Cada 20 de noviembre suponemos “celebrar” un aniversario más de la Revolución Mexicana. Ojalá conociéramos en verdad nuestra historia para aprender de ella, de los aciertos y errores. El problema es que, en México, la mentira repetida sistemáticamente sólo ha generado confusión sobre lo que realmente sucedió y lo que verdaderamente es este evento.
Hoy, desde el gobierno se trata de imponer una versión, una verdad, una interpretación de la historia a modo y conveniencia de quien ostenta el poder. Lejos de superar los traumas de épocas anteriores, la narrativa actual se aferra al pasado mientras manipula el presente para tratar de regresar a una época que ya fue y a la que no tiene sentido volver.
En un país donde la pobreza y la desi- gualdad siguen siendo alarmantes, la verdadera revolución se llama libertad, y supone generar las condiciones para que cada mexicano pueda aspirar y elegir quién quiere ser, qué quiere hacer y qué quiere tener estando en posibilidad de lograrlo.
La verdadera revolución es mirar hacia el futuro para aprender y construirlo desde el presente conforme emerge; es romper con viejos paradigmas, prejuicios, traumas, miedos y todo tipo de ataduras que impiden una verdadera movilidad.
La verdadera revolución implica que cada mexicano que nazca no esté condenado y predeterminado a sobrevivir en la miseria o en la pobreza porque generemos las condiciones y las oportunidades para que pueda construir su propia vida; soñar, imaginar, emprender, innovar y transformar.
La verdadera revolución es dejar de ser presos de una mentalidad perdedora, agachada, sumisa ante el poder; dejar de estirar la mano y de conformarnos con las migajas que nos da el gobierno. La verdadera revolución es mirarnos a los ojos como hermanos y no como enemigos, llegar a ser conscientes de que, lo que nos une como mexicanos, es mucho más fuerte que lo que nos divide; es entender que, cuando yo te lastimo a ti, me hago daño a mí mismo y cuando te ayudo, el beneficio también es mío. Es entender que todo está conectado y que todos estamos conectados.
La verdadera revolución es vencer nuestro propio ego para reconectar con la naturaleza, entre nosotros y con nuestra propia esencia. Es esa posibilidad de revalorarnos, reinventarnos; de reimaginar este gran país para dejar ir todo aquello que nos ha limitado e impedido convertirnos en la potencia que podemos ser y así abrazar la incertidumbre con esperanza renovada.
La verdadera revolución es entender que vivimos el momento de mayor disrupción en la historia, que somos absolutamente capaces de ser cocreadores, de resolver nuestros grandes problemas comunes y de transformar nuestra realidad para bien de todos. La vida no es un juego de suma cero, la escasez está en la mente.
La verdadera revolución es ser conscientes de que la innovación es un estado mental. De ahí que, si cambiamos nuestra forma de ver a México, entonces México cambiará de forma. ¡Es momento para empezar a creérnosla!
La verdadera revolución está en ti y en mí, en nuestra capacidad de volver a vernos a los ojos, de ser más solidarios y más empáticos; de construir juntos este gran país a pesar y por encima de cualquier gobierno. La verdadera revolución no puede esperar más, empieza cuando tú lo decidas.
Cortesia del Chilango que se cree Yankee 💩
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