Despertar de un coma debe ser una de las experiencias más extrañas en la vida. Muchos creemos, gracias a la televisión, que los pacientes despiertan y empiezan a hacer cosas o que simplemente pierden la memoria.
Bueno, según los relatos de personas que pasaron por esta experiencia, despertar de un estado comatoso es algo intermedio entre esas dos situaciones. Aparentemente la parte más difícil de un coma no es perder un fragmento de vida, sino recuperarse de la experiencia.
Después de todo, la terapia cognitiva, emocional y fisioterapia resultan imprescindibles para que el paciente recupere un porcentaje de su antigua vida. Evidentemente, algunos tienen más dificultades que otros para superar esta situación. Y no muchos dimensionan el gran problema que representan las deudas acarreadas por un coma. Para las personas sensibles, quizá la peor parte sean los sueños y las alucinaciones.
Experiencia agotadora.
Estuve en un coma inducido por fármacos entre 2 y 3 semanas. No me preguntes el tiempo exacto, no podría decirlo. Esto sucedió hace años y, hasta la fecha, mi mente no puede establecer un cronograma funcional de los eventos. Mi «despertar» duró entre uno y dos días en los que me di cuenta que mi visión era borrosa. Finalmente recordé que usaba anteojos, aunque no podía ponérmelos. Algo tan simple como llevarme las manos al rostro implicaba un esfuerzo agotador. Aunque funciona, lo más horrible es la rehabilitación.
Dos meses después de ingresar al hospital, salí del hospital apoyado por una silla de ruedas, aunque para casi todo lo demás requería asistencia. Podía caminar unos dos metros de la cama al baño y eso era todo. En total, la rehabilitación se extendió por un año. ¡La odiaba! Admiro tanto a la gente que supera cosas peores a las que me tocó enfrentar. Lo que debes superar cuando tú «único» problema es la atrofia muscular, resulta minúsculo al compararse con aquellos que tienen huesos rotos o porciones faltantes de un músculo.
Un desastre total.
No tenía idea de donde estaba, quien era o lo que pasó antes de despertar. Me tomó meses aprender a quienes debía visitar (o no), llamar, orar o preguntar. Mis finanzas se volvieron un desastre y a la empresa ni siquiera le importó. Terminé con una deuda gigantesca agravada por numerosas multas. Tras una dolorosa rehabilitación física de 18 meses, finalmente conseguí trabajo. Algo que muchos empleadores parecen no entender es que uno está en coma, y no es que no quisiera trabajar en todo ese tiempo. Para empeorar las cosas, cuando empezaba a ver la luz se desató la pandemia.
Despertar complicado.
Tras un paro cardíaco pasé por un coma de tres días. No es una premisa tradicional, pero el despertar es muy diferente a lo que imaginaba. Me tomó casi 4 días empezar a recordar y la rehabilitación realmente es una porquería. No tuve tan mala suerte como otras personas, pero aun así es difícil. Estuve tan débil que no pude hacer las tareas más básicas por meses. Los dolores de cabeza eran constantes.
Tras varios meses de recuperación decidí hacer las compras por primera vez. La sobrecarga sensorial dentro del supermercado resultó tan abrumadora que no aguanté 10 segundos en el interior. Ya pasaron 3 años y todavía siento que mejoro mes a mes. Puedo hacer todo lo que hacía antes, pero me quedó la costumbre de pensar donde invertir mi energía y si volveré a sufrir los dolores de cabeza nuevamente.
Perdido.
Estuve en coma solo un par de días, pero entiendo perfectamente cuando dicen que no sabes donde estás. Apenas recuerdo que intenté suicidarme, y lo próximo que supe es que estaba en un manicomio horroroso. Bueno, al menos es la percepción que tuve de la sala de emergencia esa noche. Me levanté para investigar cuando un dolor terrible entumeció la parte interior de mi codo izquierdo. Era la vía intravenosa.
La compañía de la abuela.
Caí en coma por un breve periodo de tiempo, lapso en el que experimenté ciclos de vigilia y sueño. En esos momentos de «conciencia», recuerdo escuchar la voz de mi abuela. Hasta el día de hoy no tengo idea de lo que decía, pero sabía que estaba junto a mí. Es difícil de explicar, pero ella no estaba «allí» físicamente. Era como estar en un sueño y sentirla próxima. De cualquier forma, en ese momento sabía que no estaba solo.
Ocho años después, mi hermano entró en coma y por poco muere. Dice que la abuela nunca lo dejó solo en ese tiempo. Aunque no físicamente, su presencia lo acompañó siempre. Tampoco recuerda las cosas que decía, pero sabía que estaba allí. Lo importante era que ambos sabíamos que no estábamos solos. Tal vez sea porque ambos somos muy cercanos a esta mujer y forjamos un vínculo muy fuerte.
Completamente consciente.
