James Howells es un británico de 36 años que, en la última década, vio su vida convertirse en un infierno al saber que posee una fortuna en Bitcoin oculta en un vertedero local.
Todo empezó en una época donde la criptomoneda poseía un valor meramente ideológico y empezaba a ganarse sus primeros adeptos. Howells llegó a acumular 8,000 bitcoins cuya “llave” quedó almacenada en un disco duro de su computadora portátil.
Una fortuna a la basura.
Un disco duro mecánico que terminó arronzado en un cajón tras un accidente. Eventualmente, el británico adquirió una Mac y como no existía software alguno para el tema del Bitcoin, se olvidó de las criptomonedas. Jamás imaginó la pesadilla que supondría en el futuro no haber copiado esos datos a la nueva computadora.
Varios años después, en 2013, aquel viejo disco duro terminó elegido para convertirse en basura junto a otros “cachivaches” que se acumulaban en su escritorio. Pero, la conciencia empezó a atormentar a Howells cuando se percató de que tiraría un dispositivo electrónico en la basura común. Así, sacó el disco de la bolsa de basura y lo llevó al vertedero local con los otros desechos.
Contra todas las expectativas aquellas criptomonedas, cuyo valor era ínfimo, empezaron a subir como la espuma. Cuando vio los primeros titulares sobre jóvenes que hacían millones con las criptomonedas, la conciencia empezó a remorder. Meses más tarde, sus bitcoins ya valían la friolera de 6 millones de euros. En ese instante confesó su terrible error a la novia, quien le propuso ir al vertedero para explicar el problema e intentar localizar el disco duro. Encontrar una aguja en un pajar es un juego de niños frente a esta misión imposible.
Los bitcoins en la basura.
La única esperanza surgió cuando el responsable del lugar les comentó que la basura se enterraba dependiendo de una clasificación. Así, un área gigantesca de búsqueda quedó reducida a tan “solo” seis hectáreas. Sin embargo, la burocracia inglesa puso fin a los sueños de este hombre por volverse millonario de la noche a la mañana. Y es que excavar en el relleno sanitario de Newport requiere una serie de permisos especiales.
Pese a que ofreció donar el 25% de sus bitcoins, James Howells ha sido sistemáticamente ignorado por las autoridades municipales. Cada mes, el hombre presenta una nueva solicitud para llevar a cabo el proyecto de buscar un disco duro entre toneladas de basura enterrada. Lo peor es que el valor de esos 8 mil bitcoins no hace más que aumentar a medida que pasa el tiempo. Cuando la criptomoneda alcanzó su máximo histórico, aquel viejo disco duro guardaba una fortuna de 460 millones de euros.
Pese al vaivén en el precio del Bitcoin y que ha perdido el valor equivalente a varios millones desde entonces, James pronostica que el valor seguirá aumentando. Guarda la esperanza de que la cantidad de dinero sea tan grande, que el municipio finalmente dejará de ignorarlo. Por ahora, a Howells no le queda más que seguir soportando su infierno personal, una pesadilla que incluso le costó relaciones personales. El británico sigue firme en sus intenciones y no está dispuesto a olvidarse de esa enorme fortuna.
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