La higiene personal es un tema, bueno… personal. Pero ciertas cosas deberían exponerse y someterse a una amplia discusión. Y es que algunos individuos no acostumbran a seguir las reglas básicas de etiqueta en el baño, y eso hay que corregirlo. Algunos hábitos en el inodoro y la ducha, aparentemente inofensivos, podrían acarrearnos serios problemas de salud debido a la propagación involuntaria de bacterias.
1 – El agua dura: la alta concentración de minerales en el líquido con que te bañas puede generar problemas en el cabello y la piel. Esto se puede corregir empleando filtros suavizantes y champús clarificantes.
2 – Exfoliación excesiva: la exfoliación facial presenta múltiples beneficios y algunas personas encuentran cierto placer en la actividad, pero exfoliarse el rostro más de dos veces al mes puede dañar la piel. Deberías recurrir a la exfoliación cuando sea estrictamente necesario.
3 – El uso de toallitas húmedas: aunque la sensación de limpieza que proporcionan las toallitas húmedas es mayor si se compara con el papel seco, tirarlas por el retrete podría causar estragos en las tuberías. Las toallitas húmedas y otras sustancias, como el aceite de cocina, generan afectaciones graves al sistema de alcantarillado de las grandes ciudades.
4 – No limpiar con agua caliente: el baño es el sitio más sucio en cualquier vivienda. Por eso es importante remojar las superficies del baño con agua caliente, de forma que eliminemos una mayor cantidad de bacterias que sí limpiáramos sólo con agua fría.
5 – No hidratar la piel: parece complicado y tedioso, pero una buena loción hidratante logrará que tu piel se sienta y luzca mejor. El momento perfecto para hacerlo es justo después de una ducha.
6 – Bañarse sólo con agua caliente: ¿conoces los beneficios de un baño frío ocasional? Una ducha fría puede mejorar la circulación, la salud del sistema linfático y acelerar la pérdida de grasa. Suponemos que son motivos suficientes para dejar de lado las placenteras duchas con agua caliente, al menos de vez en cuando.
7 – No bañarse después del ejercicio: sin importar lo agotado que te encuentres tras la rutina de tu vida, deberías bañarte después del gimnasio. Una buena ducha evitará que dejes un rastro de bacterias en cualquier lugar que se te antoje relajarte después de ejercitarte.
8 – Las jaboneras: por muy útiles y lindas que parezcan, deberías abandonar tu jabonera. Estos recipientes están repletos de gérmenes y bacterias que terminarán migrando a tu jabón y, finalmente, a tu cuerpo.
9 – Usar hisopos constantemente: por alguna razón las personas siguen usando los hisopos de forma equivocada. No están diseñados (ni recomendados) para limpiar el canal auditivo. De hecho, la extracción de cerumen expone tus oídos a la suciedad y el polvo. Además, el uso de hisopos puede generar tapones de cera cuya extracción requiere de asistencia médica. Los famosos cotonetes sólo deberían usarse en la parte externa de la oreja.
10 – No limpiar la bañera: la lógica nos dice que debemos limpiar todo aquello con lo que nos limpiamos, pero cuando se trata de la bañera muchas personas lo pasan por alto. Las cosas empeoran cuando el baño es compartido, pues los gérmenes de otras personas fácilmente terminan sobre ti.
11 – No cambiar el estropajo: el estropajo o luffa que has usado toda la vida para limpiarte es un almacén de bacterias y células muertas de tu piel. Se recomienda cambiar este artículo de baño cada dos meses para evitar la proliferación de bacterias.
12 – Guardar el cepillo dental cerca del inodoro: una regla de oro que aprendimos viendo Cazadores de mitos es que el cepillo dental siempre debe almacenarse lo más lejos posible del inodoro. Es relativamente fácil que las bacterias presentes en el excremento terminen migrando a las cerdas que limpian tus dientes y lengua.
13 – Dejar el rastrillo de afeitar en el baño: el ambiente húmedo y poco ventilado de un baño es un paraíso para las bacterias. Y los recovecos y grietas presentes en un rastrillo de afeitar resultan un buen escondite. Lo ideal es almacenarlo en un lugar limpio y seco.
14 – Usar la misma toalla: es extremadamente fácil adoptar el hábito de colgar y reutilizar la misma toalla de baño varias veces, aunque definitivamente no es benéfico para tu higiene personal. Colonias de bacterias y células muertas de la piel te acechan en las toallas usadas en exceso.
15 – No enjuagar todo el cuerpo: la zona de la espalda es un área difícil de alcanzar con las manos, pero dejar jabón en exceso puede causar irritación y acné. La solución es enjuagar y repetir, y cuando creas que ya lo tienes, volver a enjuagar.
16 – Usar escobillas de baño sucias: limpiar el inodoro es completamente recomendable, aunque si lo haces con una escobilla de baño que jamás has limpiado se vuelve contraproducente. Estas cosas están repletas de bacterias que terminarán esparciéndose por todo el inodoro, sin importar lo limpia y clara que se vea el agua en el fondo.
17 – No bañarte bien: es inquietante, pero algunas personas consideran que el agua jabonosa que escurre por sus pies es suficiente para mantenerlos limpios. De ninguna forma. Algunas estimaciones sugieren que tres de cada diez personas no se lavan los pies durante el baño. No seas como ellos.
18 – Usar jabón perfumado: si experimentas piel irritada o sensible, sospecha de ese jabón con aroma a miel y vainilla. Lo recomendable es bañarse con jabones neutros.
19 – Cepillarte los dientes con un cepillo viejo: mantener una buena higiene bucal es importante. Sin embargo, los millones de gérmenes que habitan en tu cepillo dental no contribuyen a esto. Se recomienda cambiar este artículo cada tres meses.
20 – Bajarle al inodoro con la tapa levantada: es una acción completamente trivial, pero si olvidas cerrar la tapa del inodoro antes de realizar la descarga, esencialmente estás rociando tu baño con bacterias repugnantes. Las partículas presentes en los desechos del inodoro pueden viajar casi dos metros.
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