Cuando estaban por cumplir 20 años, mi tío y mi papá protagonizaron un fuerte accidente. Mi padre asegura que no recuerda las 6 o 7 horas posteriores al siniestro. Por otro lado, mi tío estuvo en coma durante 6 semanas. Aunque no podía comunicarse ni mover un solo músculo, asegura que estaba consciente del entorno. Incluso podía escuchar las conversaciones de la gente que lo visitaba. Su mayor temor era que lo enterraran vivo. Como no podía reaccionar o comunicarse, le aterraba pensar en lo que harían con él. Hasta que despertó. Algunas secuelas del accidente lo incapacitaron de por vida, pero siguió como un miembro funcional de la sociedad.
Sin movimiento.
Estuve en coma inducido durante un mes, y al despertar encontré una traqueotomía en mi garganta. Ni siquiera podía hablar. Me mantuvieron sedado durante cuatro meses a causa de una gran herida abierta en el estómago, y el desgaste muscular era tan severo que no podía ni ponerme de costado en la cama. Cada 3 horas, el personal médico acudía a darme la vuelta para frenar la aparición de escaras. Lo peor eran las alucinaciones producidas por la morfina.
Auténtica pesadilla.
¿Cuenta como estado comatoso no poder recordar entre 6 y 8 semanas de tu vida? Técnicamente estuve «inconsciente», pero mi esposa asegura que conversábamos todos los días. Tras ser atropellado por un auto, me mantuvieron bajo sedación durante casi dos meses. De cualquier forma, pasó mucho tiempo antes que pudiera usar las extremidades o recuperar el equilibrio. Tenía una atrofia muscular tan extrema que necesité dos años de fisioterapia para volver a ser una persona independiente. Es una pesadilla.
Amor de familia.
Aunque no por mucho tiempo, pasé por un coma inducido por barbitúricos cuando tenía 7 años a causa de una cirugía en el corazón. Era 1997 y, básicamente, detuvieron mi corazón para operarlo. Era un niño con entre 50 y 70% de probabilidades de salir bien librado. Afortunadamente, serví como «conejillo de indias» para un cirujano cardíaco australiano que enseñaba a los médicos locales, por lo que todo salió gratis. Eligieron a 10 pacientes, y recuerdo que varios no lo lograron. Cuando desperté, tres semanas después de la cirugía, me dijeron que estuve en coma.
Mi familia estaba devastada. Tuve que aprender a caminar otra vez, además que resultaba muy extraño que mis extremidades no respondieran a mis pensamientos. Era difícil y frustrante. Apuntar una cuchara al tazón de sopa y luego fallar mientras la llevas a tu boca haciendo un completo desastre. Lo peor era que tanto las enfermeras como mi familia me reprendían por el desorden. También se burlaban de mí por caminar como pingüino. Los amo y todo, pero reconozco su crueldad al burlarse de un niño traumatizado. Aunque han hecho mucho por mí, jamás olvidaré sus burlas durante la recuperación.
Sueño surrealista.
Estuve inconsciente poco más de un mes. Un período surrealista que parecía como un sueño del que no podía despertar por completo. Cuando finalmente lo logré, mis pensamientos y visión estaban confusos, además que los brazos y piernas no me respondían. Creía que había estado así apenas unos días, y me sorprendí de la peor forma al saber que pasó más de un mes.
Entre fantasía y realidad.
Estuve inconsciente apenas 4 días el mes de junio. Al «despertar», el primer recuerdo que llegó a mi mente era que una de mis tías y uno de mis tíos (quienes nunca estuvieron juntos y tampoco estaban en la UCI) trataban de cambiarme, animarme y alimentarme mientras vestían unos sombreros de copa. Después, pensé que estaba hospedado en un hotel con temática de Super Mario Worlds. Tengo sueños extremadamente vividos de estar en ese lugar con personas con las que conviví antes de entrar en coma.
Cuando finalmente volví a la realidad, me di cuenta que estaba en un hospital y seguía preguntándome como llegué allí desde el hotel (que no existía). Cuando desperté por primera vez y recuperé la consciencia, algo que no recuerdo, mi prima asegura que la miré y mientras sonreía confundida le pregunté «¿Hans?». Mi prima se llama Kristin, y no tengo idea de quien rayos es Hans.
Una experiencia aterradora.
Estuve inconsciente 40 días tras un accidente de motocicleta, pero no recuerdo 6 semanas después del siniestro. Me suministraban una mezcla de opiáceos y ketamina, mismos que redujeron paulatinamente mientras utilizaba un ventilador y una ECMO. La visión doble y completa confusión me provocaron un profundo terror. Como no podía hablar ni escribir, además del estado letárgico, comunicarme era casi imposible. Los recuerdos más vividos de este periodo son las alucinaciones que me provocó la ketamina.
Alucinaba que un monstruo intentaba asustarme quitándome los tubos del tórax, incluido el ventilador, y la línea arterial. Los médicos no tuvieron más remedio que atar mis extremidades y ponerme guantes de boxeo. No comprendía los motivos, pero durante algunos lapsos era significativamente más consciente de lo que sucedía, aunque resultaba igual de frustrante pues estaba completamente inmovilizado e incapaz de comunicarme. Frecuentemente, el personal médico me explicaba lo que hacían y que debía detenerme, pero no lograba asimilarlo. Creía que me estaban torturando y no sabía por qué.
Cortesia del difunto Pato Lucas
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