En 1988, el estadounidense Rob Pilatus y el francés Fab Morvan se asociaron gracias a la intervención de Franz Farian, la mente maestra tras el mítico grupo Milli Vanilli. El dúo alcanzó el éxito instantáneamente y para 1990 recibían un premio Grammy como “Mejor nuevo artista”. En Alemania, el grupo de reggae y dance se destacó como uno de los mayores fraudes en la industria musical precisamente en la cima del éxito mundial.
No cantaban sus canciones.
Los rumores de que este par no cantaba sus propias canciones empezaron a circular desde muy temprano. Además de las evidentes fallas técnicas durante las presentaciones (reveladoras para cualquier persona con algo de destreza musical), otros artistas empezaron a denunciar la farsa. El rapero estadounidense Charles Shaw declaró públicamente que Milli Vanilli era un absoluto fraude. Sin embargo, al poco tiempo guardó silencio tras recibir un pago de un millón de dólares.
En 1990, el dúo se hizo con el Grammy y todo estaba dispuesto para una acenso meteórico en el mundo de la música. Los infelices se creyeron tanto el éxito ajeno que Pilatus (adicto a la cocaína) llegó a compararse con leyendas del calibre de Elvis Presley, Bob Dylan y Jimmy Hendrix.
Pero, dicen que “el pez por su propia boca muere” y las presentaciones públicas de Milli Vanilli fueron sepultándolos poco a poco. Con el tiempo, los rumores de que Rob y Fab solo se subían al escenario para interpretar las canciones mientras alguien más los doblaba empezaron a destruir su éxito. La arrogancia de estos sujetos, que llegaron al punto de minimizar a los clásicos, no hacia más que exponer su total ausencia de talento.
En determinado momento, todas las especulaciones y acusaciones generaron una atmosfera tan tensa que Franz Farian, todavía en 1990, admitió públicamente la farsa. Los petulantes que aparecían en cámara jamás llegaron a interpretar las canciones que les trajeron tanta fama. De hecho, llegaron a presionar al productor para que les permitiera cantar el próximo álbum. La voz pertenecía a interpretes que guardaron silencio a cambio de dinero como John Davis, Brad Howell y Charles Shaw.
Artimaña publicitaria.
El engaño era muy sencillo: tenían cantautores con voces increíbles, pero, a la hora de hacer dinero resultaba mucho más lucrativo presentar a un par de jóvenes promesas con un toque de sensualidad. Milli Vanilli fue producto de una artimaña publicitaria de la industria musical. Farian relató que conoció a Pilatus y Morvan en un antro de Berlín, y al poco tiempo se dio cuenta que tenían mucho potencial si los vendía de cierta forma.
El caso atrajo mucha polémica en el ámbito de las premiaciones musicales, reclamando un amplio debate y análisis que, por intervención y presión de los medios estadounidenses, resultó en una comisión del Grammy que retiró el premio a Milli Vanilli.
Por otro lado, los organizadores de los premios American Music Award decidieron no retirar el reconocimiento argumentando que los ganadores se basaban en el numero de ventas, algo que no cambiaba con la escandalosa revelación. Farian todavía guarda esos “trofeos”. Y el par de estafadores fue despedido de la disquera.
Rob Pilatus y Fab Morvan fueron demandados múltiples veces por violar leyes de protección al consumidor. Junto con su ex disquera tuvieron que afrontar las solicitudes de reembolso y múltiples devoluciones del álbum Girl You Know It’s True por parte de antiguos fanáticos decepcionados. Los dos intentaron levantarse con otros proyectos, pero jamás alcanzaron el éxito cosechado como Milli Vanilli.