Las acllacunas, o acllas castellanizado, eran mujeres escogidas por el imperio incaico por sus habilidades textiles y culinarias, recluidas dentro de un centro de aprendizaje especializado llamado acllahuasi, donde existía todo el equipo necesario de la época para la producción textil en masas, siendo esta su funciona principal, además de ser sacerdotisas de los dioses, y preparadoras de alimentos y bebidas durante los rituales y fiestas.
Se reclutaban a las mujeres desde dos procedimientos: como tributo a que estaban constreñidas las etnias o nacionalidades que componían el Tahuantinsuyo, de las cuales se preferían a las féminas mejor dotadas y a las de familia noble (de los curacas, o incluso ñustas eran reclutadas); y por entrega o donación que hacían al Estado los propios padres, por lo común curacas o grandes jefes, incluso el mismo Inca. El encargado de seleccionar a las futuras acllas era el “Apupanaca”, que:
“[…] era un juez o comisario nombrado por el Inca, que solo entendía en este negocio de recoger niñas, guardarlas y enviarlas al Cuzco cuando estaban de edad […]; discurriendo por los pueblos de su jurisdicción, tenia potestad de señalar todas las que a él le pareciesen hermosas y de buena traza o disposición, desde ocho o nueve años para abajo […]” (Cobo, Historia del Nuevo Mundo, Libro XII, Capitulo XXXIV).
Su verdadera finalidad era la de la producción textil en masas para el imperio incaico. Los cronistas resaltan, lo que seria su segunda función, su papel religioso como sacerdotisas, razón por la cual siempre los acllahuasis se encontraban cerca de templos al Sol o a la Luna. Se puede considerar esta una “excusa” para la reclutación de las mujeres, ya que ser sacerdotisa genera prestigio tanto para la mujer como para los familiares de esta. Otra escusa del Estado incaico era la de que se escogían a las mujeres más bellas. De este modo alagaban la vanidad de la preferida, lo que suponía un prestigio para ella, y la de sus progenitores, por imaginarse estos que tenían hijas lindas, fomentándose el deseo de ser una aclla, y obviamente generando facilidad al momento de recluir mujeres por el imperio.
Los acllahuasis también funcionaban como un almacén de mujeres, de donde el Inca podía disponer para regalar a modo de esposa a los curacas o personas cuyos servicios debían ser compensados. Además de ser dadas para compensar a los fieles, eran entregadas por el inca en “matrimonio” a algunos curacas para concertar determinadas uniones, con estos matrimonios establecían las alianzas políticas necesarias. Pero en el acllahuasi, no todas las acllas podían ser usadas como obsequio, sino que también existían algunas que no podían ser tocadas y se quedaban de por vida en el recinto.
Otra función de la aclla es la de preparadora de alimentos y bebidas para las celebraciones o rituales, o de chicha, siendo esta una bebida muy preciada, especialmente la bebida hecha en base a maíz. Dentro del acllahuasi también se le disciplinaba en dicha actividad. Tal función preparadora de bebidas no solo es descrita en las crónicas, sino también puede ser observada en algunas iconografías, como en el quero MKSL 400 del Museo de Estatal de Etnografía de Varsovia analizado por Ziołkowski, donde se muestra la escena del “brindis con el Sol” y a un par de mujeres al fondo alrededor de un aríbalo, siendo estas las que parecen servir la bebida.
Las acllas fueron entonces importantes en el mantenimiento del sistema redistributivo y de los mecanismos que permiten la ampliación del parentesco para la centro cuzqueño, razón por la cual se encuentra una relación entre la expansión incaica y la construcción de acllahuasis, lo que permite observar la constante preocupación del Cuzco por ampliar el número de las mismas por las razones ya mencionadas.
Cortesía de Doña Natus
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