jornada de ocho horas para todos aquellos empleados de oficinas federales y trabajadores de obras públicas, salvo excepciones y en "casos absolutamente urgentes". Pero esta ley no contemplaba a los obreros industriales cuyas extenuantes jornadas eran de más de once horas diarias.
El punto culminante de aquellas manifestaciones llegaría tres días más tarde, el 4 de mayo, en la conocida como revuelta de Haymarket (también llamada masacre de Haymarket), cuando en mitad de una de las manifestaciones un artefacto explosivo fue lanzado contra la policía. Aquel suceso desató una violencia que acabó en un juicio que condenó a muerte a cinco trabajadores y a penas de cárcel a otros tres. Tan sólo unos días más tarde, varios sectores de la patronal accedieron a reconocer esa jornada más justa.
¡Nadie debe hacer huelga!
Los obreros estadounidenses de finales del sigo XIX estaban organizados en torno a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, una especie de sindicato con influencias anarquistas que compartía escenario social con la Federación Americana del Trabajo, una federación nacional de sindicatos. Tras la celebración de su cuarto congreso en octubre de 1884, esta última anunció que reclamaría una jornada de ocho horas y que, en caso de no reconocerse ese derecho, sus afiliados irían a huelga.
Sin embargo, la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo ordenó por carta a todas las organizaciones que aglutinaba que "ningún trabajador adherido a esta central debe hacer huelga el 1 de mayo, ya que no hemos dado ninguna instrucción al respecto". Los trabajadores, al no sentirse representados, tacharon al sindicato de "traidores al movimiento obrero" y siguieron adelante con sus reivindicaciones. La prensa calificó sus demandas de "indignantes e irrespetuosas" y de "delirio de lunáticos poco patriotas", y las compararon con "pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo". El periódico The New York Times recogía el 29 de abril de 1886, en las jornadas previas a aquella huelga, que "además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más locos anarquistas"
Esquiroles y piquetes
El texto de las octavillas decía lo siguiente: "Al terror blanco respondamos con terror rojo. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costoso y se bebía a la salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!".
Finalmente, los manifestantes consiguieron un permiso del
alcalde Carter Harrison para celebrar un acto a las 19,30 h. Harrison
acudió y estuvo en la plaza hasta las 21:30 h. para garantizar la
seguridad. Durante el discurso de Samuel Fielden, un pastor metodista socialista, anarquista y laboralista, alguien escondido entre la multitud arrojó una bomba contra la policía matando a seis agentes e hiriendo a otros sesenta.
En ese momento se desató el caos y los agentes cargaron contra la
multitud abriendo fuego indiscriminadamente. El balance fue de 38
obreros muertos y 115 heridos. Los líderes de la manifestación fueron
rápidamente detenidos y ocho de ellos sometidos a un cuestionado proceso
judicial.
Condenados por reclamar derechos
El juicio se inició contra 31 acusados, cifra que finalmente se redujo a ocho, que serían conocidos como "los mártires de Haymarket": Oscar Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados; Samuel Fielden y Michael Schwab, a cadena perpetua, y George Engel y Adolf Fischer, condenados a pena de muerte. Albert Parsons, que a pesar de no estar presente en el lugar de los hechos se entregó voluntariamente para estar con sus compañeros, fue ahorcado; August Spies y Louis Lingg fueron asimismo condenados a la pena capital. Este último se suicidó en su celda el 10 de noviembre de 1887, un día antes de la ejecución.
Antes de morir, August Spies dijo: "La voz que vais a sofocar será más
poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora".
Cuando el 11 de noviembre de 1887 se ejecutó a los condenados, un
desfile fúnebre formado por 25.000 personas llenó las calles de Chicago
para rendirles homenaje. John P. Altgeld, que más tarde sería
gobernador de Illinois, declaró que "los mártires de Haymarket" habían
sido víctimas de un complot y liberó a los presos que no habían sido
condenados a muerte. Años después, un nuevo juicio restauró la memoria de los condenados al demostrarse la falsedad de todo el proceso.
El movimiento estaba liderado por Albert Pearsons junto a más de 80 mil trabajadores y fue calificado como indignante e irrespetuoso por las autoridades del país. El conflicto se extendió por todas las ciudades y más de 400.000 obreros pararon Estados Unidos con más de 5.000 huelgas simultaneas. El 21 de junio se celebró un juicio a 31 obreros acusados de promover el conflicto y fueron condenados a cadena perpetua, a trabajos forzados y a morir 5 de ellos en la horca. Estos se convirtieron en los Mártires de Chicago y en su recuerdo se conmemora el 1 de mayo como el día internacional del trabajador.
La convocatoria fue un éxito rotundo y diversos gobiernos se vieron obligados a tomar en consideración la denominada “cuestión social”. En Francia, el Parlamento se apresuró a votar un paquete de leyes con mejoras para los trabajadores. En Alemania, el káiser Guillermo II abordó la problemática en un discurso y la Iglesia católica, no ajena a las inquietudes, el Papa León XIII publicó la Rerum Novarum (“De las cosas nuevas”), una encíclica sobre la condición de los obreros llamada a tener un gran impacto en el mundo católico.
Debido al masivo seguimiento de la jornada, los organizadores pensaron en la conveniencia de repetir la celebración. Se sentaron así las bases de lo que iba a ser una cita permanente en el calendario.
Nota cortesía:
Fuente de información:
Manuel Montilla. (01/05/2020). Los Mártires de Chicago: la historia del 1 de Mayo y el origen del ‘Día del Trabajador’. Recuperado el 1 de mayo de 2022 de: https://www.mundodeportivo.com/elotromundo/crisis-coronavirus/20200501/48883510372/los-martires-de-chicago-la-historia-del-1-de-mayo-y-el-origen-del-dia-del-trabajador.html
J.M. Sadurní. Historia. The National Geographic. La revuelta de Haymarket y los derechos laborales. Recuperado el 1 de mayo de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/revuelta-haymarket-y-derechos-laborales_15292
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