Es sabido que ingerir vino sin moderación puede acarrear problemas de salud. ¿Pero, sabías que fabricarlo sin tomar ciertas precauciones también resulta letal?
En la comunidad de Paula, al sur de Italia, cuatro hombres consanguíneos perdieron la vida mientras intentaban hacer vino. La actividad formaba parte de una antigua tradición familiar en la que fabricaban bebida para acompañar con sus comidas del próximo año.
Se trata de los hermanos Valerio y Giacomo Scofano, de 45 y 70 años respectivamente, así como de Massimo y Santino Carnevale (de 50 y 70 años). Estas cuatro personas perecieron al interior de la pequeña bodega donde fermentaban uvas. Un familiar los localizó desplomados en el suelo y cuando llamó a los paramédicos, todos presentaban muerte por asfixia. Según la policía, el agente responsable por la muerte de estos hombres es el dióxido de carbono contenido en los vapores que emanaron de la tina de fermentación.
Pierpaolo Bruni, el fiscal de distrito, señaló en una entrevista que la bodega carecía de suficiente ventilación. Mientras que Roberto Perrotta, alcalde de Paula, dijo que el lamentable accidente causó «dolor en toda la comunidad».
La desafortunada cadena de eventos.
Según información proporcionada por la familia, el sábado 2 de octubre los hombres se reunieron para procesar sus reservas de vino con miras al año próximo. Dado el uso diario y para mayor comodidad, decidieron transferir el vino del recipiente de fermentación a barriles más pequeños. Aunque la policía no tiene certeza de los eventos que llevaron a la muerte de tantas personas, manejan la hipótesis más probable. Creen que la mayoría murió mientras intentaba rescatar a uno en problemas.
La policía teorizó que uno de los ancianos fue el primero en descender a la bodega para retirar la enorme tina donde fermentaban la fruta. «Los hallazgos sugieren que uno de los hombres bajó a la bodega para decantar el vino y perdió el conocimiento», señala el capitán de policía Marco Pedulla. Posteriormente, el otro anciano ingresó para asistir al primero. El dióxido de carbono presente en los vapores también lo neutralizó y se desplomó junto a la primera víctima.
Finalmente, los dos hombres más jóvenes y una mujer de 36 años ingresaron al sótano. Los tres se desmayaron y quedaron tendidos en el suelo. Al llegar al lugar, los paramédicos lograron resucitar a la mujer gracias a que se desplomó cerca de la puerta de la bodega. Aunque la trasladaron a un hospital, al recuperarse su vida no enfrenta riesgo alguno. Desafortunadamente, los cuatro hombres terminaron asfixiados.
Vapores letales.
Esta tragedia pudo evitarse si la familia hubiera dispuesto la tina de fermentación en un sitio ventilado. Como muchos saben, la fermentación es un proceso que depende de levaduras para transformar el azúcar presente en las uvas en alcohol. Sin embargo, en esta transformación se libera dióxido de carbono altamente concentrado. En promedio, el CO2 producto de una fermentación presenta una concentración cinco veces mayor a la emitida por el escape de un automóvil.
Como es más pesado que el aire, el dióxido de carbono se asienta en el suelo de espacios con ventilación precaria, como el sótano de esta casa. Cuando las concentraciones de CO2 superan el 10%, un adulto pierde el conocimiento en menos de 60 segundos. Por si fuera poco, la fermentación de la uva genera grandes cantidades de CO2, llegando a superar 40 veces el volumen del jugo obtenido del fruto. Como es una sustancia incolora e inolora, los hombres ni sospechaban de la alta concentración de CO2 en aquella bodega. Inconscientemente, se arrojaron a los brazos de la muerte cuando atravesaron la puerta de aquel sótano.
Los peligros del dióxido de carbono emanado de una fermentación se conocen en la enología desde hace siglos. En la Edad Media, los productores de vino empleaban una simple vela para determinar si el recinto donde fermentaban vino era seguro. Si la vela se apagaba, era una señal de la alta concentración de dióxido de carbono y ausencia de oxígeno. Esta técnica era muy socorrida en los monasterios, pues los monjes solían fabricar vino en el sótano de estos lugares.
Sin embargo, la prueba no era infalible. La vela podía mantenerse encendida ante bajas concentración de CO2 que para una persona ya eran letales. La única forma de evitar este problema era ventilando el sitio de fermentación.
Problemas familiares.
La operación de rescate desplegada por los socorristas también pudo contribuir a la muerte de los hombres. Y es que el personal de primeros auxilios llegó acompañado por reporteros locales. Al enterarse de esto, los otros miembros de la familia iniciaron una trifulca. Y es que, según rumores, uno de los muertos no debía estar aquel lugar.
Valerio Scofano debía estar a kilómetros de distancia, en su hogar, pues estaba bajo arresto domiciliario. Aparentemente, se metió en problemas con la justicia por acosar a su ex pareja. De haber obedecido, hoy el hombre estaría con vida.
Cortesia de Doña Natu pisteadora
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