viernes, 22 de octubre de 2021

El milagroso aterrizaje de un vuelo a Málaga



El capitán Tim Lancaster y el primer oficial Alistair Atchison pilotaban el vuelo 5390 de British Airways, un BAC 1-11, desde Birmingham a Málaga. Durante el ascenso, al alcanzar una altitud de 5.300 metros, el servicio de comida comenzaba a servirse cuando el parabrisas del lado del capitán se desprendió. La ventana succionó literalmente al capitán. Su cabeza y su torso estaban al aire libre, mientras sus piernas permanecían dentro, con los asistentes de vuelo agarrándolo. Ocurrió en junio de 1990.

Según recordó Sur, la descripción del accidente en la web especializada aviation-safety.net, que recrea sucesos aéreos a partir de informes oficiales, lo contó así: «A las 07.33 horas, mientras el personal de cabina se preparaba para servir comida y bebidas y la aeronave ascendía a una altitud de presión de, aproximadamente, 17.300 pies, hubo un fuerte estruendo y el fuselaje se llenó de niebla de condensación. Inmediatamente fue evidente para la tripulación de cabina que se había producido una descompresión explosiva».

La rapidez de actuación de un asistente de vuelo que estaba en la cabina, Nigel Ogden, salvó la vida a Lancaster. Le agarró fuertemente por la cintura, mientras el piloto quedaba literalmente recostado sobre el techo del avión.

« Todavía sostenía a Tim, pero mis brazos se debilitaban y luego se resbaló. Pensé que lo iba a perder, pero terminó doblado en forma de 'u' alrededor de las ventanas.», contó el asistente Nigel Ogden.

En algún momento, todos pensaron que el capitán estaba muerto, pero el copiloto ordenó a la tripulación de cabina que por nada del mundo liberaran su cuerpo. Temía que volara y fuera a parar al motor izquierdo, causando a su vez un incendio o un fallo en el motor.

El copiloto Atchinson tomó los mandos del aparato, mientras que la puerta de la cabina se abrió de par en par y el caos reinaba entre los pasajeros.

Atchitson no tenía más remedio que comenzar un descenso de emergencia muy rápido, con el fin de alcanzar una altitud que ofreciera oxígeno suficiente, pues el avión no estaba equipado para proporcionarlo a todas las personas a bordo. Volvió a activar el piloto automático que se había desactivado temporalmente y emitió una llamada de socorro.

El vuelo se dirigió de manera urgente a Southampton, que era el aeropuerto más cercano, para tratar de poner a salvo a los pasajeros en una situación muy delicada que lideró el copiloto. Con enormes problemas técnicos y de visibilidad, el avión consiguió tomar tierra a las 7.55 horas.

No hubo ni un pasajero herido, pese a los episodios de pánico que se vivieron. Y de manera milagrosa, los bomberos bajaron al piloto de la parte exterior del avión y fue trasladado al Hospital General de Southampton con fracturas óseas en el brazo y la muñeca derecha, una fractura del pulgar izquierdo, hematomas, congelación y conmoción.

«Me acuerdo que hubo un 'bang' y que desapareció la ventanilla. Inmediatamente fui absorbido. Mi primer pensamiento fue que tenía que intentar seguir respirando. No sentí ningún dolor mientras todo estaba sucediendo, pero recuerdo el golpe del viento», contó a los medios Lancaster en aquel momento.

La investigación posterior al incidente, que dio la vuelta al mundo, reveló que el fallo estuvo en la sustitución del parabrisas que se abrió, ya que se colocaron unos tornillos que no eran exactamente los especificados por el fabricante, lo que hizo que la ventanilla saltara en pleno vuelo.



Cortesía de Gato P2P



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