¿Consideras que seres parecidos a humanos habiten, en este preciso instante, otras regiones del Universo? Un astrobiólogo de la Universidad de Cambridge afirma que este escenario resulta mucho más plausible de lo que suponemos.
Simon Conway Morris mencionó que los investigadores están en posición de «afirmar con razonable confianza» que la evolución siguió un curso similar al de los humanos en otros lugares del Cosmos.
Conway también trabaja como paleobiólogo evolutivo en el Department of Earth Sciences, una institución dependiente de la Universidad de Cambridge. Las afirmaciones del científico se apoyan en la teoría de la evolución convergente. Según esta postura, al promediar los efectos aleatorios eventualmente la evolución converge, tendiendo a originar organismos similares independientemente del entorno.
La evolución convergente.
En la revista Science Focus utilizan como ejemplo el vuelo, un mecanismo que “evolucionó independientemente en la Tierra al menos en cuatro oportunidades (pterosaurios, insectos, aves y murciélagos)”. Para la teoría de la evolución convergente, la evolución funciona como una ley de la naturaleza, rigiéndose por las mismas normas que aplican en la Tierra. Por eso, científicos como Conway consideran teóricamente posible que los humanoides extraterrestres que ilustra la ciencia ficción puedan existir en otras regiones del Universo.
Conway no es el único científico que sugiere la existencia de formas “análogas a la humana” en otros planetas. En marzo de este año, el zoólogo Arik Kershenbaum publicó un curioso libro titulado “La Guía Del Zoólogo Galáctico” donde aborda el concepto de la evolución extraterrestre. “Si la evolución da sentido a la vida en todas partes, es lógico que los principios que descubrimos en la Tierra se apliquen en el resto del Universo”, mencionó Kershenbaum en una entrevista.
El curso de las civilizaciones extraterrestres.
Kershenbaum también abordó aspectos metafísicos al señalar como “tentador” imaginar razas extraterrestres que no poseen intereses culturales compatibles con los de los humanos, como la literatura o filosofía. Advirtiendo que ninguna especie se transforma en una civilización avanzada de la noche a la mañana. Incluso las formas de vida tecnológicamente más avanzadas, según Kershenbaum, “evolucionaron de una especie pretecnológica”.
“Si estas especies pretecnológicas desarrollaron los aspectos que distinguen a la humanidad, es probable el desarrollo en una estructura destinada al propósito social. Tal como la transmisión de información, vínculos entre miembros e ideas útiles para el grupo”, señaló Kershenbaum. “En este instante una civilización extraterrestre pretecnológica podría cantar, bailar y contar historias como lo hicimos nosotros, pues el propósito que persiguen es el mismo”.
Es inevitable imaginar otros mundos con formas de vida humanoides como las propuestas por Kershenbaum. Civilizaciones que cantan, danzan y cuentan historias como alguna vez lo hicieron nuestros antepasados aquí en la Tierra. Si la evolución se rige por normas tan estrictas como las postuladas por estos darwinistas, es lógico pensar que somos más propensos a comunicarnos y relacionarnos con extraterrestres.
La parte inquietante es que, si allá afuera existen seres similares a los humanos, las probabilidades de que entremos en guerra también son altas.
Cortesia del Don Cacarlos
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