En las últimas semanas, los mercados de animales silvestres en China han estado en el ojo del huracán. Según las investigaciones, el actual brote de coronavirus inició en un mercado de Wuhan que fue clausurado y permanece en cuarentena. El número de infecciones confirmadas y la gravedad de la enfermedad propiciaron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara estado de emergencia internacional. Aunque la intuición sugiere que los mercados de animales silvestres son populares entre los chinos, la realidad es muy distinta.
Sin embargo, para hablar de estos lugares primero se debe conocer la idiosincrasia y contexto histórico que llevaron a los chinos a la adopción de una cultura gastronómica tan extraña.
La gran hambruna en China.
Entre 1958 y 1962, sin guerra o genocidio de por medio, más de 45 millones de chinos terminaron muertos. La gran tragedia se originó por un motivo todavía más cruel: el hambre. Cuando el dictador Mao Tse Tung llegó al poder, prometió llevar al país a una nueva era de prosperidad y desarrollo. Sin embargo, la población jamás imaginó las restricciones que acompañaban a un gobierno con ideales comunistas.
Se fomentó el desarrollo de comunidades agrícolas, pero todos los trabajadores tenían obligación de entregar la cosecha al Estado. No sólo les quitaban el sustento, incluso les prohibían cocinar dentro de sus propias casas. El gobierno chino implementó una colectivización forzada: todo era de todos, pero simultáneamente, nada era de nadie. Y muchas veces ni siquiera faltaba comida, simplemente no la distribuían.
De hecho, los alimentos llegaron a ser utilizados como moneda de cambio para los trabajadores. Peor aún, los políticos que se oponían a los ideales del régimen o las personas enfermas que no podían trabajar tenían prohibido ingresar a los expendios y, en consecuencia, morían de inanición.
La situación fue tan grave que los afectados recurrieron al canibalismo, como describen varias escenas en «La gran hambruna en la China de Mao», del historiador holandés Frank Dikötter. Las ratas e incluso cadáveres de familiares muertos ofrecían alivio ante un hambre lacerante. Algunos no llegaron a tal extremo gracias a la inclusión de animales silvestres en la dieta diaria, especies como serpientes, osos y cocodrilos.
Herencia cultural en decadencia.
Y aunque esta clase de mercados prolifera hasta nuestros días, no todos los chinos respaldan la idea de seguir consumiendo animales silvestres. En 2014, un sondeo arrojó que el 52.7% de los entrevistados no consume esta clase de alimento. Si se compara este porcentaje con el de 2004, que arrojó 42.7%, observamos una clara tendencia a la baja en los consumidores que para 2020 debería ser aún más pronunciada.
La situación es motivo de un amplio debate en China y la prensa ha cubierto permanentemente el tema. Gran parte de la población en China está insatisfecha con la existencia de estos mercados, pues acepta que representan un peligro para la salud mundial. En 2002, China enfrentó un brote grave de Síndrome respiratorio agudo grave (SARS) cuyo origen fue muy parecido al del coronavirus de Wuhan. De hecho, la situación se mostró tan peligrosa que el gobierno prohibió el funcionamiento de estos establecimientos.
La clausura de mercados de animales silvestres se extendió durante seis meses, pero después todo volvió a la normalidad sin ningún tipo de restricción. En el brote actual los mercados también están cerrados por tiempo indefinido, y muchos piden la prohibición permanente.
Las obsoletas leyes chinas.
China mantiene una ley de protección a la vida salvaje desde 1988, con normas que no se han actualizado desde entonces. En el documento se listaron 54 especies cuya comercialización y consumo están plenamente autorizados. Aquí encontramos desde cocodrilos, pasando por hámsteres, tejones e incluso ciempiés. Es complicado que en México encuentres hámster a las brasas, pues en nuestra cultura gastronómica estos animales no son algo común.
Sin embargo, estas leyes deberían revisarse pues la explotación de estas especies tiende a causar grandes problemas a los ecosistemas. Aunque cuando hablamos de salud humana la excentricidad de los animales a consumir no es el principal problema, y sí la falta de higiene.
Aquí es donde fallan los mercados de animales silvestres. Hablamos de especies retiradas de un hábitat salvaje que son colocadas en jaulas, muchas veces aún con vida. En una entrevista para la National Geographic Peter Li, un especialista en políticas chinas, acusó que “los animales agonizaban, sedientos, en jaulas oxidadas y completamente sucias”. De hecho, en estos lugares abundan los animales con heridas abiertas debido a la falta de cuidado y atención.
Virus letales como el ébola y VIH infectaron a los humanos precisamente porque los huéspedes fueron extraídos de hábitats salvajes y colocados en ambientes urbanos. Son las famosas «enfermedades zoonóticas«, cuya propagación se hubiera limitado si las condiciones de control sanitario fueran apropiadas.
Prohibición al consumo de animales silvestres.
Tal vez consideres que la solución definitiva sería cerrar los mercados de animales silvestres. Sin embargo, estos productos también pueden adquirirse en supermercados, empaquetados y congelados. Entre la población de mayor edad en China existe la creencia de que la carne fresca resulta más nutritiva, por lo que siempre es la opción deseada a la hora de consumir animales.
No existe un registro oficial de mercados de animales silvestres, pero algunas estimaciones hablan de varios cientos. En Guangzhou, al sur del país, el consumo de estos productos es muy común, por lo que en esta zona existe una mayor incidencia de establecimientos que atienden la gran demanda. Por otro lado, en lugares como Pekín estos mercados son extremadamente raros.
El comercio de estas especies también está vinculado al nivel socioeconómico de la población. Por ejemplo, Peter Li asegura que nunca consumió estos animales, a excepción de los sapos. Sólo personas pudientes pueden darse el lujo de comprar exquisiteces como serpiente frita o pata de oso asada. Un tejón puede llegar a costar US$ 100.
La prohibición sobre la comercialización de estos animales tampoco es tarea simple. Más allá de que sea parte en la cultura de algunos chinos, todo lo que se prohíbe puede encontrarse en el mercado negro y la ilegalidad propiciaría condiciones sanitarias mucho peores.
En esencia, el coronavirus de Wuhan es un reflejo de este tipo de comercio. Sin embargo, esto no significa que debamos generalizar a los chinos cayendo en comportamientos xenofóbicos. Seguramente el gobierno tomará una posición sobre el tema, revisará las leyes e implementará controles sanitarios más estrictos una vez que se supere el problema.