En 1869 un artículo escrito por el veracruzano José María Melgaren en el Semanario Ilustrado,reporta el hallazgo de una escultura colosal en la zona de los Tuxtlas, en el estado mexicano de Veracruz.
Según el texto, los hechos sucedieron varios años antes, cuando en 1862, el autor se enteró de un campesino que había dado con un objeto enterrado de grandes dimensiones mientras trabajaba en su milpa en la hacienda de Hueyapan, cerca de Tres Zapotes.
Melgar, que era aficionado a la arqueología (antes de que ésta se considerara como una disciplina especial), buscaba activamente encontrar y coleccionar ‘antigüedades mexicanas’, así que acudió al sitio y excavó el objeto reportado por el campesino, hasta descubrir lo que era una cabeza tallada en piedra de gran tamaño.
Los hallazgos de objetos históricos de culturas pre-hispánicas no eran cosa nueva en el territorio mexicano, pero las características de esta escultura sí lo eran.
El grosor de sus labios y la anchura de su nariz recordaban más a los siluetas africanas que a las más estilizadas líneas de las esculturas mayas o mexicas que ya se conocían, y aunque el descubrimiento fue dado a conocer, fecharlo resultó ser una tarea más complicada.
Nota Cortesía del ABUE-RICK
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