En la historia del horror y suspenso pocos personajes lograron permear el imaginario popular como el Dr. Hannibal Lecter, que se codea con figuras como Freddy Krueger o el propio Drácula. Sin embargo, muy pocos saben que el popular caníbal de la ficción estuvo inspirado, al menos en parte, en una persona real. En 2013, la obra literaria El silencio de los inocentes cumplió 25 años, y en el marco de las celebraciones el escritor Thomas Harris (creador de Hannibal Lecter) reescribió la introducción del libro. Por primera vez, Harris revelaba al público la identidad del personaje que inspiró la creación de Lecter.
Hannibal Lecter en Topo Chico.
En la introducción del libro, Harris sólo refiere a este personaje como el “Dr. Salazar”, aunque una investigación posterior reveló que la verdadera identidad del convicto era Alfredo Ballí Treviño, un médico cirujano condenado por el asesinato de Jesús Castillo Rangel, su amigo y supuesto amante. En la entrevista con Simmons, se enteró que el ciudadano estadounidense había intentado fugarse, pero fue traicionado por el guardia al que sobornó para que lo ayudara a escapar. En ese intento de fuga Simmons terminó herido, y el Dr. Treviño le practicó una cirugía para salvarle la vida. Esto fue lo primero que atrajo la atención del escritor.
“Tenía cierta inteligencia y elegancia”, mencionó Harris sobre Treviño. Poco después, el escritor fue autorizado para entrevistar a Treviño y Simmons. Aunque el cirujano recluido en Topo Chico fue acusado de un “crimen pasional”, el homicidio fue tan metódico que enorgullecería al propio Hannibal Lecter.
Asesino metódico.
En primer lugar, Treviño neutralizó a Rangel suministrándole un sedante. A continuación, cortó la garganta y dejó que se desangrara completamente dentro de una bañera para cortarlo en trozos pequeños. Dispuso los pedazos ensangrentados dentro de una caja y se dirigió a la granja de un pariente cercano, donde sepultó el contenedor argumentando que se trataba de desechos médicos.
Desafortunadamente para el doctor, otra persona descubrió la tumba improvisada y dio aviso a las autoridades. Policías encubiertos acudieron al consultorio de Treviño fingiendo ser pacientes, y ahí mismo lo arrestaron. De acuerdo con el informe de los oficiales, el médico intentó sobornarlos para que le permitieran escapar. Ofreció un auto nuevo a cada policía, así como una farmacia que había heredado de su padre.
Aunque nunca lo acusaron de otros crímenes, algunos creen que Treviño también asesinó y desmembró a varios autoestopistas en el transcurso de la década previa a su arresto. Una vez que Harris concluyó la entrevista con el doctor asesino, un guardia de Topo Chico le advirtió “jamás dejará este lugar. Está loco”.
Alfredo Treviño en libertad.
Quizá el custodio acertó en su diagnóstico de locura sobre Treviño, pero erró al afirmar que siempre estaría en la cárcel. Alfredo Treviño fue una de las últimas personas condenadas a muerte en México, pero logró que conmutaran la sentencia. Tras 20 años encerrado, en 1981 recuperó su libertad.
Sorpresivamente, a pesar de estar en silla de ruedas Treviño retomó su carrera como cirujano y siguió practicando medicina, frecuentemente asistiendo a pacientes pobres o ancianos sin ningún tipo de retribución, hasta que el cáncer de próstata lo mató en 2009. Aunque muchos lectores y amantes del cine no conocían al hombre que inspiró a uno de los personajes más famosos del horror, Treviño lo sabía.
Se dice que tras el estreno de la película El silencio de los inocentes en 1991, sus familiares empezaron a llamarlo “Hannibal” o “Dr. Lecter” a manera de broma. Un anónimo que trató a la familia aseguró que a Treviño le parecía “gracioso”. En la última etapa de su vida se mostró arrepentido por sus actos en el pasado y preocupado por el castigo divino.