El Parque Nacional Madidi quedó establecido en 1995 con un área aproximada de 19,000 kilómetros cuadrados. Gracias a su colindancia con otros parques y reservas, es considerada una de las áreas protegidas más grandes y diversamente biológicas del planeta. Y esta abundancia de vida salvaje se traduce en un mayor riesgo de morir en la naturaleza.
La aventura de Yossi Ghinsberg en el Parque Nacional Madidi.
Así lo constató Yossi Ghinsberg, un mochilero israelí que exploró esta región de la Amazonía boliviana con dos conocidos y un completo extraño. En 1981, un misterioso hombre llamado Karl Ruprechter, que se presentó como geólogo y minero, embaucó al grupo de Ghinsberg con historias de una tribu indígena poseedora de muchísimo oro.
La población local les advirtió sobre los peligros de incursionar en esta zona, pero la ambición y sed de aventura pudieron más. Así empezó un viaje por barco y avión que los condujo hasta lo más profundo de la selva. Tras dos semanas a pie el grupo se encontró perdido, sin suministros y entre enormes tensiones.
En determinado punto del recorrido decidieron separarse, por lo que Ghinsberg y el fotógrafo estadounidense Kevin Gale construyeron una balsa para seguir por su cuenta. Mientras tanto, el docente suizo Marcus Stamm (que desarrolló pie de trinchera y se encontraba desnutrido tras rechazar los monos que cazaron sus compañeros) optó por regresar a la civilización acompañado de Ruprechter.
La poderosa corriente del río terminó estrellando la rudimentaria balsa contra una roca. Allí, Ghinsberg se separó de Gale y las próximas tres semanas se volvieron un reto de supervivencia. Para empeorar las cosas, el aventurero israelí se perdió en uno de los peores lugares de la naturaleza. Recorría una parte del Amazonas que actualmente pertenece al Parque Nacional Madidi.
Durante esas tres semanas, Ghinsberg superó incontables amenazas de la naturaleza, desde las temibles hormigas de fuego hasta el acecho de un gran felino.
La belleza natural del Parque Nacional Madidi.
La enorme diversidad del Parque Nacional Madidi lo vuelve un territorio tan adorable como letal. Allí habitan más de 500 especies de peces, 270 tipos distintos de mamíferos, más de 200 clases de anfibios y aproximadamente el mismo número de reptiles. Si hablamos de insectos la cosa se pone mucho mejor, pues algunas estimaciones sugieren que hasta 120 mil especies revolotean y se arrastran en estos bosques.
Pero, lo más asombroso es la enorme diversidad de pájaros. El Parque Nacional Madidi es hogar de 1,200 especies de aves, casi una décima parte de todas las especies de aves conocidas por los humanos. Es el sitio favorito de muchos zoólogos y botánicos, que acuden sólo para observar algunas de estas especies. Mejor aún, en las expediciones se han localizado especies que sólo habitan aquí, como el tití de Madidi.
Paraíso escondido.
El Parque Nacional Madidi es mucho más que un bosque gigante. La enorme zona designada como reserva natural se extiende desde la exuberante selva tropical hasta las frías laderas de los Andes, pasando del clima tropical a un ambiente gélido. Madidi es como una cápsula del tiempo, y visitarlo implica desconectarse completamente de la civilización. Además de que los refugios en el corazón del bosque se ubican a muchos kilómetros de la ciudad más cercana, no hay cobertura telefónica y mucho menos conexión a Internet.
De hecho, empezar a recorrer el Parque Nacional Madidi ya representa un auténtico desafío. El objetivo es llegar a Rurrenabaque, una localidad en los márgenes del Amazonas famosa por servir como puerta de entrada a Madidi. Puedes tomar un vuelo de 40 minutos, o viajar por tierra durante 20 horas a bordo de un autobús saliendo de La Paz.
La travesía es particularmente complicada en época de lluvias, pues los ciclones pueden suspender los vuelos o cortar las carreteras.
Una vez en Rurrenabaque, los turistas pueden recorrer parte del Parque Nacional Madidi a pie o en una embarcación, siempre bajo el ojo experto de guías locales capaces de detectar la más mínima señal de problemas.
Oasis de belleza natural.
Yossi Ghinsberg corrió con suerte. Aunque la piel de sus pies caía a pedazos y padecía tanta hambre que empezó a alucinar, finalmente lo rescataron. Afortunadamente, la corriente arrastró a Kevin Gale río abajo, hasta un pueblo donde los locales le ayudaron a organizar un grupo de búsqueda.
A Ruprechter y Stamm jamás se les volvió a ver. Yossi Ghinsberg ha repetido su experiencia hasta el cansancio, llegando a escribir varios libros y sirviendo como inspiración para una película. Aunque el Parque Nacional Madidi es un oasis de belleza natural, para un viajero imprudente puede convertirse en su último destino.
La represa que amenaza a Madidi.
Pese a su tamaño y majestuosidad, Madidi está amenazado por el hombre. Desde 1998, el gobierno maneja la posibilidad de construir una mega represa en el Angosto del Bala, por donde corre el río Beni. El borde occidental del angosto se ubica en los límites de Madidi, y la construcción de una presa en este lugar anegaría 2,000 kilómetros cuadrados del parque, desplazando tanto a la población local como a la vida salvaje.
Aunque el proyecto se abandonó en aquella época, en 2007 volvieron a discutirlo. Antes de la crisis política de 2019 en Bolivia, el gobierno de Evo Morales planeaba llevar a la realidad esta represa para convertir a la nación en el principal productor de energía hidroeléctrica en Sudamérica. Sin embargo, diversos grupos indígenas y ambientalistas se opusieron al proyecto.
El bosque de Madidi no sólo es importante para los que habitan allí, sino para todos aquellos que se han sumergido en la naturaleza salvaje durante algunas semanas.
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