El aislamiento social es, sin lugar a dudas, uno de los retos más complicados que enfrenta la sociedad en esta época. Pero, ¿has pensado cómo sería aislarse completamente de la civilización durante más de 40 años? Esa fue la historia de los Lykov, una familia rusa que desapareció del mapa por más de cuatro décadas y subsistió en una aislada región de la taiga siberiana. Eran tan ajenos a los problemas del mundo que ni siquiera se enteraron de la Segunda Guerra Mundial.
El primer encuentro con los Lykov.
A mediados de 1978, un grupo de geólogos incursionó por el sur de Siberia con la misión de localizar un lugar seguro para establecer un centro de investigación. En aquella época, el gobierno y los expertos consideraban que esta zona estaba completamente deshabitada. Sin embargo, todo cambió cuando el hombre que pilotaba el avión donde se transportaban los científicos observó algunos claros y se dirigió a investigar el lugar.
Sorprendentemente, el grupo encontró que la aislada taiga siberiana albergaba a los Lykov. Tras varias visitas, el grupo de geólogos se ganó la confianza del clan, descubrió los nombres de sus integrantes y la insólita historia de su destino. El patriarca llevaba por nombre Karp Lykov, y estaba casado con Akulina, con quien procreó a Agafia, Savin, Dmitry y Natalia.
Una vez que la familia los recibió en su propiedad, los visitantes supieron que los Lykov formaban parte de una secta ortodoxa fundamentalista, perseguida por todo el territorio ruso desde la época de Pedro el Grande. La familia atestiguó la forma en que las cosas empeoraron con la llegada de la Revolución Rusa, cuando el poder de la región quedó en manos de bolcheviques ateos.
Por si fuera poco, en la década de 1930 en medio de las purgas políticas y el ataque del cristianismo, el hermano de Karp fue brutalmente asesinado por una patrulla comunista.
Aislados del mundo.
La preocupación de lo que pudiera suceder a su familia provocó que, en 1936, el señor Lykov huyera a la taiga siberiana, lejos de la civilización, llevándose a su esposa Akulina, su hijo Savin (9 años) y Natalia (2 años). Probablemente esta decisión tan radical salvó sus vidas, pues no existía registro alguno que sugiriera la existencia de habitantes en este distrito.
Llegaron a estos bosques con unas cuantas pertenencias y algunas semillas. Construyeron una residencia rudimentaria, se adaptaron a la región y la pareja siguió procreando: en 1940 nació Dmitry y tres años después lo siguió Agafia. Estos dos niños conocían el mundo exterior sólo a través de los relatos que contaban sus padres. Pese al completo aislamiento social, los jóvenes tuvieron una educación elemental basada en los preceptos bíblicos, con instrucciones y enseñanzas inculcadas por sus padres.
Los pormenores de esta historia se relatan en el libro Perdidos en la taiga: los eremitas que se hicieron famosos en la URSS, del escritor ruso Vasili Peskov. Allí, el autor menciona que los niños poseían conocimientos básicos y generales sobre el mundo exterior. Por ejemplo, estaban al tanto de que existían otras naciones además de Rusia. Sin embargo, su visión de la realidad era sumamente abstracta.
Peskov también describe la gran sorpresa de los Lykov al enterarse de la Segunda Guerra Mundial pues, al encontrarse en una región apartada, jamás escucharon las detonaciones de las bombas ni atestiguaron conflictos y mucho menos tuvieron conocimiento del Holocausto.
El mayor problema para la familia fue el hambre, y en época invernal hacían hasta lo imposible para sobrevivir. Sin embargo, en 1961 Akulina murió de inanición después que una intensa nevada devastara sus plantaciones. Según lo relatado en el libro, la madre prefirió salvar a sus hijos renunciando a sus raciones.
La muerte del clan Lykov.
Pese a la muerte de su esposa, Karp se negó a reintegrarse a la civilización. Por otro lado, sus retoños se mostraban fascinados por el mundo exterior. Con el paso del tiempo, el patriarca de los Lykov recibió algunos obsequios de los geólogos como papeles, bolígrafos y una libreta.
Todo parecía marchar bien para la familia, pero en 1981 tres miembros murieron en un corto periodo de tiempo. Dmitry, el consentido de los geólogos, fue el primero en perecer ante una grave neumonía. Aunque los visitantes se ofrecieron a ayudarlo, el joven se negó a visitar un médico argumentando que no podía dejar a su familia pues no sería del agrado de Dios.
Poco después, Savin y Natalia fallecieron a causa de complicaciones renales, supuestamente por la dieta tan deficiente que llevaban. Tras las irreparables perdidas, los geólogos intentaron convencer a Karp y Agafia de regresar a la civilización, pero el patriarca se negó hasta su muerte en 1988. En la actualidad, Agafia es la única sobreviviente de los Lykov y continúa aislada del mundo en medio de la taiga siberiana.