viernes, 26 de noviembre de 2021

LOS CAFÉS DE CHINOS



 Los populares, los baratos, aquellos donde, por unos centavos, además del café se obtenían frijoles con huevo y un bolillo, y de ahí a trabajar y a hacer girar el mundo.

Por oleadas

La primera migración de chinos a nuestro país ocurrió a mediados del siglo xix, cuando llegaron a trabajar como meseros u obreros —algunos de ellos establecieron negocios, como lavanderías o venta de bisutería—. Luego, en la década de 1920 llegó una nueva oleada de personas dispuestas a aceptar los trabajos que ni los mexicanos querían hacer a cambio de miserables pagas; así, poco a poco, los chinos acapararon los empleos, lo cual causó un recelo impresionante en contra de ellos. De esas dos oleadas de migrantes se fue formando una cultura de negocios: decenas de nuevos establecimientos administrados por chinos —aunque ninguno con nombre oriental, pues eran muy mal vistos.

Cuando pensamos en estos cafés, inmediatamente los asociamos con el Barrio Chino de la calle de Dolores, en la Ciudad de México. Pareciera que ha estado ahí desde hace cientos de años, quizá por esa atmósfera milenaria que transmite la cultura china en cualquier contexto, pero no es así. El Barrio Chino mexicano apareció en los años 60, justo cuando otro grupo de exiliados —miembros del Partido Comunista— llegó al país. Esta nueva generación «cayó en blandito», como dirían algunos, pues desde los años 40 muchos chinos ya habían salido de la sombra al bautizar a sus restaurantes o lavanderías con nombres como «Flor de loto» o bien, con escritura china, al estilo 阿车 伊 厚塔.  Estos arriesgados abrieron terreno para que sus coterráneos llegaran más tranquilos y encontraran dónde trabajar.

Así, debido a las diferentes migraciones y sus distintas formas de establecer sus negocios, es difícil precisar cuándo se inauguró el primer café de chinos.

Como tales, los cafés de chinos fueron resultado de una mera coincidencia; no eran cafeterías en sí, sino establecimientos donde se podía conseguir café barato y en el que alcanzaba hasta para pan y arroz.

El secreto consistió en ofrecer un extracto de café; para hacer una burda comparación, pero que puede resultar, digamos que hacían «jarabe de café» —así como ahora hay jarabe para hacer agua de sabor— y lo diluían en agua o leche a gusto del cliente. De ese modo ahorraban gastos, pues este concentrado se podía guardar y conservar por días.

Así pues, estas fondas —restaurantes en ciernes— se hicieron conocidas por su café, y fue por ello que se les quedó el nombre de «cafés de chinos». A ellos acudían cientos de familias para desayunar, comer y cenar permitiendo que éstos se popularizaran y multiplicaran como conejos.

Hay varios Cafe's de Chinos todavía pero el más famoso es sin duda el Bisquet's Obregon que así empezó en la calle de Álvaro Obregón y se hizo popular por su pan para llevar pero empezó como café de Chinos. Ahora son cadena de restaurantes.



Cortesía del Coqueto de los blog's



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